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Asunción Izquierdo. Autor de la fotografía sin identificar

Por Lorena Rojas

Ciudad Tula, Tamaulipas, 14 de mayo de 2020 (Neotraba)

En febrero pasado —aunque con algunas imprecisiones en la fecha— se cumplieron 110 años del nacimiento de la escritora Asunción Izquierdo (San Luis Potosí, 1910-1978)[1], autora que con su novela Los Extraordinarios fue finalista del Premio Biblioteca Breve de Seix Barral en 1960, formando parte —junto a Vicente Leñero, Carlos Fuentes, Elena Poniatowska y Jorge Volpi— del reducido grupo de autores mexicanos que han llegado a ganar o resultar finalistas de dicho galardón, instaurado en 1958.

Asunción Izquierdo Albiñana, hija de padres valencianos que llegaron a San Luis Potosí durante la primera década del siglo XX, tuvo acceso desde muy temprana edad a la literatura gracias a que sus padres eran dueños de «La Librería Española», por la que Francisco I. Madero –quien fue amigo de su padre? y Álvaro Obregón rondaran constantemente.[2]

Su obra abarca siete novelas: Andreïda «El tercer sexo», Caos, La Selva encantada, Taetzani, La ciudad sobre el lago, Los Extraordinarios y Cena de cenizas; un poemario: El cántaro a la puerta; una obra teatral: El apóstol regresa; un libro de tradiciones orales: Majakuagymoukeia, y varios cuentos publicados en periódicos y revistas a partir de 1932.

Sin embargo, la autora sólo firmó sus primeros dos libros con su nombre, mientras que para el resto utilizó tres seudónimos en distintos momentos de su vida: Ana Mairena, Alba Sandoiz y Pablo María Fonsalba.

Los Extraordinarios de Ana Mairena

En 1938 se publicó su primera novela: Andreïda «el tercer sexo» (Ediciones Botas, 1938), una novela que, aunque siguiendo algunas convenciones, causó cierto escozor al narrar la historia de una joven fría e implacable que aspira a ser un distinto tipo de mujer, desafiando con crudeza, erotismo y violencia aspectos morales muy marcados en la época. A esta obra, dos años después, siguió su novela Caos; sin embargo, fue hasta La Selva encantada, en 1945, que la autora utilizó el seudónimo de Alba Sandoiz, cuando Gilberto Flores Muñoz, su esposo desde hacía varios años, ya era un notorio político y ocupaba el cargo de senador. Con este seudónimo publicó también Taetzani en 1946 y, posteriormente, cambió a su único nombre masculino: Pablo María Fonsalba, para firmar La ciudad sobre el lago.

Respecto al uso de seudónimos, Adelina Zendejas, periodista y feminista mexicana –que publicó una entrevista con la autora en el Excélsior el 25 de noviembre de 1978?, le preguntó sobre la liberación femenina, a lo que Izquierdo respondió: “¿Para qué quiero liberarme? Yo escribo porque me gusta y uso pseudónimo para que el señor [Flores Muñoz] no se enoje y ya”.[3]

Los Extraordinarios

Los Extraordinarios  —publicada por Seix Barral en 1961 y reimpresa en 1978—, es el único libro de la autora que, con suerte, aún puede encontrarse en alguna librería de viejo. Esta novela la firmó como Ana Mairena, su seudónimo más utilizado y con el que alcanzaría mayor popularidad.

La novela narra la historia de Jacinto Rosales, un joven originario de Aquismón, San Luis Potosí, que tras una vida rodeada de precariedad, miseria y violencia, huye hasta que el camino lo lleva a la Ciudad de México. Ahí se encuentra con Enrique, un joven pintor de clase alta que lo introduce a un grupo de universitarios que se hacen llamar “Los extraordinarios” por aprobar sus materias en ese tipo de exámenes. En la ciudad, Jacinto desarrolla sus habilidades como pintor –un talento nato en él? y finge encajar del círculo de los jóvenes intelectuales y activistas, aun cuando él nunca había pisado una escuela. Por otra parte, Jacinto lleva su vida en un taller mecánico trabajando arduamente como chalán, mismo lugar en el que su patrón, don Chano, le permite dormir.

