Hacer de tripas corazón
Armando Palomas continúa con su gira de despedida de los escenarios. En esta ocasión visitó Zacatecas y Clars escribió una crónica de este concierto.
Armando Palomas continúa con su gira de despedida de los escenarios. En esta ocasión visitó Zacatecas y Clars escribió una crónica de este concierto.
Texto y fotos por Clars
Nuevo León, México, 6 de octubre de 2023 (Neotraba)
La caminera no se le niega a nadie. Se acepta a medias. Como no queriendo. Un poco en contra de tu voluntad. Otro poco con las ganas que tienes de quedarte. Las noches de canciones ya no suman. Restan. Las luces de los escenarios que no volverán. Se apagan.
Él es un rara avis de la música mexicana. Lo mismo de entre los grandes compositores de México. Navega más allá de la belleza y lo estético líricamente hablando.
Zacatecas de vida apacible. De andares en silencio. El Cerro de la Bufa al resguardo. Cúpulas y campanarios. Transcurrir de la vida cotidiana. El eco de las risas de los niños que aparecen y desaparecen entre los callejones. Historias de amantes de paso. De corazones en combustión.
Libertad en dos ruedas. Pistones en movimiento. Convergen en la Plaza de Armas los motociclistas en busca de música y rock and roll. Un fin de semana lejos de las grandes ciudades. Carretera, viaje, libertad.
Apostaría porque no todas sus mañanas huelen a desesperanza. Que estas despedidas son imaginarias.
Luego la inalcanzable estabilidad personal. Por la vida de quienes nos necesitan. La realidad compleja e inasible. Inmutable aceptación. Hacer de tripas corazón a lo que queda del viaje, después de treinta años.
Morir a los treinta es bastante seductor. El simulacro puede parar en cualquier momento.
Mis padres ni siquiera me habían concebido cuándo en algún rincón del país, Armando ya se convertía en un gran referente de la música en México.
Mamá ya no me despierta con un beso, ni mi padre me brinda el primer abrazo de cumpleaños. Hoy quiero estar lejos de casa. Brindar en alguna habitación en silencio. Hacer de la música una canción de cumpleaños. Los aplausos que no me pertenecen son una cálida caricia. Y las luces del escenario como la luz de las velas que no apagué.
La tentadora oferta de seducción. Por el oro perdido. Llegar acá no es casualidad. Hoy llegué a los treinta. El horóscopo de la Mhoni Vidente me augura un viaje. Respirar otros aires. Es como si cumplir treinta pueda desbloquear la superstición. Las epifanías emanan desde el asfalto de las carreteras.
Armando posee una inteligencia, memoria y sentido del humor innegable. Una charla con él es vivir en carne propia pedazos de la historia del rock en México. Esta noche comparte escenario. Transmetal y Rostros Ocultos. Al caer la noche la Plaza de Armas y sus alrededores a reventar. Los motores de las motocicletas resuenan.
Habitar otros infiernos era a los veinte. Ahora hábito los propios. Algún poeta lo dijo una vez. Los poetas jóvenes circundan realidades ajenas. No existe hasta entonces algo claramente definido entre sus letras. “All the colors of poetry come from hell”.
Por ello decidí venir. Tomar mi cámara, ir a un concierto y conservar un registro. No lo considero molestia. Hacer fotos y compartir lo que observo. En todas partes hay historias.
De Monterrey a Zacatecas fueron seis horas por carretera. No acostumbro viajar ligero. Hago el intento. Quiero llegar con el suficiente tiempo para dar un recorrido por la ciudad. En los locales suena mucho la música urbana. El Haragán, Liran Roll, Charly Montana…
Sonrió. Por las formas extrañas de mi andar en la vida. Y las coincidencias. Tenía unos veinte cuando trabajé de cerca y entrevisté a bastantes personajes representativos del rock en México. Batiz, Tex Tex, Luzbel, La Bostik, Interpuesto, Jessy Bulbo… En mi rancho no es común encontrar ese soundtrack en cualquier piquera. Una vez también entrevisté a Alex Lora. Se cuece aparte. Nunca he sido fan de El Tri.
Relatos fantásticos. Las leyendas y el misterio se perciben. Camino sobre la Calle Hidalgo, a algún sitio me llevará. A esta tierra no he llegado en busca de oro ni plata. Ni a divisar desde lo alto al enemigo. De las últimas batallas. El enemigo soy yo.
De nueva cuenta al ruedo en un concierto de Armando Palomas. Tomo mi tiempo. Armando y su equipo llegan apenas al soundcheck. Lo escucho desde la habitación. La Plaza de Armas justo enfrente. Voy por algo de comer, el dueño quiere cerrar temprano. Quiere llegar a tiempo a tomar buen lugar para el show de Armando. Llama a su hijo, subió temprano al Cerro de la Bufa. ¿Cuánto te falta? Apúrate. Todavía alcanzamos lugar. Su esposa le recuerda las incontables veces que Armando Palomas armó la buena fiesta en Zacatecas en la cercanía con sus seguidores. Nomás los recuerdos quedan, dice la canción.
Hay un amor y cariño muy arraigado para Armando en los corazones de sus seguidores Zacatecanos.
En el lobby del hotel le espera su banda y su staff. Todo listo para comenzar. Armando impone con su presencia. Le brinda la total confianza a sus músicos y su equipo.
La vista desde el escenario es maravillosa. Las luces de la iglesia. La noche. Un cielo bastante despejado y claro. La luz de la luna.
Corean en repetidas ocasiones el nombre de Armando. Le gritan. Le lloran. Le aplauden.
Una hora de show es poco. Nada. Casi nada. Promete volver. Por la caminera.
La ley también corea el “Himno Pacheco” y es que de ese viaje muchos se bajan pero pocos se olvidan. A la ley se le olvida que también portan corazón y no solo armas. Recuerdos de parranda y no solo la macheteada del código civil.
¡Sácala ya, sácala ya!