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Portada de Insular de Luis Reséndiz, publicado por Cuadrivio.
Portada de Insular de Luis Reséndiz, publicado por Cuadrivio.

 

Abril de 2017

 

Nos conocimos en 2016 durante la Feria del Libro que organizó la BUAP en el Complejo Cultural Universitario, apenas cruzamos un par de palabras e hicimos click inmediatamente. Ahí me enteré que Luis Reséndiz (Veracruz, 1988) tenía publicado Insular (Cuadrivio, 2016).

 

Poco a poco fui siguiendo sus textos y columnas aparecidos en medios electrónicos, que se encuentran entre el ensayo y la Varia Invención, como diría Juan José Arreola. Hace unos días Luis fue uno de los pocos que defendieron la renuncia a la escuela de Mars Aguirre, la chica cuyo video se viralizó. La defensa de Luis estuvo bien argumentada y su opinión sobre lo que ocurre en México en temas de educación también es muy válida.

 

Los temas de la entrevista van desde la imaginación hasta los nazis, de la escuela al cómic y se deja ver por ahí el futbol.

Óscar Alarcón. El texto “Flujo interrumpido” hizo que me recordara un poco aquellas grandes historias de la literatura en la que uno no sabe si lo que acaba de leer es cierto o es ficción, quizá lo resumiría con la frase “y si sí…” ¿por qué crees que la imaginación sigue siendo tan poderosa en esta época posmoderna? Uso posmoderna con un poco de ironía pues no sé si estemos viviendo la posmodernidad pero no encuentro otro adjetivo para llamar a este tiempo.

Luis Reséndiz. La realidad es difícil de enfrentar, por varias razones. No solo porque es abrumadora y horrible y compleja, sino también porque el mundo hipermediatizado posibilita un torrente de información real o presuntamente real que es difícil de asimilar.

 

La imaginación, o la ficción, aparecen entonces como armas y escudos, como formas de ataque y de defensa, con las que lo mismo nos pertrechamos y nos refugiamos que salimos a enfrentar la realidad. La ficción es escudo porque nos permite evadirnos, pero también es arma porque con ella imaginamos mejores realidades. Es decir, más allá de que la imaginación caduque, creo que solo se hace más potente, más necesaria que nunca. La imaginación solo dejará de ser relevante cuando habitemos un mundo perfecto.

 

ÓA. Platícanos cómo es que decides venir a vivir a Puebla, y específicamente a Cholula.

LR. Básicamente se juntó la neurosis insostenible que me provocaba el metro del DF con la imperiosa necesidad de ver a mi novia, que vivía acá, todos los días. Del choque de ambas cosas se desprendió mi mudanza a Cholula, una decisión que a la distancia me parece un tanto extraña, como irse a vivir permanentemente a un balneario, a un lugar que parece de exclusivo uso vacacional.

 

ÓA. El encabalgamiento que tienes de los géneros en Insular, nos remite sin duda a algo que tú mismo mencionas en la introducción: nos hace recordar a Juan José Arreola y la Varia Invención, ¿a qué se debe que escribas sobre esa forma? No quiero llamar género a la Varia Invención porque creo que traicionaría su esencia de escritura no clasificable.

LR. No me gustan mucho las ataduras. No me gusta el trabajo de oficina, no me gusta pagar mis impuestos, no me gusta dar ni recibir órdenes. No me gusta ninguna disciplina impuesta, aunque sigo a pie juntillas la propia.

 

Vaya, no me gustan las fronteras ni las férreas delimitaciones, ni me gusta que vivamos en una civilización dispuesta a imponerlas tan a la ligera a todos sus integrantes. Las detesto. Este sentimiento, me parece, se trasladó con mucha naturalidad a lo que escribo, que dentro de mis limitaciones, procura no obedecer acríticamente las benditas fronteras que delimitan a los géneros. Creo que escribo o pretendo escribir Varia Invención, en sentido estricto, por punk, por desobediente.

 

ÓA. Hace unos días se dio una controversia con Mars Aguirre, la chica que decidió abandonar la escuela y escribiste un texto el cual defendía la adquisición del conocimiento no necesariamente en el ámbito escolar, me pregunto qué pensarán muchas de las personas que están estudiando un doctorado en CONACyT, ¿es necesaria la escuela o necesita reformularse? Supongo que el tema da para mucho, sobre todo con la aparición del nuevo modelo educativo de Aurelio Nuño. También quisiera recordar un ensayo de Heriberto Yépez quien afirmaba que la Universidad es una institución caduca.

LR. La escuela es una institución aparentemente noble pero que sí ejerce un alto grado de control y manipulación, en particular la educación básica, incluyendo a la preparatoria. Yo pensaba cuando daba clases, de pronto, pues, en el número de niños que estaban ahí, frente a mí, un pelado que ni conocen, y decía “órale, pero es que cómo es posible que estemos todos aquí”. Un cuestionamiento de la cosa escuela, pues. Claro que es necesaria. O al menos es útil para algunos. Pero creo que hace falta reformular muchas cosas, reivindicar el aprendizaje fuera del aula, entender que es imposible que un profesor enseñe de verdad a grupos de cuarentaitantos niños,

 

 

desechar las estúpidas normas de corte de pelo o de piercings o de tatuajes o de maneras de vestir, la rigidez de los horarios, revalorar la importancia de despertarse tarde, vaya, toda la serie de imposiciones que se le hacen a los miembros más vulnerables de nuestra sociedad sin siquiera preguntarles qué es lo que buscan o quieren o desean.

