Máscara contra cabellera
Vainilla y Fresa | Adriana Barba recuerda las tardes de lucha libre: Carmelo Reyes, Perro Aguayo y Konnan, de quien estuvo enamorada.
Vainilla y Fresa | Adriana Barba recuerda las tardes de lucha libre: Carmelo Reyes, Perro Aguayo y Konnan, de quien estuvo enamorada.
Por Adriana Barba
Monterrey, Nuevo León, 24 de julio de 2020 [00:11 GMT-5] (Neotraba)
Hace unas semanas mi mejor amigo me dijo a quemarropa que yo era muy ruda.
Al principio me ofendí y casi lloro como Magdalena, porque siempre me he considerado una mujer muy dulce.
Bueno a veces nos cegamos, ya lo sé. De dulce no tengo nada. En eso recordé parte de mi infancia, claro, ahora lo entiendo: soy ruda de corazón, ahí habitan los recuerdos de mi querido Carmelo Reyes y sus muchachos, nacidos en Lagos de Moreno, Jalisco.
Cuando eres chico guardas información de algunos personajes como si fueran de tu familia, muy chistoso. Hace 5 años manejaba de Monterrey a Irapuato y por un desvío, saliendo de la carretera a San Luis Potosí, me perdí. Lluvia intensa y fallo en el GPS me hicieron desesperarme mas no quería parar. En eso vi un letrero que decía “Lagos de Moreno”, e hizo que me sintiera segura, estaba en casa según yo, claro, muy lejos de casa. Al final la lluvia cedió y después de perder 3 horas regresé al camino correcto, con la imagen de Carmelo Reyes pegándole duro a mi Pedro “Perro” Aguayo.
En mi playlist siempre está presente La marcha de Zacatecas, pieza del compositor Genaro Codina y que fuera distintiva del Perro Aguayo en todas las arenas en las que se paraba, incluso fuera del país. La escucho y me voy a 1992 viéndolo dirigirse al ring.
Les tengo que hablar de mi primer amor: Konnan. Era 1994, agosto, no recuerdo el día, pero yo estaba completamente enamorada de él.
Carlos Santiago Espada –de nacionalidad cubana y americana– me esperaba en la televisión los domingos. Les puedo decir que esa época fue la única en donde disfruté estar sentada por horas viendo luchas.
Desde 1983, año en que yo nací, se dedicó con gran pasión a los eventos deportivos en México.
Su voz y su chispa burlona para narrar la lucha libre hicieron que cada vez que escuchemos la palabra: “rudos” nos acordemos de él.
Su frases célebres como: “Guácala de pollo” o “el que nace marrano muere cochino”, están vivas en mi lenguaje diario.
Muero por ir a las luchas, por revivir tantos momentos bonitos. Algún día cuándo se acabe esto usted y yo volveremos a disfrutar de eso que nos encanta.
Mientras, viajemos al pasado en YouTube y gritemos juntos “los rudos, los rudos, los rudos”.