Un viaje a través del hedor de los Jabalíes.
El salto a la poesía es siempre un salto a sumergirse en la profundidad de una persona, Jabalíes de José Luis Rico es analizado por Carlos Octavio Álvarez.
El salto a la poesía es siempre un salto a sumergirse en la profundidad de una persona, Jabalíes de José Luis Rico es analizado por Carlos Octavio Álvarez.
Por Carlos Octavio Álvarez
Todavía durante el camino el cardo muerde sus rodillas
pero cuando llegan por fin, son alojados en celdas con olor
a jabalí recién nacido,
Donde cenan sopa en platos desechables. Ahí mojan
el pan
y vuelan las moscas.
INTERIOR DE LA SELVA. RELUMBRÓN DE HOGERAS. SALA DE ARTE DE OCEANÍA, (Fragmento), página 79 de Jabalíes de José Luis Rico, ganador del premio nacional de poesía Francisco Cervantes Vidal 2015.
El salto a la poesía es siempre un salto a lo desconocido, a sumergirse en la profundidad de una persona y cuando se vuelve, uno nunca es el mismo, pues ha tomado parte de esa persona y la ha vuelto propia.
Lo mismo sucede cuando decidimos dar el salto a este hedor en forma de libro, y descubrimos que lo que tenemos en nuestras manos, lo que realmente producía ese hedor, no era un libro sino un furioso y hambriento jabalí, deseoso de hacerse con nuestros despojos.
Dejaré a juicio de mi lector —y de aquel que se aventure a leer esta obra— si está o no de acuerdo conmigo sobre la forma en la que he definido este libro.
El hábitat
La Lamprea
Bordo de Xochiaca o Ciudad de México
o algún lugar especifico dentro de ellas
Jabalíes es una obra violenta y cruda que nos sumerge en un lugar apocalíptico, en un nicho de criaturas, el cual está pútrido y degenerado. Nos sumerge en una de las zonas más marginadas de la Cuidad de México —tome usted la descripción que más le guste.
Pero José Luis Rico no se conformará con sumergirnos en este hábitat, sino que también nos hará parte de sus redes tróficas al mostrarnos la forma en la que interactúan sus personajes.
Vaquero
Bigote de Tizoc, ojos de Tizoc, botas
violáceas de avestruz; o una desgastada
zapatilla deportiva y un huarache. Vive
una adolescencia larga como los brazos del nopal
o el vuelo del zanate que lo obceca. Está drogado.
Este personaje será el primero con el que nos encontremos y, posteriormente, junto a Diego, Mariana y Tobi vislumbraremos el sistema al cual se busca denunciar y sus cadenas tróficas: tales como la drogadicción, la prostitución, la pobreza y la discriminación, y en cuya cima siempre encontraremos la violencia, que permea a uno y cada uno de los individuos en esta historia.
La violencia contra los demás, la violencia contra uno mismo, la que es capaz de hacerte renunciar a tu humanidad.
La poesía de los jabalíes
La obra busca ser transgresora y lo logra —absténgase el lector inexperto de esperar la cotidianeidad del poema común—; pues no logro otra manera de referirme a esta obra que a través de las obras del fauvismo, que reflejaban la ira y el sentir del pintor a través del uso especifico de un color y sus respectivas líneas cromáticas, ya que lo mismo hace el poeta aquí:
No solo transgrede en la temática, sino que lo hace escapando de la narrativa de la literatura y llegando a la del cine, cuando toma como referencia la película Elysium, que protagoniza el actor Matt Damon. Una película filmada, en parte, en el Bordo de Xochiaca.
Una referencia —o me atrevo a decir, hasta una burla cuando también convierte a este actor en uno de los personajes del libro— que se vuelve cruda, seca y sin gracia:
¿Quién de ellos, de todos los que pasan por lo blanco a esa hora de la nieve/ tuvo mierda en la boca alguna vez? (Fragmento.).
El uso del verso libre no solo es una exposición estética a la vista del lector, sino que cada espacio, cada silencio antes y después del verso, cada encabalgamiento tiene una carga simbólica que refleja el espíritu con que el poeta se rebela y hace la denuncia de su profundo hartazgo sobre la situación.
Por lo que cada poema es un grito creado en la mente del lector, una discusión que obedece a la desesperanza y al inmenso dolor que por instantes se apodera de nosotros.
Así mismo el ritmo rápido, crudo, largo en ocasiones, seco en otras y por sobre todo con un tono siempre lúgubre, nos ayuda a encontrar el significado al que el poeta busca introducirnos, de tal manera obtenemos la entrada al mundo caótico y vertiginoso que se encuentra en su obra y que obedece a su afán de mantener alta la voz ante el hedor del jabalí.
M: Yo estuve en tu rancho hace dos años.
Sí está para llorar. Ahí monte una obra
de teatro que abordaba la condición de nuestra época
y nadie capto nada. Pero la gente es buena onda.
D: Es como esta madre
hecha de algo transparente. (Toma la botella.)
Tienes que aventarla contra el suelo
y que pasen las llantas por encima,
hasta hacerla polvo.
El polvo de cristal es dúctil y cabrón.
Cuando llegues a ser polvo de cristal
Vas a darte cuenta de que a nadie
le importa un carajo tu pueblito
V: ¿Qué saben ustedes
de barrer sangre al drenaje?
M: ¡¿Qué?!
V: ¡No saben nada!
D: ¿Ya te salió el chamuco?
V:¡No saben nada!
Mariana y Diego ríen
Igual que jabalíes en secreto,
que plomazo en los engranes ya de suyo comatosos,
risas que me atizan, arrastran, pulen.
Yo me monto en el sagrario
de jurar y alzar la voz.
INTERIOR. NOCHE. LA LAMPREA, (Fragmento).
Muy personalmente encuentro en este libro una semejanza con los antiguos cantos, poemas y tragedias de la Grecia clásica, que narraban historias de epopeyas, grandes gestas o incluso grandes dramas trágicos como lo es Medea.
Pero en esta ocasión no encontramos a Odiseo navegando a Ítaca, sino al Vaquero, navegando en la barca reptiliana de Tobi. Con un viaje atormentado, pero con un destino certero, el mismo de todos los hombres.
Jabalíes de José Luis Rico, Premio Nacional de Poesía Francisco Cervantes Vidal 2015, Fondo Editorial Tierra Adentro.