Esquirlas para trepanar el cielo.
Reseña | Zel Cabrera revisa "El cielo trepanado. Sobre Hospital Británico de Héctor Viel Temperley", libro de Adán Medellín, ganador del Premio Bellas Artes de Ensayo José Revueltas en 2019
Por Zel Cabrera
Ciudad de México, 23 de mayo de 2020 (Neotraba)}
Desde las primeras páginas de El cielo trepanado. Sobre Hospital Británico de Héctor Viel Temperley (INBAL/El tapiz del unicornio, 2019), de Adán Medellín (Ciudad de México, 1982) podemos sentir y ser testigos del aura de misticismo que rodea el objeto/sujeto a ensayar: el poeta argentino Viel Temperley y su obra poética: Hospital Británico.
Es Medellín nuestro anfitrión en este viaje, nuestro guía, un ente que nos ayuda a descifrar este poemario latente en el misterio, en la devoción de una vida dispuesta a Cristo lo mismo que dispuesta a la poesía, es decir, la vida de Viel Temperley. Un hombre ermitaño, disciplinado, religioso. Un poeta que creía fervientemente en la soledad, en el recogimiento.
Estamos ante un conjunto de ensayos, un libro que puede ser lo mismo que un mapa para una ruta lectora, un acercamiento serio y formal pero también amigable, en el que el autor tiende puentes para que su lector cruce el río en el que se puede notar a un poeta que reza, que escribe, que nada, que alucina y que también sabe despedirse y trascender al otro mundo.
Para abordar la compleja materia de la que está construido Hospital Británico, Medellín establece en el primer ensayo (Retrato de un hombre que nada), un perfil del poeta argentino con las pocas evidencias que se tienen de su vida: algunas cartas familiares, una fotografía desgastada, algunos estudios y un par de testimonios, entre ellos, el del escritor Pedro Mairal.
Este perfil nos muestra un Viel “sin teléfono, radio ni televisión, en un ambiente solitario alquilado en la calle Carlos Pellegrini, sentado en la única silla frente a su máquina de escribir, rodeado de libros sin estantes” y desde las primeras páginas de este ensayo se nos dice que el poeta era un “amante de la naturaleza, viajero, lector de la biblia e intenso creyente ortodoxo”, alejado de la vida publica que se esperaría de un escritor pues “no se preocupaba por darse a conocer ni forjar discípulos”. Dejando en claro esas circunstancias de vida y las peculiares costumbres que rodeaban al poeta, podemos empezar a desentrañar el ministerio de su obra y su pensamiento.
Aparte de la soledad elegida por Viel y su devoción cristiana, estaba el ejercicio, tema que también es parte de la obra completa de este poeta argentino y piezas claves para entender muchos de los motivos de su poética, mismos a los que hace referencia Adán Medellín al decir que “la natación será la actividad que defina y resignifique las etapas y los símbolos constantes en el recorrido existencial y poético de Viel. Es en su vida acuática donde el poeta poner mayor énfasis al hablar de sí mismo, mientras concede una numeración parca a los sucesos relevantes de su vida”.
El deporte acuático que en un principio fue terapéutico terminó convirtiéndose en una manera de respirar y sobreponerse al asma que padecía, mutando después en el oficio: para Viel la poesía fue su otra respiración, escribía “para evadirse de un mundo creándose otro con sus propias leyes”.
En el siguiente ensayo (Armadura de mariposas), Adán Medellín elabora y desentraña el extrañamiento de lo escrito en Hospital Británico, confronta la ciencia contra la mística y al mismo tiempo las vuelve parte de un todo, ambas disciplinas se conjugan para dar resultado a estos poemas, en donde se anuncia la enfermedad y la muerte. Y es la trepanación sufrida por Viel Temperley “una experiencia intensísima que le nubla al poeta las sensaciones posteriores al movimiento extático”, el poeta “acaba de ser operado de un tumor cerebral y convalece en un hospital de Buenos Aires […] no se halla en plenitud de sus facultades, sino inmóvil, vulnerable y debilitado, con la herida abierta y reciente. Las manos de unos cirujanos intervinieron su cuerpo, su cabeza” y en los efectos un Dios se revela.
