Sincronicidades revolucionarias
La sincronicidad está presente en nuestra vida. Los números nos hablan y tenemos que estar listos para aprender a leerlos.
La sincronicidad está presente en nuestra vida. Los números nos hablan y tenemos que estar listos para aprender a leerlos.
Por Adriana Barba
Monterrey, Nuevo León, 16 de octubre de 2020 [00:01 GMT-5] (Neotraba)
Cuántas veces no le ha pasado que le llegan cosas o situaciones que ni siquiera le habían pasado por la cabeza. No tuvo ni una imagen, ni un sueño ni un deseo y de la nada –como por arte de magia– las cosas se acomodan solas y llegan a su vida, de una manera insospechable y muy ordenadita.
Me ha pasado varias veces en la vida y aún sigo pensando: ¿cómo pasó? De una manera natural, sin forzar nada, todo llegó con una chispa de felicidad que cambió todo el panorama.
Lo juro, pareciera que se asomó el mago de la lámpara y arregló aquello que te da tanta felicidad, que te hace suspirar, voltear al cielo y decir: Gracias.
Siempre he tenido una conexión especial con el pasado, y varias veces he externado mi cariño y admiración por las edificaciones construidas de 1890 a 1920. Aquellos muros fuertes, con los pisos llenos de vida me llevan a sentirme en un estado de paz, por mi mente pasan en segundos posibles historias de antiguos habitantes, trabajadores, luchando por sus sueños, igual que nosotros.
Hoy les quiero contar un poco de la familia Leos Pérez.
Pilar Pérez y Leonardo Leos, junto con sus dos hijos y sus dos mascotas, forman una familia armoniosa, unida y muy divertida. Conozco a Pili desde hace 5 años, excelente maestra y amorosa madre y esposa.
En varias ocasiones la escuché decir que se quería cambiar de casa. Era una idea, no había un lugar que ya hubiera visto o alguna casa de sus sueños ni nada por el estilo. Se había quedado solo en un deseo.
Aquí es donde entran las sincronicidades. Escribo esta palabra y suspiro: el 31 de enero de 2020, de manera mágica, se firma el trato de compra de una casa inigualable. No creo que con mis simples palabras les pueda expresar lo que sentí al entrar: las paredes llenas de historia y los muros tan fuertes como cuando defendemos a los nuestros. Les hablo de una casa construida entre los años 1895 y 1910, sin tener una fecha exacta ya que las escrituras se perdieron en la Revolución.
Meses atrás investigué casas de esos años de construcción en el primer cuadro de la ciudad de Monterrey, que tristemente están ahí olvidadas, viendo pasar el tiempo, muriendo lento, sintiendo la agonía de la soledad después de pasar años gloriosos. Solo algunas tienen la fortuna de tener un segundo o tercer aire, y eso le pasó a la casa de la familia Leos Pérez, con el Cerro de las Mitras enfrente y la Huasteca por un lado, llenarán de amor ese hogar, respirando aire limpio, viendo correr a sus anchas a sus mascotas, sentados en el patio contando historias.
En el patio de la casa, en el piso está marcada la fecha enero del 2001, fecha que marcó el amor de esta pareja.
¿Dígame usted si esto no es una señal de que la casa tenía ya tiempo esperándolos?
Y lo más importante el 31 de enero es un día especial para Pili pues ella nació ese día. Y el 31 de enero de 2019 su padre, caballero excepcional con una vida maravillosa, falleció. Y el 31 de enero de 2020 la casa de sus sueños les dio la bienvenida.
Creamos o no, los números y las sincronicidades siempre estarán en nuestra vida. Nos queda solo sorprendernos mirar al cielo y agradecer.