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Por Carlos Bortoni (@_bortoni)

Ciudad de México, 24 de noviembre de 2022 [00:02 GMT-5] (Neotraba)

El coche –que recorría el estrecho callejón en sentido contrario del que nosotros lo hacíamos a pie– se detuvo a nuestro lado y, desde el asiento del copiloto, una mujer asomó por la ventanilla para preguntar si había salida. Quise contestarle que no, que esto es todo lo que hay; que con un poco de suerte la muerte será nuestra única salida, pero que hay quienes insisten en aniquilar la escasa esperanza que nos queda y amenazan con la vida eterna; que todos estamos atrapados en una Banda de Möbius, en una rueda de hámster diseñada para que podamos movernos sin llegar a ningún sitio; que el mercado es la única utopía que se mantiene viva, y que accedemos a ella pagando a meses sin intereses; que las redes sociales ha remplazado la necesidad de fantasear con otras formas de vida, con otros lugares, con otras posibilidades; que el descubrimiento de América fue el ultimo momento en el que la humanidad pudo expandir sus horizontes, pero que después de la ruptura epistemológica que implicó, la misma humanidad logró restablecer el orden y mitigar su impacto, insistiendo en evangelizar o exterminar al otro; que no tenemos para donde hacernos; que todo está dado, los movimientos calculados, las posibilidades definidas; que a lo mucho podemos aspirar a que nos dejen en paz; que no hay salida. Pero no pude. –Topando con pared a la derecha –dije. Dio las gracias, arrancaron, y nosotros seguimos caminando.


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