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Hermosillo, Sonora, 3 de febrero de 2025 (Neotraba)

Caborca y la hipótesis de Piglia

Según la famosa tesis de Ricardo Piglia –inspirada por Borges–, el cuento siempre narra dos historias, una explícita y otra oculta, y sostiene que el talento de un cuentista se advierte, sobre todo, en su capacidad para sugerir la segunda a través de indicios sembrados en la primera. Es mar la tierra entera, la ostra es el desierto, Caborca es una perla (Instituto Sonorense de Cultura/Laberinto, 2024), de Ramón Egren Gama, se erige sobre una gran historia oculta, la del crimen organizado. Salvo un par de excepciones, en este conjunto de relatos el narco es latente: sabemos que está ahí por el comportamiento y la psicología de los personajes, acostumbrados a la bala y la muerte. Este acostumbramiento queda muy bien expuesto en un relato donde una repartidora de comida por aplicación se mueve por la ciudad en función de los signos de unas balaceras y unas persecuciones que se oyen pero no se ven; el final, deliberadamente anodino, es un subrayado de la normalidad de la violencia en uno de los tantos municipios de Sonora.

Caborquenses

De Winesburg, Ohio, de Sherwood Anderson, a Montevideanos, de Mario Benedetti, de Knockemstiff, de Donald Ray Pollack, a Tijuanenses, de Federico Campbell, de Dublineses, de James Joyce, a Todos Santos de California, de Luis Felipe Lomelí: el libro de Ramón Egren Gama se suma a los cuentarios sobre ciudades, en los cuales hay una voz coral y los personajes aparecen, desaparecen y reaparecen como en la cotidianeidad misma. Quiero destacar al Risitas, el mejor yesero de Caborca. Se trata de un personaje tan real y tan literario a la vez que adquiere una dimensión mítica gracias a la tarea titánica que asume a partir de la desaparición de su hijo. Tiene su propio cuento –acaso el más redondo de toda la colección–, si bien su presencia se deja sentir en otros relatos.

Orejas e imaginación

Ignoro cómo fue el proceso de escritura de Es mar la tierra entera, pero no se necesita mucha lucidez para notar que los cuentos están amasados con un poco de crónica y otro tanto de fabulación. Uno fácilmente puede figurarse a Ramón Egren parando la oreja mientras comía en un puesto de tacos o pidiendo a sus familiares o amigos detalles sobre un determinado acontecimiento o escuchando atento la noticia negra del día. Luego habría de venir la imaginación para colmar los múltiples vacíos que hay en la realidad, para cortar flecos y unir sucesos inconexos, para crear personajes desde cero o pulir los que hayan tenido un modelo extratextual, para dotar de sentido a lo que simplemente es un absurdo. El buen oído se percibe también en la estilización de la oralidad, siempre moderada, suficiente para situar a los personajes en unas coordenadas concretas y para no caer en la trampa regionalizante.

La lupa sobrenatural

A través de no sutiles pero sí bien dosificados elementos sobrenaturales que le dan densidad al discurso, Ramón Egren Gama lleva a Caborca al plano literario con eficacia y a veces con osadía. Con fantasmas o con las balas objeto de un embrujo de muerte asignada, algunos de los cuentos de Es mar la tierra entera escrutan la realidad con una lente que proyecta sombras que emergen de la cabeza y el estómago, es decir, que no derivan de la materialidad del mundo. ¿Se puede narrar la violencia sistemática y cotidiana sin recurrir a la distorsión de la realidad? En todo caso, el efecto que estos cuentos pueden llegar a tener en el lector no es menor por rehuir, cada tanto, la razón y las leyes de la física. Quizás es lo contrario. Ya no es como en el siglo XIX, cuando el relato sobrenatural ayudaba a sacar a la superficie verdades incómodas, inexpresables, peligrosas; en la Caborca que narra Ramón Egren, lo sobrenatural intenta ahondar en lo que es obvio, triste, rabiosamente explícito.

Es una perla

Cuando terminas el libro, relees el título –haikú del propio autor que dialoga con uno de los reyes mexicanos del género, José Juan Tablada– y captas la contradicción emocional y actitudinal que contiene: Caborca, en efecto, es una perla.


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