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Por Verónica Mastretta

Puebla, México, 16 de octubre de 2020 [00:01 GMT-5] (Mundo Nuestro)

Uno de los motivos del viaje a Europa de Beatriz Gutiérrez Müller, la esposa del presidente López Obrador, es conseguir piezas valiosas de la época prehispánica para exhibirlas en México el año que viene durante las celebraciones de la consumación de la Independencia. No sé si sea cierto, pero en algún lugar leí que el objetivo principal era conseguir que el gobierno austriaco nos devolviera, o por lo menos nos prestara, el penacho de Moctezuma.

Creí que el penacho había llegado directamente de México a Austria desde un principio. No fue así. Estuvo en varios lugares del entonces inmenso imperio de Carlos V. En 1519, Moctezuma envió, al rey Carlos I de España y a Carlos V de Alemania, 158 obsequios como cortesía de monarca a monarca, mientras ganaba tiempo para lidiar con los extraños invasores que habían arribado a las puertas de su imperio. Cortés cumplió con enviarlos para deslumbrar con oro a Carlos V y así conseguir su apoyo en la empresa de conquistar México. Al parecer el penacho fue uno de los objetos que Moctezuma envió y de los cuales se hizo un cuidadoso inventario y descripción.

No hay certeza de que el penacho fuera suyo porque, según la investigadora mexicana Carmen Cook, el tlatoani tenía muchísimas riquezas y tocados; no se trataba de una pieza única o irremplazable. De haber sido así, no se entendería que regalara su más preciado arreglo. Los objetos tienen vida propia y recorren caminos impredecibles. A lo largo del tiempo, el penacho cambió varias veces de lugar y de dueños, hasta que fue depositado en el Museo Etnográfico de Viena durante la Segunda Guerra Mundial junto con otras obras de arte de la familia tirolesa Ambrás, quienes entregaron su colección al museo para evitar el saqueo nazi.

El gobierno austriaco dice que no se apropiaron ilegalmente del penacho ya que, originalmente, fue un regalo de Moctezuma a Carlos V. Se encuentra inventariado en un catálogo con fecha de registro del 5 de noviembre de 1519 por dos notarios en la Villa Rica de la Vera Cruz. Las dos actas originales de los notarios están una en Viena y otra en Sevilla. Los objetos llegarían a la ciudad de Bruselas y probablemente visitarían otras ciudades del inmenso imperio de Carlos V, en donde fueron expuestos y admirados por muchos personajes de la época, entre ellos el pintor y grabador Alberto Durero, que quedó muy sorprendido por la calidad de la obra que contempló.

El penacho se reubicó formalmente en Austria a finales del siglo XVI como propiedad de la familia tirolesa Ambrás. Sus miembros decían que su abuelo lo había adquirido en 1580 en un mercado y que venía guardado dentro de un tubo de cristal, por lo que pensaron que podía ser un faldón morisco. Otra versión dice que un sobrino de Carlos V, Fernando II, conde de Tirol, heredó el penacho en 1563, junto con otras piezas de la colección mexicana, permaneciendo durante dos siglos en una vitrina de la familia.

En 1878, el naturalista Ferdinand Von Hochstetter lo descubrió arrumbado en un aparador del palacio de Belvedere en Viena. Él mismo realizó la primera restauración. Le faltaban muchas piezas de oro, que sustituyó con bronce, y había perdido muchas de las plumas originales a causa del tiempo y la polilla, así que usó otras que no eran de aves mexicanas, excepto las de quetzal. Otras restauraciones y el cuidado que se le dio a lo largo de los siglos evitaron que se desmoronara por completo.

Detalle de la réplica del penacho de Moctezuma. Fotografía del Archivo Digital de las Colecciones del Museo Nacional de Antropología INAH.

La identificación del penacho, cuyo nombre original es quetzalapanecáyotl, fue realizada por la antropóloga norteamericana Zelia Neuttal. Es un espectacular tocado de plumas de quetzal engarzadas en oro, obra de los amantecas, artistas mexicas, especialistas en la creación de objetos plumados que usaban los grandes guerreros o gobernantes. Tiene una altura de 1.30 metros y un diámetro de 1.78 metros. Originalmente tenía 1544 piezas de oro. El centro del penacho está hecho con plumas azules de ave xiuh totol y tejuelos de oro en forma de medias lunas con piedras preciosas. Sigue una zona rosa de plumas de tlauquechol y otra de plumas marrones de cuclillo, de donde sale una hilera de plumas verdes de quetzal, algunas de hasta 55 centímetros de largo. A pesar de su deterioro, su valor estimado por el gobierno austriaco es de 50 millones de dólares.

Ya en este siglo, de 2010 a 2012, la comisión binacional académica México-Austria, que estudió y restauró el penacho, ha decidido renombrar este tesoro azteca cono Penacho del México Antiguo, ya que no está científicamente comprobado que haya pertenecido a Moctezuma II. La última restauración le garantiza 500 años de vida adicionales.

La última investigación realizada determinó que el penacho no puede ser movido debido a que las vibraciones podrían causar daños irreparables a sus materiales orgánicos. Hasta 2010 se mantuvo en una posición de 90 grados. En la actualidad está inclinado a 22.5 grados y protegido por una vitrina que evita cualquier vibración.

En el Museo de Antropología e Historia de la ciudad de México existe una bellísima y perfecta réplica del penacho de Moctezuma realizada en 1940 por el amanteca mexicano Francisco Moctezuma. Una herencia viva y deslumbrante del frágil objeto que un día se fue en un barco a recorrer el mundo.


Esta nota se publicó originalmente en Mundo Nuestro:

https://mundonuestro.mx/index.php/secciones/historia/item/2681-los-enigmas-del-penacho-de-moctezuma

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