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Nuevo León, 27 de febrero de 2024 (Neotraba)

Todas las fotos son de Alex Ortiz

Ella es malandra. Ella es diabla. Satánica. La Campuzano Darks en formato mini. Petite. Alteradona y bandida. Su bato tiene pinta de esos weyes que no resuelven. Ella me prende.

Previo al Muertho de Tijuana: Necro Lamedor Clitoral, banda de pornogore deathgrind. Style muy similar al de la banda Checa Gutalax. Bastante bizarros. Máscaras de cerdo, condones inflados sobrevolando y rolas como “La virgen del clítoris” o “Atracción por los enanitos gays” entre el fino repertorio.

A la Campuzanito Darks alguien le quebró una uña. O algo por el estilo. En todos mis videos aparece emputadísima. La grabé a propósito. La escena es exquisita. Ella reacia y el inútil de su bato intentando contenerla. No le entres a la perrada. No te ganches mami. Dale relax. Pero ella es entrona. Dura. Ruda. Viste de piel sintética. Su wey me parece patético. De buena percha y mucha energía femenina en un solo individuo. Déjala ser cabrón. Pienso.

Quiero verla entre la inmundicia. Su bato no suelta la caguama. Un wey le cae encima a La Campuzanito Darks. Se altera. Su wey ondeado. Ella quiere armar putazos. Hacer arder todavía más el inframundo.

La llevan por otra chela. Nada la apacigua. Ella está al límite de la efervescencia por el degenere alrededor. Su mini y pantimedias negras se le miran sensualonas. Su chamarra de vinipiel ajustada le va. Es sexy. Maquillaje de Morticia. Labios carnosos y carmesí. Se me antoja lamer su nariz respingada.

El Beto’s Bar es deleznable. Todavía era menor de edad. Me llevó por primera vez un man de esos jipiosos que te venden artesanías, collares, pulseras, cuarzos y un estilo de vida desenfadado y “cultural” por las calles del centro.

Aquí encuentras todo tipo de faunas. Te colman en abrazos o putazos a la entrada. Abrazos hediondos. Prefiero los golpes. Podría sin problema salir de aquí algún tipo de virus o mutación a desatar el fin del mundo. Seguro después de estas líneas me añaden a la lista fluorescente de las personas no gratas para Beto’s Bar, que cuelga de la barra. Destacan varios personajes singulares y exóticos. Algunos extintos. Ya varios chuparon faros. Nuvia, Ale Punk, Chabela, Becerra, Mitzue, Bachas, Zombie, Santiago, Pájaro y Walther.

Quizá tiempo atrás de mi primera visita el Beto’s Bar era todavía más underground. Igual vi a mucha banda monear y darse toques de una forma muy casual. No era la fresada en lo que se ha convertido hoy. Punto de encuentro de algunas “fotógrafas de calle”, por poner un ejemplo, que ni diminuta idea tienen de lo que es el barrio. Las sobras. Un sector de la sociedad corrompida que por aquí merodea. La pretensión detrás de su lente lo destruye todo. Ojalá nunca les metan un susto a las hipstersillas esas. Quiten del mapa el atractivo turístico Beto’s Bar por lo que más quieran. Mínimo Adrián Marcelo llegó repartiendo varo por chupar mingitorios. Colabórenle un chisguete de la Kawasaki a los del Club del Vasito. Si vienen a retratar correosos, mínimo sean capaces de crear vínculos. Compartan el caguamón. Abracen a la Shakira. Despierten a los incautos a punto de ser bañados por agua encharcada y maloliente de las hieleras. Siempre siempre siempre compartan fluidos. Os hará libres.

Refugio y reunión de algunos de mis ex y sus amantes. De mis enemigos imaginarios. Y de una que otra churpia que se cree bandida y poeta solo por andar valiendo madres en las cantinas. No tengo dudas de que quienes abarrotamos esta piquera somos el dolor de huevos de la familia. No tenemos chamba, ni casa, divorciados o viudos, estamos morros, tocamos en los camiones, llegamos por moda, a robarnos internet o hacemos “periodismo”. Una de tantas. U otras más.

Debo confesar que alguna vez me gustó. Fui bastante asidua al lugarejo. Las guamas azorrilladas me sabían a gloria. Baratas y bien muertas. Al final uno detesta los lugares donde prendió fuego en medio de los lúgubres y nauseabundos rincones y puntos ciegos del sitio con algún amorío. Fueron varias cantinas testigos del deseo desenfrenado que nos teníamos.