La Selva Encantada de Alba Sandoiz

Con un narrador omnisciente, la historia transcurre una madrugada mientras Jacinto espera en la penumbra de la casa de Mercedes, la dueña del taller mecánico donde trabaja, una mujer rica a la que el joven pretende asesinar y robar. Durante su espera, Jacinto evoca toda clase de recuerdos, lo que permite al lector a conocer las circunstancias que lo guiaron hasta ahí.

En ese lapso, que separa a Jacinto de su cometido, el lector se introduce en la psique del personaje, cuyas elucubraciones podrían recordar a Raskólnikov en Crimen y Castigo; sin embargo, Jacinto Rosales —aunque, a ratos desesperado—, más que lamentarse se esfuerza por justificar sus acciones atribuyéndolas incluso al destino:

¿No había sido el Destino, el Destino mismo, quien se encargó que Jacinto topase con Doña Mercedes? Y en caso contrario, ¿Por qué fue ese y no otro taller, de los numerosísimos que existían en la ciudad, donde encontró trabajo?

(pp. 24-25).

Jacinto vive atrapado entre dos mundos profundamente distintos: el del taller donde trabaja, y el de los intelectuales de clase alta que conoce gracias a Enrique. En el primero, el joven se inmiscuye en los negocios sucios, el trabajo pesado y la marginación; mientras que en el segundo, su miedo a ser humillado lo obliga a desconfiar siempre de todos —incluso cuando son honestos— portarse altivo, frío y muy astuto en afán de esconder su origen.

Caos de Asunción Izquierdo Albiñana

Con el resentimiento de toda una vida huyendo, pasando hambre y siendo burlado, Jacinto está convencido de que para salir de la pobreza no hay manera de actuar con rectitud:

Por lo visto nadie, hasta los fabulosamente ricos como la patrona, hacía dinero, harto dinero, a derechas. Pero eso no le importaba a él, como no le importaba a don Chano. Jamás se había puesto él a pensar, que lo recordase, en ser recto o torcido, veraz o mentiroso, leal o desleal, honesto o deshonesto en tanto la cosa no entrañase peligro físico o tratos con la policía. Alguna vez sí, imaginó, que ser bueno era una especie de lujo o privilegio que se podían dar los ricos; pero ahora sabía que no se lo daban. La única ventaja, en ellos, era su habilidad para cubrirse de riesgos y obligar a otros a hacer lo que podía ensuciar sus manos.

(pp. 28-29)

Así, desde el comienzo de la historia, se deja ver el sesgo social que dirige la pluma de Asunción Izquierdo, quien incluye en la novela otras críticas hacia la clase alta, la desigualdad y el gobierno. Entre ellas, se mencionan en la narración las manifestaciones de maestros contra la Secretaría de Educación, de los petroleros contra Pemex y, principalmente, las manifestaciones estudiantiles.

Uno de los pasajes de esta novela que más ha sido resaltado —o criticado— por algunos lectores y académicos, es la leyenda que cuenta el personaje de Boshito a Jacinto tras el ataque que sufren Los extraordinarios y otros estudiantes en una manifestación. Acerca de esto, Vicente Leñero señala:

Pese a que la historia de Jacinto y la preparación de su crimen son los únicos temas de Los Extraordinarios, Asunción Izquierdo se las ingenia para incluir en el libro una leyenda aparentemente indígena que no es sino una metáfora, de facilísima traducción, sobre las maniobras realizadas por Adolfo Ruiz Cortines para decidir la sucesión presidencial en 1957.