Este procedimiento quirúrgico, nos dice el autor, fue un rito: “en la cabeza abierta de Viel, la terapia oncológica se une con un primitivo ritual de paso que desencadena una experiencia espiritual de tintes iniciáticos […] que derivan en un ritual quirúrgico y un despertar que permite su reincorporación”.
En este texto Medellín hace una serie de preguntas y cuestionamientos reflexivos entorno a la experiencia y a la revelación mística presente en Hospital Británico y en toda la obra de Viel Temperley, y apunta lo importante que era para Viel dejase habitar por Dios en la escritura, “la escritura urgente de Hospital Británico atestigua el anhelo de recuperar desesperadamente el estado de comunión que Viel ha vivido” y pone en una balanza todas sus actividades de vida para trenzarlas con la tradición bíblica y la devoción para concluir que: “Toda actividad vital asume consecuencias místicas en un tipo como Viel. Ha estado dispuesto a entrar en la revelación en todo momento y bajo cualquier situación, por más probable que esta parezca (cavar un pozo, acostarse con una mujer), procurarse un Dios disponible y cercano que aparece como una presencia constante en su poesía”.
Entonces si Hospital Británico es el libro de un trepanado en el que se recogen las sensaciones vividas entre la cirugía y la cercanía de Dios, éste libro de ensayos merecedor del Premio Bellas Artes de Ensayo José Revueltas en 2019, es la hoja médica en la que se recogen las iluminaciones fruto de la cirugía cerebral del poeta argentino.
Prueba de ello es el tercer ensayo (Aves como bisturíes), autopsia textual que Medellín le realiza a los versos trepanados de Temperley y la cual sitúa estos poemas dentro de una literatura hospitalaria en el que las palabras son órganos intervenidos, latientes y vivos, y el poeta un cirujano experimentado: “si la metáfora de la cirugía se hace extensiva la escritura, la poética quirúrgica y irrumpe en la manufactura del Hospital Británico con claridad abrumadora”.
El ensayista nos hace notar que el libro trepanado es un palimpsesto en el que las obsesiones del argentino son cortadas, trasplantadas y suturadas “en un peculiar fragmentarismo: Viel se antóloga recuperando trozos de sus de libros anteriores bajo una regla premonitoria: busca textos en el pasado (versos publicados, pero también inéditos cercanos temporalmente a la cirugía) que anticipen, refieran o expliquen directa o sensorialmente su condición”.
En este ensayo, Adán postula que los versos trepanados son esquirlas, pequeños fragmentos en los se condensa la fe, el nado y la comunión con su Dios, el trabajo de una vida para alcanzar el cielo. De esta misma forma, hace una disección meticulosa y rigurosa del cuerpo poético de Hospital Británico, de sus títulos intercalados, resaltados en negro hasta el sonido de los versos y su intención devota presente en la reiteración constante.
En el penúltimo ensayo de El cielo trepanado, la natación cobra un lugar igual de importante al que tiene la cirugía, pues es en esta actividad acuática en la que el autor descifra la respiración y la meditación de Viel Temperley, realiza una metáfora sobre otra metáfora. La inmersión al nadar tienen lazos comunicantes con el acto de operar, en ambos un cuerpo se sumerge en otro cuerpo, el cuerpo del agua, de la sangre, “el poema es tránsito por el mar anestésico en el punto límite, un mar lleno de imágenes, personajes perdidos y reencontrados, espacios diversos saltos temporales, donde los sentidos titubean y se perturba”.
Si Viel buscó a Dios en todas las cosas, Adán Medellín buscó a Viel en todos sus versos, en los gestos sutiles de su trepanación, de sus oraciones, y también de su nado. No obstante, en este mar de motivos y obsesiones, el viaje que emprende Viel en su trepanación, también lo realiza Medellín en su lectura meticulosa y devela los momentos de la inmersión, del viaje místico, es decir: la enfermedad, la muerte y la resurrección. Un viaje en el que se sube hasta encontrar a Dios, como un Dante buscando a Beatriz. Adán Medellín pues, entrega a nosotros un libro que bien es una guía, una reivindicación, una invitación para sumergirnos en las aguas trepanas de un poeta del silencio, y el recogimiento a oración, un argentino devoto y fiel a sí mismo, palabras que son esquirlas para trepanar el cielo.