Muertho de Tijuana. Foto de Alex Ortiz
Muertho de Tijuana. Foto de Alex Ortiz

Nunca me vi motivada por la patética idea de coincidir con “eminencias” culturales, musicales o intelectuales recurrentes. Yo solo quería chelear, fumar y escuchar música. Una vez un ligue me dijo que le encantaba poder llevarme a lugares así, que cualquier otra morra no entraría ni por error. Le di next. Muy tacaño de su parte. Baygon.

El Café Nuevo Brasil, El Chac Mool, El Campanario, El Beto’s Bar, El Wateke fueron los bares que me vieron ir y venir de mis días de facultad tanto como a los albañiles de las obras aledañas. Yo tenía a mi gente. Mi raza. Mi explosivo carácter y poca paciencia de lidiar con otra calaña de borrachos cantineros me hubiera ahorrado jetas de bandita muy nefasta. Para entonces aún me daban miedo las cantinas de ficheras. Entre eso y que cuando se me sube la cheve me pongo necia y me dan ganas de putear a la banda de la nada.

De no ser estrictamente necesario no caigo aquí. A menos que se armen una buena tocada.

Debí omitir el intro de lo mucho que aborrezco el lugar y mi debraye mental. Pero caí pa aborrecerle aún más. Apenas llegué y una morrita “Doña Vergas” me empujó en la entrada. Traigo la mecha corta. Este sitio sigue oliendo a humedad, botana rancia, ceviche echado a perder, toalla sanitaria usada, esperma, cloaca, caca de rata y orines.

Pinche vieja. Pensé. Estas morritas de la fresada actual no se han topado con pared.

Suspire del arrebato. ¡Puta madre!

Volteó el Marrano. Estaba delante mío pagando el cover. Cien pesillos. Parejo. La banda vea o no al Padre Celestial paga cover. El Marrano según nomás de paso. Puro pedo. Nos compramos unas Cartitas y nos fuimos a chelear al patio. Marranito casi casi forma parte de la escenografía del lugar. Digno ya de un cachito de pared con su cara pintada y una velita en caguamón de ofrenda. Verme no le dio tanto gusto. Se terminó haciendo muy compa de mi ex. Igual tiró paro un rato acompañándome.

En la rocola de adentró están bien actualizados con los corriditos belicos. Sonaba “La diabla” de Xavi. “Eres una diaaa aaaaaa blaaa, mira aa cooomooo baaaaiiii laaassss”

Al Zurdo le castran. El Zurdo es el wey de la barra. Malencarado. De pocas pulgas. De vez en cuando de buen humor. Pero si se trata de cumbia, vallenata, tumbados, trova o reggaeton te manda al carajo y te quita las rolitas. Alguien quitó “La diabla” y los finos y delicaditos de oído aplaudieron la hazaña. Un día le voy a caer con un varo a poner puras rolitas del Natanael Cano y Lana del Rey.

Al llegar al escenario del patio recordé por qué de buenas a primeras no había querido caer al evento. Las bandas previas me dan pereza. Eran seis. ¿Quién chingados mete seis bandas pa abrir? Considero que llegué a buena hora. Al menos las últimas tres banditas hicieron más amena la espera. En el escenario estaba Mond Casanova. Con una morrita en tanga y de perrito echada en el concreto. Tenía una pinta de Mía Marín pero chaparrita. Sus nalgas fueron lo primero que vi. Después una caguama entera estrellarse sobre mi cabeza y el líquido derramándose por mi rostro. Pedazos de cristales marrones en el suelo. Un pobre diablo tirado encima. Con la cara mal pintada igual al Muertho. Valiendo madre. Tantas invitaciones a caer al lugar eran una señal y camino pero al infortunio.

No se la hice de pedo. El infame cayó del escenario. No le tanteo. Es apenas un morrito. Pobre diablo. Peor es caerse y soltar la cagua entera. Me mareé. Lo confieso. Pero al menos ya sé que mi cabeza dura (sin albur) aguanta un putazo de un caguamón. Las burlas y el carro me dan lo mismo. Aquí todos somos la misma escoria.

