Chalupa y buenas con la báscula
Hay personas que van por la vida lanzando preguntas como si no fueran incómodas para los demás. El peso es un tema que no se debería tocar. ¿Usted hace preguntas imprudentes?
Hay personas que van por la vida lanzando preguntas como si no fueran incómodas para los demás. El peso es un tema que no se debería tocar. ¿Usted hace preguntas imprudentes?
Por Adriana Barba
Monterrey, Nuevo León, 21 de mayo de 2021 [00:02 GMT-5] (Neotraba)
De noche se pone muy desmejorada
Pues de hambre se muere y no puede aguantar
La llevo a que coma pozole y tostadas
Otro día la dieta vuelve a comenzar
Los Tigres del Norte, La dieta
Quiero dar un fuerte aplauso para todas aquellas personas que ven a su amigo o amiga, familiar cercano o lejano con más peso de lo normal y no cometen la imprudencia de decir “oye, subiste mucho de peso”. Tengo muchas historias que contar sobre este tema, pero lo que más me hace ruido es la gente que por buena onda, por hacerte un bien –o por imprudente– se atreve a hablar de algo tan delicado como tu peso.
Que porque mi metabolismo está lento, que porque no hago ni haré ejercicio, que por depresión o distintos vacíos que quiero llenar con la comida, que porque gordito, por lo que tú quieras y mandes: las personas no tienen derecho a opinar o recriminar que el calzón te aprieta o que el cubre bocas te deja marca por cachetón.
Recuerdo bien esas frases que salen en internet sobre lo importante que es evitar comentarios sobre el peso, el dinero que ganas, el por qué sigues soltero. Y si eres casado y sin hijos, cuándo los piensan tener, o si tienes solo un hijo: pa´cuando el hermanito. Podría creer que ese tipo de prácticas son solo de la gente mayor, pero la vida a diario me sorprende escuchando a jóvenes con este tipo de interrogantes, que para nada influyen en su vida.
Está clarísimo que si me dicen que me ven más gorda, reaccionaré a la defensiva. No es como que vaya por la vida pensando: “Mañana quiero amanecer sin que me cierre el pantalón”. La mayoría de las personas tiene espejos en su casa y la mejor báscula: la ropa interior. Esa que no te miente cuando te aprieta, que te avisa sutilmente: “Cariño, este fin de semana pide 3 taquitos en lugar de 5”, y no un “Te veías tan bien hace unos meses”.
Es un ejercicio de empatía con el otro, de pensar muy bien lo que se va a decir antes de abrir la boca, hacer un examen a conciencia: “¿Esto que le voy a decir a la persona de enfrente le ayudaría a alegrarle el día, o se lo arruinaría?” Si la respuesta es no, tener toda la fuerza de voluntad y callar, pasamos por situaciones tan difíciles día a día que sería maravilloso que pensáramos en la huella que dejamos con un simple comentario ofensivo en la otra persona.
¿Y tú, eres de los fanáticos a las preguntas imprudentes?