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Guardia. Foto de Estela Hernández.
Guardia. Foto de Estela Hernández.

Por Vane Juárez

Puebla, México, 11 de abril de 2020 (Neotraba)

En tiempos del coronavirus, a pesar del distanciamiento social, podemos permitirnos hablar de amor. La historia de Eliza y Alexander es la que quiero poner en su atención hoy.

Elizabeth Schuyler fue la cofundadora y directora del primer orfanato privado de Nueva York; ayudó a recaudar fondos para el monumento a Washington y se dedicó a preservar el legado de su esposo. Se casó con Alexander Hamilton, padre fundador de los Estados Unidos.

Un mal día de 1804, Alexander perdería la vida a causa de un duelo por honor contra el vicepresidente Aaron Burr. Eliza le sobrevivió 50 años, en los que recordaría a su esposo y honraría su memoria. Reorganizó todos sus papeles y escritos, y consiguió la publicación de la biografía de Alexander a pesar de todas las contrariedades. Al final de sus días, con problemas de memoria, seguía recordando vívidamente a Alexander. Los textos de su esposo le eran tan preciados que en su collar llevaba piezas de un soneto que él le escribió los primeros años de noviazgo. Murió en 1854.

La siguiente es una carta de Alexander Hamilton a Elizabeth Schuyler, fechada dos meses antes de su casamiento. Por sus ocupaciones como soldado al servicio de George Washington, tuvieron un periodo de distanciamiento, del que se preservan algunas cartas. De esta forma, por medio de la escritura, Alexander conquistó más a la ya encantada Eliza. La traducción es de mi autoría.

La carta se encuentra al acceso público por medio de la página en internet de los archivos nacionales de los Estados Unidos.[1]


Tappan, Nueva York, 5 de octubre de 1780.[2]

Te lo he dicho, y te he dicho verdaderamente que te amo demasiado. Absorbes mis pensamientos de manera tan íntima como para permitirme pensar en otra cosa –no sólo ocupas mi mente todo el día; te introduces en mi sueño. Te encuentro en cada sueño –y cuando despierto no puedo cerrar mis ojos otra vez por reflexionar sobre tu dulzura. De hecho, esta es una muy linda historia de cómo voy a ser monopolizado por una doncella de cabellos marrones como tú –y de cómo pasaré de ser un estadista y soldado a un amante insignificante.

Creo con mi alma que eres una hechicera, pero he tratado en vano, sino para romper, al menos debilitar el encanto –mantienes tu imperio a pesar de todos mis esfuerzos– y después de cada intento de retirar mi lealtad de mí mismo, los trozos de mi corazón aún regresan y se aferran a ti con mayor apego. Trato de dejar de pensar en mi niña encantadora, pero te vuelves más querida para mí cada momento. Estoy cada vez más y más infeliz e impaciente ante la dura necesidad que me aleja de ti y, sin embargo, la perspectiva se alarga a medida que avanzo…

Esperaba que nos pudiéramos encontrar en el medio, pero ahora me temo que será en el último extremo. Aunque el periodo de nuestro encuentro en realidad se acerca, parece estar más lejos. Entre otras causas de inquietud, temo que lo imagines, cedo fácilmente a las barreras que nos tienen separados; pero si tienes ideas así, debes desterrarlas y reprocharte la injusticia. Un espíritu entrando en la dicha, con el cielo abriéndose sobre todas sus facultades, no puede anhelar más ardientemente el regocijo que yo, mi querida Betsey, para deleitarse con el cielo que me espera en tu regazo. ¿Es mi lenguaje demasiado fuerte? Porque es una débil imagen de mis sentimientos –no hay palabras para decirte cuánto te amo y anhelo– sólo lo sabrás cuando nos encontremos en los brazos del otro y tomes esas deliciosas caricias que el amor inspira y el matrimonio santifica…

Al menos debería tener noticias tuyas en cada carta, la última que me has enviado es tan antigua como lo son ya los mediados de septiembre… Te reirás de mí por preguntarte sobre nimiedades; pero quiero saber si preferirías que recibiera la bendición nupcial en mi uniforme o en un hábito diferente. Será justo como lo quieras, así que consulta a tu capricho y a lo que tú creas más consistente con la propiedad. Si quieres seguir nuestro plan de casarnos en secreto, el escrúpulo debe parecer enteramente tuyo y deberías comenzar a darme pistas de eso…

Estoy componiendo una pieza, para la cual… me esforzaré por convencerla[3] para actuar el personaje principal. El título es “La forma de obtenerlo, para beneficio de todas las mujeres solteras que desean casarse.” Le preguntarás si tiene objeción en participar en esta pieza, y te dirá, si no me equivoco con ella, que no tendrá ninguna. Por tu parte, tu trabajo ahora será “La forma de conservarlo” –que se dice es la tarea más difícil; aunque en tu caso creo que será realmente fácil y que para tener éxito efectivamente sólo tendrás que desearlo sinceramente. Ojalá tenga éxito en complacerte, y que seas tan feliz como siempre quisiera hacerte.

A. Hamilton

5 de octubre del ’80

Te prometí una cuenta particular de Andre[4]. Estoy escribiendo una sobre todo el asunto, de la cual te enviaré una copia.

Ángel. Foto de Estela Hernández.
Ángel. Foto de Estela Hernández.

[1] https://founders.archives.gov/documents/Hamilton/01-27-02-0001-0003

[2] En la fotografía de la carta original, puede notarse como Alexander sobrepuso el “5” a un “6”. En el respaldo de la carta puede leerse “5 de octubre”.

[3] Aquí hace referencia a la hermana de Elizabeth, Margarita.

[4] El Mayor John Andre, jefe del servicio secreto británico y amor de la adolescencia de Eliza. Alexander prometió tratar de ayudar a Andre, incluso rogó a Washington que le concediera un último deseo a Andre antes de ser fusilado, sin éxito.

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