 

 

No sé en la educación universitaria, porque podríamos decir que es un problema que no me interesa mucho, pero cuando menos en la educación básica es urgente una reforma auténtica, no laboral sino mental, una reforma de la conciencia de la enseñanza y sus supuestos objetivos. Por eso dejé de enseñar y por eso abrí un taller de creatividad para adolescentes, porque me interesaba seguir trabajando en el acompañamiento pero no desde la acrítica rigidez institucional de la educación formal mexicana.

 

ÓA. Hablando de temas menos educativos, por lo que nos dejas ver en Insular disfrutas mucho del futbol y supongo que también lo sufres como muchos aficionados al Cruz Azul, ¿qué crees que le hace falta al equipo para que vuelva a ser campeón?

LR. Que corran a Billy Álvarez y a toda su caterva de sanguijuelas, que retiren a Chaco Giménez y lo pongan a dirigir y que dejen de contratar cartuchos quemados de Argentina. Jijos.

 

ÓA. ¿Y a la selección mexicana para ser campeona del mundo? ¿O es un sueño guajiro?

LR. Fíjate, la selección me interesa menos. Entre otras cosas, porque no creo mucho en la ficción de las naciones, pero también porque abandoné sus partidos después de que el Piojo Herrera apoyara descaradamente al Partido Verde, esa asociación delictuosa, y de ahí me seguí y mira, mi vida es mejor sin ellos.

 

ÓA. En “Genealogía abreviada de la cocaína” nos cuentas la historia de Hilda Krüger y su vida como espía alemana para los nazis. En algún momento había escuchado que existe un libro no traducido al español que se titula La suástica rosa, en donde se habla sobre la homosexualidad en el Tercer Reich. ¿Qué tanto, historias como la de Krüger, en verdad ocurrieron y qué tanto crees que sean parte de ficción? Una vida que además enriquece a la historia del cine mexicano.

LR. En ese texto lo único que está inventado es la relación entre Hilda Krüger y un espía, porque todo lo demás sucedió y está relativamente documentado, incluyendo el plan nazi para inundar de droga a los Estados Unidos, que aunque nunca se llevó a cabo, existió. Los nazis estaban muy orates, a la distancia casi fascinantemente orates.

 

 

El ascenso de Trump me hizo volver a mi obsesión por el nazismo. Recientemente corregí un par de libros de no ficción sobre el nazismo, uno sobre el proyecto Lebensborn y otro sobre un farmacéutico de campos de concentración, y los horrores que esa gente realizó son delirantes, más ficticios que la ficción.

 

 

Mucho se ha fabulado, pero mucho es verdad, y hay que revisar hasta desfallecer esa parte, la verdadera, porque es una de las peores cosas que hemos hecho como especie y necesitamos nunca olvidarlo.

 

ÓA. ¿En algún momento intentaste ser periodista? Te lo pregunto porque muchos de los textos incluidos en Insular se acercan a la crónica.

LR. No, para nada, pero la crónica es de mis géneros favoritos. La intento, pues. Tengo un proyecto de crónicas de la vida en México, una cosa según yo como de Ibargüengoitia, y algunas se han ido filtrando por ahí en revistas.

 

No podría ser periodista, no tengo el rigor, me gusta imaginar, pero la crónica es donde mejor me acomodo, aunque al final casi siempre termino fabulando al menos un poquito. Ha de ser que miento muchísimo.

 

ÓA. Cuéntanos qué disfrutas más el cine o los cómics y qué piensas de las fusiones que en la última década se han realizado entre ambos.

LR. Si el mundo se acabara hoy y alguien en toda su piedad me ofreciera meterme a un búnker para salvarme pero escogiendo tan solo el cómic o el cine, creo que me tardaría tanto en decidir que mejor me dejarían afuera.

 

La superposición de ambas cosas me fascina y entusiasma; me hace muy feliz que dos de mis aficiones vitales se unan y se empalmen. No siempre me gusta cómo lo hacen, pero así son los matrimonios, imperfectos.

 

 

Luis Reséndiz imagen promocional de la presentación editorial de Insular
Luis Reséndiz imagen promocional de la presentación editorial de Insular

 

 

ÓA. Hablábamos de que no es necesario acercarse a un tema o a una disciplina de manera académica para ser un experto, platícanos cómo fue que te acercaste al cine.

LR. El cine me gustaba desde pequeño. Un día fui a ver Kill Bill Vol. 1 de Quentin Tarantino y flipé absolutamente. Tomé conciencia de que el cine era artificio y decidí, como quien decide ser cura o carpintero, que pasaría el resto de mi vida intentando entender esa cosa llamada cine.

 

 

Después, poquito a poco, se fue dando la integración de esa pasión con mi vida laboral, primero escribiendo crítica de cine, luego trabajando en publicidad, ahora escribiendo guiones de televisión.

 

 

Sé que soy muy privilegiado por tener esas oportunidades, y también infinitamente afortunado, pero sé también que las pasiones no son exclusivas, y creo con mucha firmeza en que, al menos en el campo de las humanidades, el cariño a algo es la mejor vía para hacerse experto en ese algo, más allá de títulos o grados universitarios.

 

ÓA. Esta es una pregunta que le hago a todas las personas que entrevisto, ¿qué es el amor?

LR. Creo que es la conciencia de que uno puede formar parte de algo simbiótico, que involucra no solo a uno mismo sino a otra u otras personas, otras entidades fuera de ti mismo. Como todo, esa pertenencia es susceptible de terminar, pero una vez que sucedió, nadie puede arrebatártela.

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