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Rubem Fonseca. Foto de Javier Narváez
Rubem Fonseca. Foto de Javier Narváez

Por Atzin Nieto

Ciudad de México, 15 de abril de 2020 (Neotraba)

El 15 de abril de 2020 murió Rubem Fonseca. Les presentamos un texto del escritor Atzin Nieto, quien se ha especializado en novela negra latinoamericana. Nieto nos ofrece una revisión de la obra de Rubem en el género noir.

Mi nombre es Mandrake, soy abogado criminalista. Los casos de homicidios son siempre una especie de acertijo. Los clientes siempre te mienten, los policías te mienten, los testigos le mienten a todo el mundo.

Rubem Fonseca

Dentro del género policial latinoamericano existen varios personajes que han podido sustituir la imagen típica del detective norteamericano, desde el periodista que se obsesiona con saber los más íntimos detalles, hasta el detective “aficionado” que debe ingeniárselas y hacer uso de cualquier recurso con el fin de poder resolver el caso, y también está Mandrake, un abogado criminalista que vive en las calles de Rio de Janeiro, amante de los puros —en especial los Pimentel #2—, fiel asiduo a beber vino tinto portugués y un apasionado de las mujeres con escotes pronunciados.

Personaje protagonista de varios relatos y novelas cuya primera aparición sucede en un cuento del libro Feliz año nuevo (1975). Mandrake, cuyo nombre verdadero es Paulo, sin embargo, termina por cambiárselo porque era nombre de Papa y él se considera una persona que no reza, y habla poco.[1] Por ende, la mayoría de las veces se presenta como abogado criminalista, el cual guarda una estrecha relación con el propio Rubem, ya que ambos están ligados con el mundo de las leyes. Aquí tenemos un claro ejemplo de metaficción que se genera desde el primer caso de Mandrake en donde le toca defender a un empleado de una imprenta, acusado de falsificación de moneda, en el cual participaban otros dos implicados en el delito: el dueño de la imprenta y un capitán del ejército, sin embargo, el único absuelto fue el empleado de la imprenta, gracias al ingenio por parte de su abogado defensor, y en conclusión el alegato final: fuede una pieza literaria y jurídica perfecta[2].

Ahora, en Mandrake, la Bibilia y el bastón, Mandrake debe de resolver un par de misterios, primero, descubrir al culpable o culpables del robo de la famosa Biblia de Maguncia, uno de los primeros libros impresos en la prensa de Gutenberg. Después, averiguar quién robó su bastón Swaine, ya que éste fue usado para cometer un asesinato y todo apunta a que Mandrake tuvo algo que ver. Aunque parecería que Fonseca utiliza el esquema del policial clásico: un detective, un crimen y varios posibles culpables, la historia termina por apegarse al más puro noir norteamericano, en donde la violencia, la corrupción y la impunidad son parte de una sociedad en donde rara vez existe la justicia.

Edición en lengua nativa de Mandrake. La biblia y el bastón.
Edición en lengua nativa de Mandrake. La biblia y el bastón.

En esta nueva novela el abogado criminalista es contratado por una enigmática mujer salida de un cuento de hadas de nombre Karin Altolaguirre —coleccionista de libros raros y miembro del Club de los Bibliomaniacos—, con el fin de buscar a Carlos Wise, un librero desaparecido hace un par de días. Mandrake no puede resistirse a la idea de no volver a verla y decide ayudarla, a pesar de tener una pareja estable, Angélica. Sin embargo, durante la investigación comenzarán a aparecer pistas que apuntan a que, probablemente, la misteriosa Karin esté involucrada en una serie de asesinatos que comienzan a ocurrir después de haberse comprobado la desaparición de la famosa e invaluable Biblia.

La segunda historia empieza justo con la recuperación de Mandrake, ya que en el caso anterior un hombre le dio varios tiros y arruinó para siempre su pierna derecha lo que lo obliga a usar un bastón. Subsecuente a eso, tanto amigos como clientes comienzan a regalarle bastones de diferentes tipos, aunque su preferido sea uno de caoba, con aro y empuñadura de plata en concha. Ahora, Mandrake termina por verse inmiscuido dentro en un crimen, uno de sus bastones, el bastón Swaine, no sólo ha sido robado de su casa sino también se ha usado como la principal arma homicida para asesinar al esposo de Mariza Frota, una mujer de las altas esferas y amante ocasional del abogado criminalista.

Uno de los temas que más llama la atención de toda la novela es la relación de Mandrake con el sexo femenino, y es justo en uno de los primeros capítulos donde nuestro abogado tiene una interesante discusión con su actual pareja sentimental acerca del matrimonio, la ninfomanía y las mujeres. Angélica tenía la manía de acusar a todas mis ex novias de nifomaiacas o putas.[4] Es aquí donde salen a relucir ciertas reflexiones y argumentos del abogado que terminan por volverlo un personaje complejo e interesante hasta el punto en que, a pesar de ser un don Juan al estilo de Moliere, también tiene plena conciencia de lo que significa ser un hombre con todos los privilegios que eso significa y vivir en una sociedad que no lo juzga ni lo critica por vivir de manera libertina:

Claro que yo también quería acostarme con Angélica, me gusta el sexo tanto como a ella, pero tengo la suerte de ser hombre y nadie me dice maníaco por haber tenido muchas mujeres en mi vida, me califican como «viril» de manera halagadora. Yo soy admirado, una mujer con mi comportamiento es execrada. [5]

Por último, si bien Fonseca es un apasionado del policial, en esta obra muestra hace uso del suspense y la intriga para narrar con agilidad las aventuras del maduro abogado, incluso juega con el lector, al estilo de la novela policíaca clásica, a tal grado que, en cada uno de los casos existen diversos sospechosos pero un único culpable, además de pequeñas historias alternas que intercaladas magistralmente ayudan a resolver la trama principal. Mandrake ha logrado llegar a esa etapa en la que es común temerle al matrimonio, pero se vuelve imposible vivir sin la compañía de una mujer y no le importa si ellas son capaces de traicionar o incluso matar por amor, porque siempre estará él ahí para llevar su caso y sobre todo probar su inocencia.


[1] Fonseca, Rubem, Cuentos completos 1, TusQuets, Cal y arena, México, 2018, P. 396

[2] Fonseca, Rubem, Mandrake. La Biblia y el bastón, Cal y arena, México,  2014, P. 37

[3] Fonseca, Rubem, La novela murió, Cal y arena, México,  2008, P. 107

[4] Fonseca, Rubem, Mandrake. La Biblia y el bastón, Cal y arena, México,  2014, P. 27

[5] LOC. CIT. P. 27


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