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Navolato, Sinaloa, 8 de enero de 2025 (Neotraba)

La poesía tiene muchos rostros: la curiosidad, el asombro y el deseo de contarlo. El libro Los muchachos del Guinness Book (CONECULTA, 2022) posee esas características: recreación de acontecimientos, investigación documental, lecturas; composición de diálogos, situaciones; explora voces, sonoridades, imágenes, metáforas que Manuel Parra Aguilar conduce para que podamos escuchar y ver a sus muchachos extraordinarios.

“De esas largas piernas de Zeng Jinlian hablaremos en otra ocasión”, inicia el libro, el cual está dividido en dos partes: “La soledad de los gigantes” y “Maniobras”.

Hace unos días atrás, Manuel y yo conversamos respecto a su libro.

Julio César Félix. ¿Cómo es que te interesó escribir, no un poema sino un libro con esta temática de personas que están registradas en el Guinness World Records? Cuéntanos sobre qué fue lo que detonó que te animaras a escribir este libro, tiempos de escritura…

Manuel Parra Aguilar. Todo comenzó en 2017. Estudiaba la Maestría en la Universidad Autónoma de Morelos, en Cuernavaca. Recuerdo que, en un seminario de fotografía, el profesor Jesús Nieto expuso algo relacionado a los zoológicos humanos de finales del siglo XIX y principios del XX, la idea de las diferencias de los cuerpos, el exotismo. Aunque el argumento era la fotografía, los temas de los cuerpos me llamó la atención, lo mismo que el espectáculo.

En una de esas fotos, casi sin intención, el profesor presentó una imagen del Hunterian Museum, donde se exhibían, entre otras cosas, dos esqueletos humanos: uno de Charles Byrne, el otro de Caroline Crachami. ¿Quiénes fueron esas personas? ¿Cómo es que la estructura ósea de ambas personas llegó ahí? El profesor no mencionó los nombres de las personas, sólo expuso la foto y continuó. La imagen duró unos veinte o treinta segundos, pero para mí fue el detonante. De alguna manera así inician los proyectos literarios.

Al terminar la clase, por curiosidad, le pregunté al profesor acerca de esa imagen que me había llamado la atención. Me dio un poco de ayuda, diciéndome el nombre del museo y el contexto del mismo. Al regresar a casa, me puse a investigar; ya tenía pensado más o menos los primeros versos del poema, los cuales modifiqué conforme supe de las personas referidas. Por ejemplo, Byrne temía que, al morir, sus restos fuesen exhibidos –lo cual sucedió–; Crachami falleció durante una función, frente a los espectadores.

Conversación con Julio. Fotografía por cortesía de Manuel Parra Aguilar
Conversación con Julio. Fotografía por cortesía de Manuel Parra Aguilar

JCF. En el proceso, ¿con qué objetos, rasgos e ideas te encontraste que no tenías en mente y que incluiste?

MPA. Me interesaba exponer la parte emocional y psicológica de quienes habitan o habitaron ciertos cuerpos que, por algún motivo u otro, se encuentran en el Libro de Récords Guinness. Tenía bastante información sobre varias personas que incluía en mi libro, pero no me interesaba hacer algo biográfico sino más bien emocional, algo crudo, por llamarlo de algún modo, pero también esperanzador.

Señalé que el libro lo detonó una foto en particular, pero también existieron, en un inicio, otros intereses: hablar de esos otros cuerpos que no encajaban en un ambiente social en particular y que entraban al espectáculo. Yo estudiaba la Maestría en Artes y Literatura en ese entonces, leía sobre los procesos creativos y la teoría de los mismos. Recuerdo que Guy Debord señala algo así como que la vida y el tiempo son parte de mercancía; en el espectáculo se afirma la apariencia. En esa apariencia había cabida para los cuerpos de aquellas personas que entraron en los zoo humanos, el cine y el circo. Me refiero a los freaks.

En este sentido, Los muchachos… era mucho más amplio en un inicio, pues refería a personas con hipertricosis (exceso de vello en el rostro) y genu recurvatum (condición que consiste en doblar las rodillas hacia al frente), entre otras. Por cuestión de estilo, decidí centrarme en yuxtaponer ideas, conservando el carácter y la naturaleza del proyecto respecto como lo concebí en un inicio.

