Una ventana inmensa: Mayra Paredes
Poemas de la fundadora de la Biblioteca Escolar “Mara Abdala”, a través del proyecto “Sembrando una biblioteca en mi jardín” y que ahora se publican en la sección que coordina Manuel Parra Aguilar.
Poemas de la fundadora de la Biblioteca Escolar “Mara Abdala”, a través del proyecto “Sembrando una biblioteca en mi jardín” y que ahora se publican en la sección que coordina Manuel Parra Aguilar.
Por Mayra Paredes
Caborca, Sonora, 3 de agosto de 2023 [00:05 GMT-7] (Neotraba)
Si en el camino me matan, madre,
si no llego a tu abrazo,
si no alcanzo,
si en vez de eso a tus manos llego
atrapada en una caja,
disuelta en ácido,
corrompida por el fuego,
violada por las lenguas,
si entre tus dedos me acomodo
como un fragmento de cráneo,
como un retazo de tela estropeado,
como un mechón de cabello
o una dentadura cariada,
madre,
no te acongojes,
que no te aflija.
Llévame en alto
como una tiara
como una copa sostenme firme
y colócame en el centro de la mesa
como un florero:
soy un regalo.
Alégrate, mujer,
que es una bendición haber llegado a casa,
no estar echada
a la intemperie,
al olvido,
en un lugar lejano
y apartado del cielo
o enterrada en un secreto
que se sabe a voces.
Alégrate, mujer,
no salgas con antorchas,
no me uses como emblema,
que no esté pintado mi rostro por las calles,
que no se pronuncie mi nombre en un megáfono,
que no se impriman, sobre mí, cien titulares,
no.
Déjame allí,
a mitad de la sala,
en el centro de la mesa,
junto a la puerta de entrada.
Abre los postigos,
acomoda las sillas,
que se jale la banda,
que se jale la raza,
que traigan barriles
y barriles
y barriles
de cerveza,
que asen la carne,
piquen la verdura,
vayan por tortillas,
saquen de la estufa las ollas de la abuela,
preparen el pozole,
la pancita del menudo,
para levantar a los muertos de esta fiesta
de tres días,
para curar la resaca,
el dolor y el mal aliento.
Peléense por la bocina,
griten al micrófono,
que los vecinos llamen a la policía,
tiren balazos,
avienten sillas,
que se cimbre el Cerro de la Campana,
que repique de tanta fiesta,
que baile la Virgen,
de península a península
que se sacudan las sierras,
las selvas,
que vomite el Popo de tanta cruda,
que se maree el Ángel de tanta fiesta,
que salgan y bailen
los muchos muertos
de tantas fosas,
que se levanten,
que cobren vida los camposantos,
que llore Chavela,
que cante José Alfredo,
que se caiga el Juanga.
Tómense un trago
que estamos de fiesta,
festeja, madre,
que aquí no hay cuerpos,
que Comala no existe,
que esto es México.
A Raquel
Será que la escuchas
en el trinar de los pájaros
en la cortinilla de la radio
te la topas en un anuncio
del otro lado de la acera
se cuela convertida en un volante
por debajo de la puerta
¿Llega de noche?
Al afeitarse
al abrir el grifo
subir la cremallera
cambiar la llanta
¿Será en el váter?
a mitad del tráfico
al coger el móvil
al tomar el cambio
o será que llega con el alba
como un susurro
a mitad de un sueño
como el silbido
del viento
de una tetera
que estalla
que va en ascenso
¿Cómo lo piensas?
Cómo es que llega y se acomoda
en tu cabeza
esa certeza
¿Cómo se abre paso?
¿Qué caminos recorre para llegar a la acción
de materializarse
en tus manos
–sus manos–
la sola idea de silenciar
perpetuamente
de traicionar
de arrebatar la vida
a tu mujer?
Me pregunto cómo las guardan
si tienen un nombre
una foto
una fecha de fallecimiento
ascendente/descendente
las primeras o las últimas
o si más bien
las ubican
por localización geográfica
estado civil
raza, color, tipo de sangre
curp
número de folio
o código postal
si tienen un rostro o no son más
que un numeral
un código de barras
una huella digital
Antes de habitar para siempre en un archivo
gráfica
estadística
de un índice delictivo
y reducirse
a un mero dato
convertirse en un
simple y vil formato
registro sin futuro
ni propósito
ni caso
antes de dar un carpetazo
¿cómo las guardan?
Arden
las tortillas de harina sobre el comal
sobre el sobaco
sobre el carbón arde
a cuarenta y cinco grados
la carne asada
arde la piel
arden los pies
sobre la arena de sus playas bajo el sol
arden los hornos que cocinan los coricos
de cajeta, las coyotas
chocolate, higo, piloncillo
arde el trigo
por el valle en carnaval
al final de la cosecha
arde en la sierra el agave
las cabezas del maguey pal bacanora
que también arde en la garganta
–arden niños–
cada cinco de junio
arde la memoria
pero, vamos,
arden
las tortillas de harina sobre el comal
sobre el sobaco
sobre el carbón arde
a cuarenta y cinco grados
la carne asada
arde la piel
arden los pies
sobre la arena de sus playas bajo el sol.
Mayra Paredes. Caborca, Sonora, 1995. Licenciada en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Sonora. Cuentista y poeta en diferentes ediciones del “Encuentro de Mujeres Poetas en el Valle de las Letras por Sonora”; festivales de literatura como la Feria de Libro Hermosillo, Feria del Libro “Leer te hace más grande”, Festival Descaración “Abigael Bohórquez”, Horas de Junio, Encuentro de escritoras “Mujeres en su tinta”, Festival Cultural Santiago de Querétaro, Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ CDMX). Tutora y mediadora de lectura en el Programa “Transforma tu vida” del Departamento de Bienestar Social del Gobierno Municipal de Hermosillo. Fundadora de la Biblioteca Escolar “Mara Abdala”, a través del proyecto “Sembrando una biblioteca en mi jardín”. Fundadora y narradora del colectivo cuentacuentos “Sonora en prosa”.