Muertho de Tijuana. Foto de Alex Ortiz
Muertho de Tijuana. Foto de Alex Ortiz

Mond es un actor porno de la ciudad. Tiene rato con éxitos teiboleros con rolas como “Mueve la cesárea”, “Por el orto” o “Bollo y durito”. Más que una propuesta musical es un retrato de los bajos mundos con todo el folclor de los sonidos urbanos y representativos de la zona combinados con la cadencia de una rola digna pa la pista de baile.

Otro par de bandas más. Los de casa. Los de siempre. La pinche espera eterna. Ya merito.

En una de esas idas incontrolables al baño. Tras una larga fila. Vi a un bato. Me gustó. Resultó ser uno de los músicos de los Necro Lamedor. Chale. Ya mero le perdonaba lo chaparro. Pa colmo es el bajista.

Ponte al tiro en el baño. Me dijo la Sam. Te vas a encontrar varo. Una morra lo tiró. ¿Y por qué no lo agarraste wey? Le dije. Es que pensé en que me está viendo diosito wey. No mames. El Beto’s no figura ni en los planes de Dios. ¿Qué chingaos te va a andar viendo?

La Sam me encontró en el Beto’s. Caí por su invitación y la de otros dos weyes que al final no fueron. Salí de jalar de la cantina temprano, no tenía evento y pues traía varo. No siempre uno se puede dar esos lujos.

No encontré varo. Pero vi al chaparrito ese. Y fantaseé con los viejos tiempos. Ahorita ya no me la fleto ni me sale la tirada. Ta sabroso pero no urge. Ha de ser casado, por eso me movió el tapete, pensé. Puta suerte.

Volver hasta adelante del escenario fue un pedo. Detrás mío había unas parejitas re castrosas que no dejaron a mi clica acercarse conmigo al frente. La bandida que se quedó a cuidar los lugares de su bato y sus amigos se puso bien perrita. No sé cómo existen todavía personas que miden 1.50 intentando hacérmela de pedo. Mido 1.77 y peso unos ochenta kilos. Sin contar que tengo la mano pesada y cero tolerancia. ¿Cuál es el pedo? Pásate pa adelante. ¿O qué te caga? Le dije. No hay pedo, me dijo. Hay muere. ¿Tons? Me volteé emputada.

Total. Mi banda viene a pasarla bien. No tiene que demostrarle nada a nadie. Se echaron pa atrás y procuré cagarles más el palo a ella y a su banda. Soy cabrona.

La bronca se escurre por doquier. Adelante había otras dos parejas. De ta ta ta Tamaulipas. Cometí el error de crear contacto y cruzar miradas con uno de esos batos. Me gustó su gorra. Era de Brujería. Apenas un día antes andaba buscando una gorra de la banda. Me perdí esa tirada de Brujería en Monterrey por irme a cubrir a La Bichota.

La compré en la entrada. Me dijo. Regresé a buscarla. Solo había dos. Las compraron los batos. No tenía gorra y ahora tenía al más chaparro de los dos buscándome con la mirada sordeada. Pa que no lo viera su ruca. Me daba miedo hacerle jetas. Era evidente. Preferí sonreír. En una de esas traiban fusca. No vaya a ser.

Se armó el mosh. Los Necro armaron su performance con pulseras neón, globos de salchicha, y serpentinas de colores en aerosol para simular eyaculaciones sobre la cara de los asistentes.

No mamen raza, van a matar al Muertho. Grita un wey. Ya se dirige al escenario. Se desplaza entre la banda. Se deja hacer fotos. Con la mirada fija y perdida en algún punto. Sube. Y aunque Los Necro aún no bajan. Se roba la atención. Le gritan. Le declaran amor. Le hacen sucias propuestas. Le lamen los pezones. Lo huelen. Casi creo que quieren comerle el fundillo. Somos un montón de degenerados.

Sube. Trae una guitarra y a su ratita trisexual en manos. Beats repetitivos suenan en sus canciones. La guitarra hoy es un plus. Al intentar afinar suena Celso Piña de fondo. La cumbia de la campana combinada con los beats del Muertho suena guapachosa. “Suena, suena y emociona” Probando, probando, Celso Piña.

El intro con una rola de Kiss. La bienvenida a la perversión con “I Was Made For Lovin’ You”. Aprovecha para acercarse con sus seguidores. Le pasan una cagua. Le da un buen trago. Nos salpica de morbo. Se posiciona de vuelta a su lugar. Y comienza su primera rola con un sonido sepulcral.

