Entrevista a Matucha
Matucha habló con Neotraba: "Mi sueño era ser parte de una serie de Kidrobot. Pero me decepcioné, ya que es mucha mercadotecnia".
Matucha habló con Neotraba: "Mi sueño era ser parte de una serie de Kidrobot. Pero me decepcioné, ya que es mucha mercadotecnia".
Por Óscar Alarcón, Jorge Durán y Gilberto González
8 de octubre de 2011. Ciudad de Puebla, México
Óscar Alarcón. ¿Quién te puso Matucha?
Matucha. Yo solita. Lo encontré en el diccionario. Significa “audacia para los negocios” y “demonio”. Lo utilicé por lo último, porque suena mexicano. La gente piensa que me llamo Martha. Voy a lugares y me llaman así, o Martucha.
Mucha gente cree que soy de Guadalajara, ya que cuando viví allá comenzó todo lo de Matucha. Escapé de Puebla por comentarios de mucha gente. Inicié de cero, sin clientes, sin chamba, con un blog y se me dio la oportunidad. Allá pulí a Matucha, y sonó mucho en Guadalajara; trabajaba en una empresa, pero no pude estar bajo un horario, entonces renuncié, y por eso tengo mi estudio en Puebla.
Gilberto González. ¿Qué es lo que quieres decir con la creación de los Art Toys?
Matucha. Una historia. El Art Toy debe tener una excelente idea detrás y una excelente ejecución en la técnica. Puede haber Toys que veas y digas: “Ah, órale… ¿y?”; deben crear una emoción, un sentimiento.
ÓA. ¿Cuándo das un taller de Art Toys, llevas prefabricadas las piezas o quien entra a tu taller debe enfrentarse a la labor de realizar todo, incluso la pieza con la que va a trabajar?
M. Tengo un modelo y siempre lo estoy cambiando, esa es la base nada más, no hay límites, las personas que entran al taller le pueden agregar accesorios, cortar o tallar.
ÓA. En uno de tus talleres uno de los chavos hizo un panda.
M. No me gusta que se queden con la primera idea. Siempre les digo: gira la pieza, voltéala. Lo que hizo la chica del panda fue girarla; pero era la misma base.
Cuando hago un taller, nunca enseño las piezas de madera, las tengo escondidas. A las personas que participan primero les hago crear la historia, si no cometen el error de decorarla; hago que cuenten una historia y después les doy el material.
GG. ¿Este tipo de expresión tiene un valor artístico?
M. Sí. Yo soy ilustradora, algunas personas me preguntaban ¿eres artista? Y yo contestaba: “No, ser artista es pintar algo más serio”. Ahora ya me consideran una artista y mi trabajo ya lo veo como arte. No puedo realizar cien piezas iguales, no se puede, cada pieza es única, es arte al final de cuentas.
ÓA. Creo que es más interesante que tu trabajo tenga un trasfondo literario con la creación previa de una historia, no sólo se trata de tomar tu dunny y ponerse a pintar lo primero que se te ocurra. Me parece más enriquecedor que tenga una historia, sustentada por la oralidad, y que a final de cuentas se puede convertir en literatura y que se arraigue más con lo visual, la combinación resulta interesante. La pregunta que hacía Gilberto es porque hemos visto a mucha gente que hace Art Toy que pinta y dice esto es arte, y no hay un planteamiento estético.
M. Varias personas me escriben en Facebook para decirme: “Mira, me voy a dedicar a los Art Toys” y creen que sólo es pintar por pintar. Soy muy dura, muy crítica y se molestan cuando opino de algún Toy: “te falta mucho trabajo en el pincel, te falta mucho trabajo en los acabados”.
En mis talleres debes contar una historia, darle nombre a tu personaje, una vestimenta, una expresión —ya sea risueña, enojada—; siempre les digo que no se queden con la primera idea, que exageren algún detalle, es decir si se ve contento que se vea muy feliz —aunque no es nada fácil. Les señalo y corrijo si está mal lijado, mal pintado, o si la técnica no es tan buena.
Es muy divertido enseñar los secretos. No soy envidiosa, ya que si me preguntan cómo logro un efecto les digo la manera de hacerlo. Enseño todos mis secretos.
GG. ¿En dónde están las historias?
M. Son muy cortas y soy malísima redactando —por eso soy ilustradora. Por más que me pidan hacer larga mi biografía, es muy corta. Entonces las historias son pequeñas. Ahora ya cuento algunas, como la de Pancracio: un mimo feliz, hasta que su madrastra le cosió la boca con una aguja oxidada. O Anselmo el aviador, quien solamente sabe volar avioncitos de papel.
Jorge Durán. ¿Te gustaría juntar todas las historias?
Matucha. Fíjate que sí, tengo varias historias que se están cocinando. De hecho cuando vendo un Toy, regalo un certificado de autenticidad, y una historia pequeñita.
Tengo la intención de hacer una serie de mis fobias: “Las fobias de Matucha en Toys”, —pero con un pequeño librito donde te cuente la colección de las piezas— ya que tengo bastantes y me gustaría traducirlas a Toys.
ÓA. ¿Consideras que una persona que se dedica al Art Toy tiene que nutrirse de otras artes? En este medio se farolea muchas veces, algo como: “Ya me bajó la inspiración y me voy a poner a trabajar”.