JCF. El tono principal que encuentro en los poemas de Los muchachos entre otros, es el de la soledad. Los personajes de tu libro se expresan o son retratados con asombro y no pocas veces destilan nostalgia, sueños, deseos frustrados. ¿Podrías platicarnos de esto?

MPA. Me interesaba destacar la parte humana, la parte emocional, con sus logros, alcances, limitantes. Vuelvo a Debord, quien menciona el aspecto de la imagen que se fabrica a partir de la experiencia del mundo. El espectáculo que se hace alrededor de esa imagen es lo importante para atraer, seducir al espectador.

Me llamaron la atención varios afiches publicitarios de los espectáculos de los que participaron las personas que se encuentran en Los muchachos; veía cómo se creaba esa imagen para comunicar sobre la persona referida y el día del evento. Por ejemplo, los carteles promocionales de Pauline Musters o Edouard Beaupré. Obvio, en las imágenes las personas eran sonrientes, con ojos brillosos, labios delineados.

Al entrar en registros autobiográficos, como Cast a Giant Shadow, libro de Sandy Allen, o algunos apuntes del diario de Ella Ewing, las personas exponían su situación, desde las burlas hasta los deseos más comunes que varias personas tenemos: tener una pareja amorosa, tener hijos, entre otros. Sin embargo, en Los muchachos no todo es visto como un lamento, ya que también hay otros deseos alcanzados, aun con las limitantes físicas e incluso emocionales: Ajay Kumar dirigió algunas películas; Paulo y Katyucia caminan tomados de la mano al ser considerados como la pareja de casados más pequeña del mundo –quitándole la corona a Li Tangyong y Chen Guilan.

JCF. ¿Qué lecturas y otros temas se involucraron en la escritura de este libro?

MPA. La más inmediata fue Guinness World Records. Pero también están La sociedad del espectáculo, de Debord, algunos diarios y libros de personas que se incluyen en Los muchachos Como dije anteriormente, yo estudiaba la maestría en artes, lo cual me facilitó el acceso a lecturas que también influyeron en el desarrollo del libro.

El espectador emancipado, de Jacques Rancière, El pensamiento visual, de Rudolf Arnheim; la película Freaks, dirigida por Tod Browning, la cual se mencionó en alguna clase de la maestría… en este sentido, quiero destacar la aportación que de algún modo tuvieron los profesores de la maestría, al igual que los compañeros de clase. Con los profesores, a la vez que veíamos contextos históricos sobre las representaciones visuales y literarias de los cuerpos, también existía el diálogo del arte; con los compañeros porque conversábamos sobre los estudios que entonces realizábamos, unos de cine, otros de arte visual, otros sobre sociología y literatura.

Conversación con Julio. Fotografía por cortesía de Manuel Parra Aguilar
Conversación con Julio. Fotografía por cortesía de Manuel Parra Aguilar

JCF. ¿Por qué leer y escribir poesía hoy en día?

MPA. Poesía es testimonio y sensibilidad; es la parte emocional con la cual nos expresamos. Poesía es posicionarnos en el mundo, es decir aquí estoy yo, y antes de mí estuvieron otras personas. Ese “aquí estoy yo” no significa que esté solo, me acompaña la sociedad… y también aquellos que ya no están. Mis pensamientos no son sólo míos, otras personas también han pensado lo que yo.

Leo a mis contemporáneos porque quiero saber quiénes vivimos en un entorno del estado, del país o del continente, y en todo caso, nuestro contexto es distinto, nuestra visión del mundo es distinta, por lo que vemos los variados mundos a los que pertenecemos. Quiero leerlos para saberlos, para conocerlos de algún modo.


Julio César Félix (Navolato, Sinaloa, 1975). Estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Radica en Coahuila. Libros: Nacimos irritilas en el acuario del mundo, Desierto Blues, Todavía hay un mar por cruzar para que yo invente mis pulmones, Chayito de noche, entre otros.


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