A 17 años del último adiós al Vocho
El 30 de julio, el llamado Auto del Pueblo, cumplió un año más de su última producción. Luis Dinorín lo recuerda en esta crónica.
Por Luis Dinorín
Todas las fotos son del archivo de Óscar Alarcón
Puebla, México, 7 de agosto de 2020, [01:22 GMT-5] (Neotraba)
“Todos tuvimos uno. Portátil, sencillo y –al fin alemán– prototipo de la eficacia. ¿Qué oración póstuma es la que debemos ofrecerle ahora que su perfil bizarro deje de circular por las avenidas?”
Así inició su columna el periodista mexicano David Martín del Campo en julio de 2003, cuando se enteró que el Vocho iba a dejar de fabricarse y publicó el texto bajo el título “El héroe compacto” en su columna “Entre paréntesis”, para el periódico Reforma.
Fue Ferdinand Porsche quien lo fabricó en las postrimerías del hitlerismo y de ahí su nombre: “el auto del pueblo”.
Agrega que el mismo Ferdinand inundó con 22 millones de “escarabajos” el planeta. Y que fue un tal Jens Neumann, en su papel de miembro del consejo de Volkswagen de México, quien hiciera el anuncio del lanzamiento de la última edición.
De acuerdo con la columna de Martín del Campo, aquel alemán de apellido Neumann le dijo al mundo, el 30 de julio de 2003, que la desaparición del automóvil se debía a las nuevas normas ambientales y de seguridad.
El texto de David Martín del Campo aparece en su libro El azul de Van Gogh, en la página veinticinco y es parte de la colección “Periodismo Cultural” del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA).
Una experiencia personal
En fin, por mi parte, recuerdo que un tío tuvo uno azul eléctrico, un modelo de los ochentas. Que uno como esos pero blanco, fue el primer auto de mi papá.
Que en otra etapa laboral de mi padre tuvimos otro Vochito, pero color verde claro. Que ese modelo tenía faros de niebla y que nunca tuvimos otro auto con las luces tan nítidas para romperla.
Volviendo a la columna de David Martín del Campo, en ella, puntualiza que los mexicanos cambiaron el modelo Sedán por el Golf.
Mientras, recuerdo que en efecto, del Campo tuvo razón: mi padre cambió el último Volkswagen por un Golf 1990. Era color gris muy claro.
Andábamos en la Sierra Nororiental de Puebla. Bajamos de una curva en Libres. Una camioneta de rediles no nos vio y chocamos de frente. Yo tenía 7 años. Fui el más lesionado de la familia: me abrí la cabeza. La camioneta contra la que chocamos trasladaba borregos y quedaron desamparados, pues sus dueños huyeron hacia el monte. Jamás volvimos a tener un Golf.
Y así todos, supongo, tenemos alguna experiencia para contar arriba de un vochito.
El IMACP también lo recordó
“Un Volkswagen puede hacer muchas cosas, es sorprendente” dice la radio cuando anuncia sus primeros modelos.
El auto llegó a nuestro país en 1954 como un modelo de exhibición. Fue hasta 1967 cuando en la planta de Volkswagen en Puebla se fabricó el primer vocho o vochito –si se le quiere buscar un diminutivo al nombre.
En 1968 hubo una matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, México organizó sus primeros Juegos Olímpicos y el Volkswagen Sedán era el modelo más vendido en nuestro país.
Fue el 30 de julio de 2003, cuando el auto se despidió de México y el mundo, con un último modelo disponible en dos colores: crema y azul. Su precio sería de 84 mil pesos y la edición estaría limitada a 2 mil 900 99 unidades. Martín del Campo redondeó la cifra a 3 mil.
Este famoso modelo se dejó de fabricar en Alemania en 1974.
Con palabras más o palabras menos recordó el IMACP en un podcast la última edición de un vocho en 2003.
Diecisiete años atrás de todo esto y el auto no pasa de moda, como tampoco pasa de moda golpear con el puño en el hombro de nuestro compañero de viaje cuando vemos un vocho amarillo, mientras circula por las calles en México.