“Chingue su madre Tampico Madero, bola de jotos”. Les grita a los batos frente a mí. Auuuuu. Pinche viejo decrépito le gritan. “Vampiro Gay” es la canción con la que arranca.

“Es mejor el Rock and Roll, a un vampiro le gusta más el rock. Es mejor el Rock and Roll, los vampiros son eternos por el rock”.

Nos la raya, nos pinta el dedo, nos atiborra de bendiciones. Medio la arma con la guitarra. El humo barato que sueltan en el escenario le da el toque dramático a la atmósfera. Todos aquí huelen a humedad. Me bañé de mi Baccarat imitación y siento que ya me impregné del mismo olor a sudor, sexo y vómito que se percibe en el aire.

Una presentación anterior en Nodriza Estudio me subió al escenario a cantar “De rodillas perro” (Canción Bisexual). Cringe el que me dio de ver a uno de esos “poetas” locales hasta las chanclas cagando el show del Muertho. Le tiró todo. Pobre wey. Ahora al menos le acompaña un hipster que le protege el perímetro y graba stories pal IG.

“A Catemaco voy a ir para que tu vuelvas a mi de rodillas, papasito. De rodillas, chiquitito. A un brujo yo le pagaré para que tu vuelvas a mí. De rodillas, chiquito. De rodillas mi amorcito. Vas a volver perro”.

Esta canción la compuse allá en el canal de las aguas negras. Eso me vale verga, le gritan. Arriba el malacopa. Hay que ponernos malacopa esta noche para mandar a la chingada el estrés. Nosotros nos hacemos viejos pendejos. Y el beat electro dark de “Viejo decrépito” inicia. Es un himno. “Viejo tonayero y hasta maricón”. El beat continua. Pone una silla al frente. Se trepa. Comienza a desnudarse. Pienso que Almodóvar se queda corto de ver semejante escena. Maquillaje de cara blanca, pintas negras y chafas al estilo Kiss, con su cabellera blanca de viejita pensionada y abandonada. Greñas de muñeca vieja. Trae puesto un pantalón de vinipiel. Una especie de bra enrollado que apenas forma una franja que cubre sus pezones. Lleva una capa larga y negra. Bikini negro.

Antes de bajar por completo la ropa interior se agacha levemente. Recorre su pene y sus testículos hacia atrás. La morra que me aventó en la entrada sube al escenario. Todos graban la escena. La toma de la cabeza y la empuja hacia su pelvis. Felación simulada. Voltea hacia la banda y se relame los labios. Un trofeo. Acto imprescindible del show. No me había tocado el desfiladero de morras aproximarse a su sexo. No me agrada siquiera la idea de imaginar el hedor. Le besuquean, le chupan, le acarician y se persignan.

A la siguiente rola se sube la Campuzanito y la morrita de la entrada. En lo que el Muertho le sigue averiguando a la guitarra ellas bailan. La morrita no duda en agasajarse a la Campuzanito. Le pasa las manos por las nalgas y se la repega. Le baila. Levántenme el rating cabronas, les dice el Muertho. ¡Beso, beso, beso! Gritan.

El calor sube y la Campuzanito se quita la chamarra. Descubre el escote de su espalda presumiendo un dragón rojo tatuado que la morrita le besa. Entre miradas voltea la Campuzanito a ver a su wey en busca de la aprobación del beso. Le da igual. Se besan. La morrita se quedó tiesa. Se le hizo agua el asunto. Ahora todos queremos beso de tres.

Se besó hasta con el Muertho la Campuzanito. Ojalá se la coma a besos su bato al salir.

Muertho de Tijuana. Foto de Alex Ortiz
Muertho de Tijuana. Foto de Alex Ortiz

Me apresuro al baño. Otra vez la pinche fila. Se me fue la mitad del show en la fila. Volví para encontrar al Muertho con un dildo tamaño morirás entre manos. Toca la última rola. Se le amontonan pa otra foto. A una amiga de la Sam le urge el baño. Y dale con la fila. En eso la morrita llega en modo patrona y se las brinca a todas. Se la hacen de pedo. Nadie la detiene. Si yo hubiera sido la que sigue la hubiera regresado de las greñas. Las luces se apagan. Nos empiezan a gritonear y empujar para salir.

Que tengan que correrte del Beto’s Bar resulta muy bajo y vil, me dice la Sam. Juimonos.

Te quiero mucho padre vampiro gay.


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