Viajar para rebelarse
El lavaplatos es más que un libro de viajes, es el relato de una transformación personal que tiene como telón de fondo la geografía de nuestro continente.
El lavaplatos es más que un libro de viajes, es el relato de una transformación personal que tiene como telón de fondo la geografía de nuestro continente.
Por Josué Gonzales
Lima, Perú, 3 de marzo de 2023 [00:10 GMT-5] (Neotraba)
En el año 2015, Jorge Bar inicia un viaje a dedo por el continente sudamericano que lo llevó a recorrer, durante 19 meses, más de 42 000 kilómetros a lo largo de siete países y 130 pueblos y ciudades. Esta travesía es recogida en su libro El lavaplatos[1] (Colmena Editores, 2021), donde, además de describirnos una serie de lugares y paisajes de Sudamérica, nos conduce por un camino de introspección y aprendizaje. El libro consta de 29 relatos cortos, escritos desde la visión del viajero. La voz del autor, a modo de narrador, va recordando con nostalgia sus experiencias, donde la memoria se confunde con la ficción, y nos ofrece una crónica imprescindible para quien se anime a conocer estas tierras.
El lavaplatos es más que un libro de viajes, es el relato de una transformación personal que tiene como telón de fondo la geografía de nuestro continente. Es un homenaje al “ruteo” como práctica humana de cambio y crecimiento. Esto último, no desde la mirada de la autosuperación, sino desde la metamorfosis que sucede al transitar. No en vano se afirma que viajar te convierte en una mejor persona.
El lavaplatos es, por tanto, un diario de campo que recoge la mirada interior y el descubrimiento del autor, producto del andar y de la interacción con una diversidad de personajes y sus vicisitudes, lo que conforman también un retrato latinoamericano de nuestra época. Así, conocemos la tragedia y la fugacidad de la vida con Florcita, la pasión por Maradona de los argentinos, o el dolor de Karina. Estos personajes se nos presentan humanos, reales, con los cuales nos reconocemos e identificamos.
Acompañan los relatos una serie de héroes culturales hispanoamericanos. Así aparecen Buñuel en una mañana calurosa en Cali o Jodorowski en una autopista brasilera. Estas apariciones no son casuales, pues el viaje, como muchas otras cosas en la vida, a veces no posee lógica, y se encuentra ante eventos o situaciones que rozan lo fantástico, lo irreal y lo asombroso. El lavaplatos es así un testimonio de la magia y el absurdo de este continente.
Respecto al lenguaje empleado, El lavaplatos presenta diversos registros que juegan con el surrealismo por momentos o con la introspección psicológica en otros. Considero que esta diversidad de formas es la mejor manera de relatar las experiencias propias de este tipo de viaje, en donde se transita por múltiples escenarios, climas y latitudes: en pocas páginas uno conoce la noche de Guayaquil, la Sierra Nevada colombiana y las playas paradisiacas del Brasil.
Dentro de estas historias, Jorge se pregunta por la naturaleza humana, marcada por la locura, la tragedia y la alegría. En las respuestas a estas interrogantes uno descubre que la felicidad radica, muchas veces, en la simpleza de la vida, por ejemplo, en una comida casera, en un baño caliente o en el atardecer frente al mar.
La humildad como ética del viajero es, tal vez, la mayor lección que nos deja El lavaplatos, y es justamente este “oficio” que, a modo de metáfora de la sencillez, es reconocido y valorado: “lo había logrado. Había conseguido convertirme en un don nadie con un talento y estaba dispuesto a aferrarme a él”.
[1] En México, es posible adquirir el libro en Buscalibre.com.mx, y en Librería El Sótano y Librería Impronta.