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Puebla, México, 6 de febrero de 2024 (Neotraba)

Muy en el fondo, quisiera ser uno de ellos en el futuro. Meter 3 goles, ganar el mundial. https://www.youtube.com/watch?v=LE2Bb1kPjxI&pp=ygUbY29wYSBkZWwgbXVuZG8gbGl0dGxlIGplc3Vz.

En mi facultad pasa algo gracioso. Tenemos que leer mucho, y casi siempre leemos a gente que con el paso de los años –y los planes de estudio– se han vuelto inamovibles. Figuras clásicas de la literatura. Desde textos como Odisea hasta Fausto, los primeros semestres. Hasta llegar al sexto semestre –el que curso ahora–, y la conversación se debate en los autores que marcaron el legado del siglo XX en términos literarios. Con figuras controvertidas como la de Borges y su afinidad política; G.G. Márquez y su violencia silenciosa contra la mujer; Octavio Paz y su mafia cultural, etc…

¿Separamos al arte del artista? Supongo que la respuesta es: a veces. A veces si el problema no ha salido de un decir; a veces si se trata de ciertas personas; a veces si la vista se hace gorda.

Realmente no tengo problema con ello, de no hacerlo viviríamos en un mundo cancelado, lleno de restricciones sobre qué o quién hablar. El mundo políticamente correcto se me hace corto de vista y largo de lengua. Saber que a veces podemos separar las cosas confiere ciertas ventajas también; una de ellas es ver el mundo con tantas ópticas como es posible, armar la realidad de amalgamas, reposar en el deseo de permanecer resonando muchos años. Ser un rockstar muerto.

Cada vez se hacen menos relevantes –cosa que también me alegra– no porque hayan dejado de ser buenos, sino porque no encajan en el pensamiento global. No están vigentes en el cómo ordenamos las cosas ahora. Y también considero que no tienen por qué. Todos ellos, buenos, malos, corruptos, violentos, deprimidos, y una larga lista de adjetivos adjuntos, fueron reconocidos en su momento por su relación con el mundo que fue testigo de su trabajo, no de su vida privada. Como seguramente pasará con escritores actuales en el futuro.

No sé por qué sucede. Tampoco espero contestarlo sin haber terminado mi tesis. Pero quiero creer que la gente muerta y relevante, son como los personajes en los cómics. Uno los encuentra por mera casualidad, casi sin quererlo. Y de pronto leemos antologías, nos enteramos de detalles de su vida. Construimos al personaje. Sin poderes metahumanos, pero sí con identidades definidas y reafirmadas. De pronto no es sólo un escritor, es El Escritor.

Decidimos si es un héroe, villano o antihéroe después del shock inicial. Cuando alguien nos revela detalles en otras perspectivas, suceden crossovers entre personajes, muchos salen mal, muchos otros sólo suceden. Pero construye parte de nosotros como espectador. A veces se vuelve familiar en el cómo interactuamos con las cosas que consumimos.

Estudio ahora a un señor aburguesado que quizá nunca tuvo la necesidad de reconocer la ciudad monstruosa en la que vivía, y que sin embargo pudo escribir obras basadas completamente en un espíritu de abandono y autodescubrimiento asolador. Justo como un reflejo del México de los años ‘50. Burgués, robótico, aislado, silencioso. Carlos Fuentes, como el rockstar muerto que ahora es, dejó su parte del trabajo; ver, escribir y esperar. ¿A qué? Nadie sabe. Todos esperamos.

El trabajo de una persona quizá no debe depender de cómo ha sido su vida. Pero sí debemos entender que hechos personales constituyen también parte de la obra, como andamiaje espectral. En ese sentido, todos los escritores son lo mismo; una casa llena de fantasmas. Depende de nosotros saber cuáles son parte del dolor de alguien más, y cuáles sólo quedaron ahí por mero accidente. Leer a gente muerta tiene la ventaja de que su vida se equipara a su obra, y ambas están a merced del que las lea.

Campañas de blanqueamiento o las oleadas de odio sobran –como hacer las paces con Octavio Paz. Siempre. Porque no importa qué logro opaque una relación de violencia, ni qué catástrofe mediática silencie una obra. La literatura se nutre de todas las visiones que ofrece un ser humano que vive, se equivoca, daña y es dañado. Toda perspectiva merece ser escuchada, comparada y estudiada desde el reconocimiento de la imperfección. Situarnos en una tarea específica y saber cómo leer según la necesidad planteada.

Al final leer no te hace mejor persona, pero tampoco dejar de leer. Aunque es cierto que ahora hay muchas más voces que tomar en cuenta, creo que siempre hay espacio para leer a los rockstars muertos. Al menos por mero bagaje cultural. Por morbo. Por ser humano un rato.


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