Sol de Monterrey de Alfonso Reyes
Será necesario vivir un tiempo en la sultana del norte para darnos cuenta de la importancia de la luz y del sol: a veces naranja, a veces amarillo pero siempre potente.. Una reseña de Óscar Alarcón.
Será necesario vivir un tiempo en la sultana del norte para darnos cuenta de la importancia de la luz y del sol: a veces naranja, a veces amarillo pero siempre potente.. Una reseña de Óscar Alarcón.
Por Óscar Alarcón (@metaoscar)
Puebla, México, 27 de febrero de 2024 (Neotraba)
Unos versos que enamoran y al leerlos nos nacen ganas de salir a ver un sol maravilloso regiomontano, tal como lo vio Alfonso Reyes.
Y es que Reyes escribió este libro cuando fue embajador de México en Brasil. Nos podemos imaginar la forma en que extrañaba ese sol cálido y, a veces, quemante del noreste del país, que solo aquellos que han vivido en Nuevo León conocen.
Las ilustraciones son de Santiago Solís, quien nació en Durango, otro estado con un sol resplandeciente, un sol apabullante, y que ahora vive en la Ciudad de México.
Alfonso Reyes nació en Monterrey, Nuevo León el 17 de mayo de 1889 y falleció en la Ciudad de México el 27 de diciembre de 1959. Además de ser el primer presidente de El Colegio de México, fue embajador –como ya se mencionó– de México en Brasil y también fue embajador de México en Argentina.
Reyes nos dice en este libro:
(El fuego de mayo me armó caballero: yo era el Niño Andante, y el sol, mi escudero.)
Y es que acaso será necesario vivir un tiempo en la sultana del norte para darnos cuenta de la importancia de la luz -que es distinta a la de otros estados de la república- y del sol: a veces naranja, a veces amarillo pero siempre potente.
Por eso, Alfonso Reyes describe:
Y a mí el sol me desvestía para pegarse conmigo, despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños.
El viaje de la vida con el sol a cuestas nos hace pensar que en algún punto nos cansaremos y así le ocurre a Alfonso Reyes y también así lo capta Santiago Solís: el libro va de las ilustraciones iluminadas a las oscuras, en un abrir y cerrar de ojos se va la vida y con ella también se extingue el sol. Aunque también hay que recordar que vendrá un nuevo sol al otro día, basta descansar toda la noche para encontrarnos nuevamente con el astro rey por la mañana.
Un libro que nos hace recordar el tamaño del sol y al mismo tiempo nos coloca a la par en sus dimensiones cuando disfrutamos leyendo sus páginas y viajando entre los dibujos de Santiago.