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Foto de Aracely Garza.
Foto de Aracely Garza.

Por Berenice Aguilar

Puebla, México, 21 de mayo de 2020 (Neotraba)

Un debate reciente en las redes sociales hizo que me cuestionará sobre tres temas actuales y fundamentales. La duda se cierne con la siguiente pregunta: ¿fundamental para quién?

De acuerdo con los filósofos clásicos, el ser humano, llevado por la admiración y la curiosidad, se mueve en busca del conocimiento. Quizá sea la curiosidad lo único de valor que contengan las siguientes reflexiones.

Estar todos los días en las redes sociales implica, necesariamente, un nuevo debate. Uno se va a dormir con la ilusión de “estar al día”, con las noticias calientes del momento, sólo para despertar con esa interminable lluvia de actualizaciones (buenas o malas), comentarios, opiniones y reacciones. El debate que captó mi atención, quizá por cómo me interpeló, sucedió hace algunos días. Con esto no quiero decir que sea el más importante, pues existen otros más necesarios e imperantes, como la resistencia del Gobierno mexicano a las energías renovables o desviar la atención del tema de violencia de género por parte del presidente.

Abro un gran paréntesis: personalmente no me gusta dejar mis inquietudes o pensamientos dentro de la ilusión de la neutralidad de la que hablaba Simone de Beauvoir, la cual, en su etapa activa, formula la necesidad de elección y de compromiso con la elección tomada. Porque no hacer o no decir es también una elección. Pretender no hacer nada implica dejar que los otros anónimos decidan por ti, callar es ceder. En otras palabras y dicho con el refrán popular “el que calla otorga”. Cierro el gran paréntesis.

Fueron los comentarios sobre la censura[1] de unas canciones –condenables y reprobables, realizadas por un personaje masculino, al que muchos tachaban de “posible feminicida” o “narcisista sociópata”–, la motivación para la presente columna. Estaría de más dar el nombre.

La censura hacia este tipo de canciones, sin pensarle mucho, parecen aplaudibles. Sin embargo, pone en tela de juicio tres temas:

  1. feminicidios,
  2. libertad de expresión,
  3. el arte y la censura.

Espero llevar las siguientes líneas con una amplitud de sentido y de horizonte, manteniendo mi postura, la cual, se entenderá entrelineas.

En esta primera parte me gustaría abordar el tema del feminicidio, necesario para esta reflexión. Podríamos preguntarnos ¿por qué? La respuesta no es muy complicada, a diferencia de Hegel o Kant. Lo retomo porque las canciones hacen alusión directamente a un problema de la realidad inmediata, es decir, los feminicidios.

¿Qué es un feminicidio? De acuerdo con la página oficial del gobierno de México –quizá no sea la más adecuada, pero hay que observar, nuevamente, nuestro contexto inmediato–, es “la muerte violenta de las mujeres por razones de género […] es la forma más extrema de violencia contra la mujer y una de las manifestaciones más graves de la discriminación hacia ellas”.[2] Continúan con las especificaciones de cómo determinar si la muerte de una mujer debe de ser catalogada como feminicidio o no (entre el ser, el no ser o el llegar a ser, debería de llamarse).

Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
Foto de Pascual Borzelli Iglesias.

Siguiendo con la realidad inmediata, el estado de Puebla, de acuerdo con el periódico El Universal[3], en el año 2019 fue el segundo estado a nivel nacional en donde se cometieron más feminicidios. La Jornada de Oriente[4] nos indica, por su parte, que en los primeros dos meses del año 2020 se cometieron 21 feminicidios. Destacando el papel de las parejas sentimentales, las cuales, de acuerdo con los familiares de las víctimas, fueron los responsables.

cuerpos de hombres en un lugar confinado en el que estamos encerradas, con ellos, pero sin ser como ellos. Nunca iguales, nuestros cuerpos de mujer. Nunca seguras, nunca como ellos. Somos el sexo del miedo, de la humillación, el sexo extranjero. Su virilidad, su famosa solidaridad masculina, se construye a partir de esta exclusión de nuestros cuerpos, se teje en esos momentos. Es un pacto que reposa sobre nuestra inferioridad. Sus risas de hombres, entre ellos, la risa de los más fuertes, de los más numerosos [5]