M. Fíjate que hay que buscar la inspiración. Siempre les doy 3 consejos a mis alumnos: Leer, observar, bocetar. Ese es mi método. Soy muy observadora, veo a la gente y me digo: “lo haré Toy” porque veo características, o veo los colores. Fui a Chiapas y vi unos guajes, me llamó la atención el color, entonces hice un Toy que se llama Horacio el Ácido; hay colores que están en los libros, en pantoneras, pero otros no, la naturaleza te los da, no existen en ningún libro. Recuerdo que le tomé fotos a los guajes y entonces Horacio tiene ese verde: ácido.
Fui a Oaxaca y la ciudad es mágica, de repente me decían: “Tú ves cosas que nosotros no vemos”. Le tomo fotos a todo: puertas viejas, hojas, colores nuevos, texturas; esa es mi metodología. Lo único que investigo es cómo lo han hecho. Me inspiro leyendo, tomando un té, veo historias de asesinos seriales; cuando no se me ocurre nada salgo y observo. Voy al cine, a las luchas, también me inspiro en situaciones.
GG. Retomando la idea del canon del arte, pienso en Warhol cuando le preguntaban ¿qué es el arte? Y decía es todo lo que ustedes quieran, aquí hay un rescate de la técnica que no sólo se ve en ese tipo de arte, si no en el arte pictórico, donde pareciera que no importa la técnica, simplemente es hacer rayones.
M. Ayer le mostré un trabajo a mi chavo y dijo: “No me dice nada”. Cuando te haces famoso, cualquier cosa que hagas es arte, estoy peleada con eso; yo no soy conformista, si me aburre la técnica, la cambio, puedo pintar de diferente forma, eso sí, los dunnys siempre deben verse viejos, olvidados o sucios.
Estoy en desacuerdo que cualquier rayoncito sea arte. El ego y el nombre te llevan a hacer cualquier cosa. En mi caso es todo lo contrario, cada personaje debe ser más complicado, debe llevar más detalle, más técnica.
Lo empecé a ver profesionalmente cuando gané un concurso donde hice una porquería, era para Nueva York, y lo hice una hora antes. Es el peor de mis trabajos, y lo convirtieron en Toy: mi primer juguete de vinil. Creo que la figura está linda, pero no estoy orgullosa de él, desde ese momento me dije: “Es algo que puedes mostrarle al mundo”, entonces hago cada personaje como si fuera el último en la vida, ya no hago porquerías. Aunque me pidan que los haga rápido, pongo límites de cuanto me tardo.
GG. ¿Por qué la idea de lo viejo y lo sucio?
M. Porque me gusta mucho el estilo vintage —hasta como me visto—, colecciono cosas viejas, me gusta las historias tristes de asesinos seriales, sucias; las fotografías viejas, lo olvidado, por eso mi técnica de acabado.
JD. ¿Cuál es la respuesta en México hacia tu trabajo?
M. En Puebla es difícil, todo lo ven como competencia. Dicen que nadie es profeta en su tierra, entonces cuando me invitan me da gusto que valoren mi trabajo. Ha sido complicado; yo confío en el nuevo talento, se qué atrás de mí va a llegar alguien mucho mejor. Próximamente abriré una tienda donde impartiré talleres; pero también es porque nadie creía en mí cuando empecé. No hay nada como abrir un espacio para apoyarlos.
A mí me pisotearon cuando empezaba, me decían que no era nada y eso me ha hecho ser mucho mejor. A quienes me pisotearon, me los he encontrado y mi trabajo solito me ha validado; estuve a punto de tirar la toalla, no encontraba chamba, y me preguntaba “¿Qué carajos hago en este mundo tan complicado?”, pero es cosa de agarrarte del sueño.
Por eso aliento a mis alumnos, ellos no confían en sí mismos. A mí me falta llegar más lejos y soy ambiciosa, no quiero ser millonaria, ni famosa, soy apasionada de mi trabajo.
Mi sueño era ser parte de una serie de Kidrobot. Pero me decepcioné, ya que es mucha mercadotecnia y mucha burocracia.
JD. De los artistas que participan en Kidrobot, ¿cuál es tu favorito?
M. Joe Ledbetter me encanta; Kathie Olivas, porque es muy oscura; Nathan Jurevicius; Chauskoskis, amo el trabajo de sus customs.
JD. ¿Y cuáles series de dunnys te gustan más?
M. Cuando empecé en esto coleccionaba dunnys, me gastaba toda mi lana en juguetes de colección —como Tokidoki. Créeme que ahora no sé cuáles existen, yo estoy clavada en lo mío, y como tengo a mis compañeros de Most Wanted y Red Mutuca, ellos son los que me dicen lo que ha salido. Por ahora, lo que más colecciono son Do It Yourself (Házlo tú mismo). Siempre ando en busca de nuevas plataformas, entonces mentiría si te dijera que mi serie favorita es la francesa. Las observo pero no tengo una favorita.
ÓA. ¿De qué te gustan los tacos?
M. Me encantan los tacos, pero no tengo favoritos. Aunque me gustan mucho los de carne asada.
JD. Para cerrar, ¿Matucha es?
M. Matucha es diablo, es travesura, es bizarro. Debe ser bizarro, sino no, no es Matucha. Un toque entre lo cute y lo sarcástico.
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Esta genial la entrevista