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Portada del disco Terrorismo Kasero! de Sekta Core
Portada del disco Terrorismo Kasero! de Sekta Core

 

 

Por Eduardo Hernández (@Dondr_Tetris)

 

Estamos en un lúgubre departamento, mis ojos se casi se cierran, quiero dormir, ya no quiero seguir bebiendo alcohol barato, alcohol del malo. Alguien llama a la puerta, son las cuatro treinta de la mañana, tal vez será un vecino o ¿será la policía?, no creo, no lo sé, apenas puedo escribir sin que me falten letras o que mi texto sea legible… por un momento me pierdo, ¿quiénes son los tres nuevos invitados? Hablan del ska, no lo entiendo, hasta que tiempo después empiezo a comprender de qué hablan, uno de ellos porta una playera de Green Day, tenía un banda de Ska Core.

-Mira, pon la de (inaudible), de Kurado… esa rola está muy chida

 

Me sonó a un punk rock muy simple como si fuera un Allisson o PXNDX quien tocara, el video tenia buena edición, debo reconocerlo, pero el ska core no es así, al menos no en México. Cuando conocía algo de este género, fue por Sekta Core, aquella banda había fusionado los ritmos del ska con rap y hard core, recuerdo que había escuchado, sin querer, el disco Con Fuerza! (2002), era hasta la fecha lo más fuerte que había escuchado dentro de la escena en México, después descubrí a 8 Kalacas, pero esa es otra historia.

 

 

Me dediqué de lleno a escuchar sus discos, habían evolucionado poco a poco, hubo dos demos “Una Noche en la colonia” (1996) y “Terrorismo Kasero” (1997), los cuales le dieron paso al álbum “Morbos Club” (1998), teniendo temas como Ruperta, la historia de una mujer que es enterrada viva por error; Delfino, un asesino en serie, La Zona del Terror, un tema donde incluyen grabaciones de reportajes de nota roja, cuyo tema abarca, en ese momento. La sekta comenzaba a darse a conocer con la voz de Jorge Cotardo, pero en 1999 sale de la banda, dando paso a Jorge Salcedo. En ese momento de transgresión sale el disco Infierno (2000), el cual fue como una fiesta para darle paso a los nuevos trabajos con que se darían a conocer.

 

 

Había convivido algunos años con unos amigos que tenían una banda de punk, varias veces me tocó escuchar bandas de ska y también ver gente como mis tres amigos desconocidos, que ahora daban la explicación de por qué una canción de José José, tenía un gran significado, pura facha y nada más. La ingesta de alcohol no moderada, mi poca paciencia, hacían que recordara aquellas tocadas cuando peleábamos por nada, cuando la ultraviolencia se apoderaba de nosotros y no había marcha atrás.

 

Ya estaba, te tenías que rifar, un tiro a mano limpia, pero eso a veces no existía, sin más te podían soltar un golpe certero con un bóxer, tu quijada tronaba, tu labio inferior sangraba y el sabor de tu sangre, un tanto salada, alimentaba tu ira. Fue en ese momento que mi puño temblaba, me costaba controlarme.

 

Llegado el 2002 salió a la venta el disco Con fuerza, aquí el trabajo con el hard core se haría notar y resaltaría el tema El Hombre Eléctrico, tema que se volvería uno de los favoritos del público. En ese mismo año, saldrían de gira por el continente Europeo al lado de La Royal Club (antes La Matatena), bastaron tres discos para que salieran de gira por Estados Unidos y México.

 

 

En 2006 grabaron Unidad, Lealtad, Comunidad, que fue en vivo para celebrar sus 12 años de producción, seguido del LP Evil 6, producciones que de 2010 a 2011 se podían descargar en el casi extinto Myspace de la banda. La última grabación de la banda sería en 2016 en el foro Alicia, bajo el nombre de Ser Fuertes. Parte de la aceptación es el hecho de llevar a través de su música una concientización de los problemas que hay dentro de cierto sector social.

 

 

De pronto, comienza “La zona del Terror”, no puede seguir escuchando aquella plática sin sentido, donde todo era estético, donde se platicaba de lo mismo una y otra vez, sin previo aviso descargué mi puño derecho sobre la boca de mi nuevo amigo, no supo qué pasaba, pues ese golpe lo había tirado de su silla, y mientras se incorporaba, mi mente por un lado me decía que debía parar en ese preciso momento, pero la música y el alcohol me decían que la batalla debía continuar, una pelea que no me daría nada, solo una dosis de violencia que tiempo atrás no tenía.

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