Sexo del miedo y de la humillación: la primera característica para reconocer un feminicidio es “que la víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo”. La violación, entonces, se vuelve un requisito indispensable. Virginie Despentes, en Teoría King Kong, parafraseando a Camille Paglia (Endicott, 1947), sostiene que “es un riesgo inevitable, es un riesgo que las mujeres deben de tener en cuenta y deben correr si quieren salir de sus casas y circular libremente”. Paglia propone “pensar la violación como un riesgo inevitable, inherente a nuestra condición femenina”.

Y es que los casos acumulados en un país como el nuestro pueden llegar a corresponder con una visión tan criticada y censurada por diversos grupos feministas, visión que Despentes proclama como una liberación. “Paglia permitía imaginarnos como guerrilleras, no tanto responsables personalmente de algo que nos habíamos buscado, sino víctimas de algo que podíamos esperar cuando se es mujer y se quiere correr el riesgo de ir al exterior” (pp. 35-37).

Aun compartiendo ciertas ideas con Despentes, ésta, precisamente, me hace reconsiderar y repensar. Un tema fácil, no lo es. Hablar de algo inherente supone universales dados, ideas absolutas. Como si esos roles hubiesen sido “dados” y no aprehendidos[6]. También supone cierto orden permisivo, en donde en lugar de ser la víctima se tiene que aprender a vivir con ello y pasar página. Boys will be boys. Pero, ¿qué sucede cuando la violación no es únicamente perpetrada?, ¿cuando la violación no es suficiente?, ¿cuando miramos a los números, a las estadísticas y ninguna mujer está a salvo? ¿Deberíamos aprender a vivir con ello?

Para mí la respuesta es negativa. Si bien todas estas prácticas se introdujeron hace varios miles de años como tácticas de guerra y política, no las hacen menos devastadoras. La realidad es que aún queda un gran camino por recorrer. El debate ha comenzado y, como todo gran tema, tendrá grandes adversarios.

Pero, ¿debemos, a favor de la libertad de expresión, dejar que cualquier persona suba a la web cualquier tipo de contenido, aunque resulte violento, vulgar y repulsivo? ¿O las normas tendrán que ajustarse para dejar de promocionar este tipo de contenidos, buscando cómo seguir garantizando –la famosa y anhelada por todos los individuos– libertad de opinión/expresión? De ello hablaré en mi siguiente columna.

Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
Foto de Pascual Borzelli Iglesias.

[1] Sobre el debate que pueda provocar la palabra “censura” hablaré a detalle más adelante. Por lo mientras, cabe decir que existen muchas acciones en las redes que se pueden presentar como discursos que evitan un choque entre las personas. Para mí, sin analizar demasiado estas actitudes o acciones como el machismo, las violaciones, censurar está bien, pero se continúa con un juego macabro y de imposición. Es decir, no hay libertad de expresión porque todo debe de entrar en estas cláusulas.

[2] ¿Qué es el feminicidio y cómo erradicarlo? (2014). Recuperado 17 de mayo de 2020, de https://www.gob.mx/conavim/articulos/que-es-el-feminicidio-y-como-identificarlo?idiom=es

[3] https://www.eluniversal.com.mx/estados/puebla-segundo-estado-donde-se-cometen-mas-feminicidios Recuperado el 20 de mayo de 2020

[4] https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/feminicidios-en-puebla-4/ Recuperado el 20 de mayo de 2020

[5] Despentes, V. (2018). Teoría King Kong (Literatura Random House) (Spanish Edition) (001 ed.). Ciudad de México, México: LITERATURA RANDOM HOUSE.

[6]Utilizo aprehender entendido como primer acto de intelección, de lo inmediato sin análisis.


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