Fe
Juan Jesús Jiménez escribe: quien pertenece a una fe vinculada a una religión, le pertenecen axiomas generales de la realidad, un manual de instrucciones básicas sobre el cómo funcionan las partes incompletas del universo.
Juan Jesús Jiménez escribe: quien pertenece a una fe vinculada a una religión, le pertenecen axiomas generales de la realidad, un manual de instrucciones básicas sobre el cómo funcionan las partes incompletas del universo.
Por Juan Jesús Jiménez
Puebla, Puebla, 9 de abril de 2024 (Neotraba)
Es curioso pensar que la fe cabe en muchas partes, en especial en la música. https://www.youtube.com/watch?v=vf6jBP4YXwo&pp=ygUdZ28gZG93biBtb3NlcyBsb3VpcyBhcm1zdHJvbmc%3D.
Mi familia todavía está muy apegada a la tradición cristiana de la semana santa, con todo lo que implican las palabras; vigilia y sacrificio. De modo que la primera semana de mis vacaciones se puede contar en las tareas del quehacer, pero también en los momentos de reflexión que mi padre tiene consigo mismo y que yo, como cualquier intruso, comparto con él por accidente.
Es complicado explicar el significado de muchas cosas dentro de la tradición sin parecer un predicador o alguien que intenta llevarte a la conversión. Y, sin embargo, el hondo significado de la fe es lo que me impulsa a escribir; ¿qué es la fe?
Para empezar, hay que definirla como una característica humana, un problema ontológico que por naturaleza. no puede ser resuelto sino mediante su descomposición en cada una de las partes que lo conforman dentro de nosotros. Pero que contradictoriamente, no parece pertenecer al ser humano. Puesto que aquello que nos conforma puede ser manifestado conscientemente o de forma reactiva, no podemos decir lo mismo de la fe. Existe o no. Puede ser formada, adaptada, trasplantada incluso, pero jamás en virtud de una reacción. La fe parece ser una pieza anómala en el diseño biológico, un producto de la mente que nos gobierna quizá. Pero entonces, qué forma a la fe en aquello que sí es parte de nosotros.
En una muy pequeña parte, pienso, son los ritos que enmarcan a la fe misma. Todo aquello que nos hace entrar en contacto con algo más grande que la materialidad de las cosas; el rito, por decirlo de alguna manera, sería algo parecido a un filtro primario por el cual toda la realidad se replica en sus aristas más pequeñas. El rito propaga imágenes de la mitología en la realidad de la materia. Convierte agua en vino, lava los pies de sus discípulos, hace ver a los ciegos. Completa los vacíos de respuestas con hechos. El rito no es más que el primer contacto entre el ser humano con aquello que no nos pertenece, lo que lo hace tan misterioso y oculto. El rito enmarca a la fe por su simplicidad de replicación; hacemos esto para emular aquello. En el catolicismo, por ejemplo, el sacrificio es una muestra solemne con el sacrificio de Dios. El ser humano al emular la realidad que no lo compone, intenta escapar de la realidad que sí, se resignifican tantas cosas como el rito lo permite, desde la resignificación el ser humano explica los huecos dentro de sí. Crea mitos.
El mito en sí mismo es la piedra angular de la fe. La premisa que se sigue de todo aquello que explica lo desconocido, las historias que contamos respecto a lo resignificado, el mito representa algo tan importante porque de él es que la materia torna en significado y palabra. Aquello que contamos es vital para la conservación de algo que no podemos tocar, la fe depende del contacto oral del ser con la realidad que intenta emular. El mito como herramienta ideológica que es, se alimenta de la experiencia colectiva que construye imágenes. Constructos. Intrincados procesos de apropiación de los cuáles se vale para permanecer vigente. El mito es sobre todo, el cobijo que cualquiera dentro o fuera de la fe puede tener para sí como un simulacro de la vida. La explicación de fenómenos desde la práctica ficcional. De ahí que su existencia en la vida del ser humano sea inevitable; nadie, por más alejado que se crea de la fe, puede vivir apartado de la realidad que la fe moldea para sí desde la gente que cree en el aparato ideológico.
Lo que lleva a la otra parte de la fe. El ser humano. O, mejor dicho, la relación del poder con los procesos que consolidan la fe. La dominación de uno sobre otro trae consigo un intercambio involuntario en que cada uno de sus espacios de significación se ven completados mediante el contacto entre muchos. Una relación dialógica en la que la fe se ve mejor como un material de intercambio como lo sería una moneda. Es así que explicamos el por qué nadie comparte la misma fe aunque virtualmente sea así. Me explico; quien pertenece a una fe vinculada a una religión, le pertenecen axiomas generales de la realidad, un manual de instrucciones básicas sobre el cómo funcionan las partes incompletas del universo; sin embargo, si le preguntamos a dos personas que comparten su misma fe vinculada a la religión sobre un tema incompleto por sí mismo, lo normal es que se obtengan respuestas diferentes y hasta contrarias. La fe, en tanto es vinculada a un organismo cultural y social como lo es una religión, tiende a formar perspectivas generales y particulares tan diversas como personas forman la religión, es el poder el instrumento que media entre cada particular con el espectro general.
Figuras como la de un sacerdote, alguien docto en la fe vinculada a la religión, es una autoridad porque puede entender, explicar y replicar el evangelio. Su figura dentro del catolicismo es importante y necesaria para el ejercicio de la fe vinculada a la religión.
Y aunque como occidentales, la religión es vital para la fe, la misma fe comparte el papa con un apostador esperando un número en los dados.