(Leñero, 1985)

Ese fragmento narra la historia de Tezozomoc, patriarca con “sed de poder insano” que ya en la segunda época de su reinado se encuentra sin progenie, por lo que busca alargar su poderío al máximo para continuar “su obra maestra y diabólica”. Así, el rey, de entre los príncipes del reino, “encontró divertido lanzar a la arena cuatro de sus hombres para ser desgarrados”, a pesar de haber elegido desde mucho antes a un quinto príncipe, “el menos sobre saliente, el de carrera más incompleta”.[4] Lo que no deja lugar a dudas sobre la intención de este fragmento.

Andréïda, el tercer sexo, de Asunción Izquierdo Albiñana

Por otra parte, la autora hace uso de la analepsis para narrar también las situaciones violentas que experimenta Jacinto a lo largo de su vida, como el ser testigo del asesinato de su padre cuando era apenas un niño, ver morir a sus hermanos menores a causa del hambre y la falta de medicamentos, así como aguantar palizas de extraños mientras intentaba sobrevivir por las calles. Sin embargo, la violencia del crimen que él comete —anticipado desde las primeras líneas—, sorprende al lector hasta las últimas páginas, cuando Mercedes llega a su casa de madrugada junto a su acompañante y Jacinto lleva a cabo su plan:

[…] en sus manos el instrumento malo empezó a picotear una vez y otra, sin cuenta posible, el cuerpo del individuo que tardó poco en convertirse en una masa de carne sanguinolenta en todo semejante a aquella que otro y a él, a Jacinto, una fría madrugada le dejó por todo padre. En seguida se volvió a la mujer inánime, caída de boca y allí mismo, y por su mano, cumplió su destino; aquel destino que ella y él tenían escrito.

(p. 177)

Resulta este fragmento especialmente escalofriante al estar la autora “inspirada” en un acontecimiento real para la escritura de su novela. Se trata del caso “Mercedes Cassola”, en el que la mujer, millonaria de 50 años de edad, fue asesinada a puñaladas junto a su amante Icilio Massine Solaine, mientras llegaban a casa de ella, ubicada en la colonia Juárez de la Ciudad de México[5], una madrugada de 1959.

A pesar de causar un gran revuelo en la prensa y la sociedad de aquélla época, el crimen de Mercedes Cassola nunca quedó esclarecido; tal como sucedió 19 años después, cuando Asunción Izquierdo y su esposo Gilberto Flores Muñoz acapararon las primeras planas de los periódicos tras ser asesinados brutalmente –con un machete como arma homicida?, el 6 de octubre de 1978.

Este acontecimiento y la presunta culpabilidad del nieto de la pareja, Gilberto Flores Alavez, fue el motivo de la amplia investigación periodística realizada por Vicente Leñero que se ha mencionado durante este texto.

Aun con su vasta producción, con dos antologías potosinas que la incluyen[6], con sus múltiples nombres y los alcances que tuvo esta cruel ?y acaso epifánica? novela en su tiempo, Asunción Izquierdo Albiñana no ha logrado traspasar con su escritura las generaciones siguientes ni los vestigios de la nota roja a la que se ha confinado su memoria.

Cena de cenizas, de Ana Mairena

[1] Año de nacimiento señalado en el Catálogo Bibliográfico de la Literatura en México. La Enciclopedia de la Literatura en México marca 1909 y Vicente Leñero, en su libro Asesinato. El doble crimen de los Flores Muñoz, que menciona 1911.

[2] Leñero, Vicente, Asesinato. El doble crimen de los Flores Muñoz, Plaza&Janés, México, 1985, p. 118.

[3] Cita incluida en el artículo “Ana Mairena más allá de la nota roja”, de la autora Diana Gutiérrez, publicado en la página web de la Revista Letras Libres el 1 de noviembre de 2018.

[4] El relato de Tezozomoc se narra en las páginas 63-66 de Los extrordinarios.

[5] Leñero, Vicente, Asesinato. El doble crimen de los Flores Muñoz, Plaza&Janés, México, 1985, p. 142

[6] Literatura Potosina: cuatrocientos años. Prólogo y selección de David Ojeda (Comité Organizador San Luis 400, 1992); Cuentos potosinos. AA. VV. (Ayuntamiento de San Luis Potosí, 2010).


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