Por José Luis Dávila
Charles Hardin Holley murió el 3 de febrero de 1959, a los 22 años, mientras viajaba en compañía de Ricardo Esteban Valenzuela Reyes y Jiles Perry Richardson. Tiempo después, Don McLean bautizó ese día como “the day the music died” en una canción que contiene referencias a toda una generación que fue testigo y participe del nacimiento del rock y de su evolución hasta la psicodelia del inicio de los 70’s. Esa canción, American Pie, está llena de símbolos enlazados a toda la cultura musical, no sólo estadounidense sino mundial, de la época, pero se centra en la figura de Holley, el icono del rock que mejor conocemos como Buddy Holly.
Las composiciones de Holly son trascendentales para la música: a partir de su trabajo en estudio se han experimentado y desarrollado nuevas formas de grabación, asimismo desde su tiempo con The Crickets propagó la clásica constitución de una banda de rock (dos guitarras, un bajo y batería) y su look es una marca distintiva de los 50’s. Buddy Holly es un punto de partida, es un punto de referencia y un punto de comparación; sus canciones y su nombre han sido retomados a lo largo de las décadas por muchos otros artistas: desde la versión de Words Of Love de The Beatles y la intertextualidad de su Dear Prudence con Raining In My Heart, pasando por Alvin Stardust quien en 1984 canta I feel like Buddy Holly ‘cause it’s raining in my heart, hasta llegar a Weezer que diez años después de Stardust se enorgullecen de decir: I look just like Buddy Holly en el segundo sencillo de su primer álbum.
El 28 de junio se lanzó Rave On, un nuevo disco de Buddy Holly, un Buddy Holly en la voz de otros: Paul McCartney, The Black Keys, Modest Mouse, Fiona Apple, Florence And The Machine, Graham Nash y Lou Reed son algunos de los nombres que podemos encontrar en la portada del disco; son voces que lo actualizan y lo re-interpretan cada uno en su propio estilo, lo reviven, lo hacen levantarse del campo de maíz en el cual terminó su vida, tomar la stratocaster y regresar a nuestras bocinas para llenarnos de nuevo con sus letras y sus ritmos.
El disco tendrá sus detractores, como cualquier disco de tributo; se harán comentarios, se juzgará la calidad, la forma en que se adaptó cada canción. Quizá muchos detesten (como yo) la versión que Julian Casablancas grabó de Rave On, o les parezca (como a mí) que Justin Townes Earle logró una Maybe Baby que nadie, excepto el mismo Buddy, pudo hacer mejor.
Pero, sea cual sea el valor que se otorgue y la crítica que se haga sobre este Cd, en el fondo de cada uno de los 19 temas que lo integran se seguirá escuchando y reconociendo a Buddy Holly, aquél que sobrepasó a todos, incluso a Elvis quien a pesar de ser ‘El Rey’, nunca será, como McLean nombra a Holly, ‘the Father’.
José Luis Dávila también habita en: http://entreparentezis.blogspot.com/