Por Óscar Alarcón
29 de septiembre de 2010.
Sí está presente. Como artista te enfocas en catalizar la época en la que vives, las situaciones. Creo que tiene mucho que ver cómo resiento la situación del México actual —por eso la imagen del cerdo— y me gusta mucho plasmar la situación que vivo.
El colectivo “Los Tamalistas”, es una reinterpretación de lo mexicano en el sentido de tratar de rescatar nuestros valores, que no son otra cosa que una súper mezcla, pero llevarla a la contemporaneidad en el arte, en la música. Siento que en Puebla es un poco estancado. Tiene un mucho de rezago. Y hay una élite que siempre expone. Sin meterme mucho, por ejemplo, Lazcarro, que son instituciones. Piensas en arte en Puebla y viene a tu mente Ramos Brito, que son buenos en los que hacen, pero que hay otras células de jóvenes que no se les toma en cuenta.
Sí, con todo respeto. Veo la obra de Lazcarro y de Ramos Brito y las sigo considerando modernas, abstractas y siguen siendo parte de la ruptura. Y es válido porque es gente que desde hace mucho está trabajando su obra de esa manera. Pero siento que se intenta salir un poco, con el Encuentro Estatal de Arte Contemporáneo por ejemplo, y se logra medianamente porque si bien es cierto que hay mucha gente que hace arte contemporáneo, también hay mucha gente que hace ocurrencias y le pega.
Yo lo veo muy segmentado. Hay dos células básicas: la que quiere ser muy contemporánea, que parte de los movimientos que se dan en Cholula, en la Universidad de las Américas, en La Perrera, y la que tiene la gente que estudia artes visuales —de donde yo salí— que todavía es demasiado moderna. Tú entras a la academia de artes visuales y te encuentras con pintura, grabado, escultura, historia del arte. Una historia del arte, cabe decir, que se queda en el Modernismo, rayando a veces en el pop art. De repente hay alguien que tiene la inquietud y saca a colación el arte contemporáneo pero no te informan.
Yo salí de artes visuales y de no ser por mi tesis, no me hubiese informado de lo que es la contemporaneidad en el arte. Y es muy importante porque no tiene 10 años.
Entonces estas dos corrientes se disputan a los espectadores en Puebla.
Y el poblano es muy difícil porque tiene un tipo de carácter ligado a lo convencional. Acepta con facilidad lo que está probado. Si ven un cuadro figurativo —ahora que está de moda el hiperrealismo— está bien. Pero como ciudad no hemos tenido el proceso evolutivo del arte moderno. Nos saltamos del costumbrismo de Arrieta, de los bodegones, cúpulas, fachadas a Lazcarro y Ramos Brito, que hacen arte moderno, hasta nuestro momento en el que se quiere jalar hacia la contemporaneidad. Entonces entra los encuentros de arte contemporáneo, la Bienal de la Universidad Iberoamericana, que son movimientos que quieren quitarse ese lastre.
Pero hay mucha gente que sigue viendo al arte en Puebla como el Barrio del Artista. Con todo respeto, lo que se hace ahí es artesanía. Los que están ahí dibujan perfecto una manzana, una cara y lo han hecho toda la vida. Pero siento que va más allá. En el arte hay otro tipo de discursos. Y en Puebla hay muchos artistas que están tratando de cambiar las cosas. Pero como ciudad, nos falta mucho.
¡Además del priísmo, la liga de la decencia! Un maestro de artes visuales intentó hacer una exposición de arte sacro pero muy actual, cambiando expresiones. Tenía el cuadro de una virgen en el que se dibuja un poco el seno y la liga de la decencia se encargó de satanizar la exposición. Y Puebla ha tenido un gobierno priísta que por mucho tiempo no dejó que vinieran otras expresiones a inundar. Y la gente que tiene dinero para comprar arte se enamoró del minimalismo y de la abstracción. Y compran mucha obra de pintores oaxaqueños.
Aunque hay mucha gente que quiere hacer algo, por ejemplo Los Tamalistas no es un grupo de arte contemporáneo, sólo retomamos tradiciones y les damos un enfoque nuevo. Aunque sí hay gente que se enfoca a hacer arte contemporáneo, que hace video, instalación multimedia y que utiliza nuevos soportes y eso es bastante plausible.
El problema ahora es quitar el monopolio que existe no sólo con la gente que vende arte sino en las becas y en los apoyos que da CONACULTA.
En el caso de la pintura es excepcional, si te dan una beca es porque has demostrado que eres un pintor con mucho trabajo. Tienes que mostrar fotos y otros antecedentes de tus trabajos. Y depende mucho de quién te dé la beca. Porque si en el jurado de CONACULTA está Teresa del Conde o Raquel Tibol se va a apuntar hacia el modernismo. Pero eso es a nivel federal. En Puebla hay mucho monopolio.
Yo creo que no. El caso del arte en Puebla es que está muy ligado a la pintura, a pesar de que actualmente le arte puede ser todo y tiene muchas otras manifestaciones, la pintura aquí sigue siendo una institución. Muchos artistas pintamos. Personalmente nunca he solicitado una beca, pero sí conozco gente que lo ha hecho. Y curiosamente los resultados siempre son hacia la misma gente. Aquí la beca de pintura sólo te produce el catálogo, te da dinero si eres consagrado, si eres alguien nuevo se enfocan más a ver tu obra.
Creo que son un incentivo que te da el gobierno para pararse el cuello y decir que se está haciendo arte en Puebla. Depende del jurado para saber a quién se la van a dar, depende de la región del estado que quieran resaltar. Creo que el favoritismo en Puebla está ligado al conservadurismo. Aunque conozco a muy pocos artistas que han ganado una beca porque realmente son buenos.
Creo que los artistas se quejan de la institucionalidad del arte. Y muchos de ellos por eso deciden tomar el arte. Aunque para ser artista hay que ser autogestivo pero también hay otros que sólo llenan a la perfección los requisitos para obtener una beca. Y varios artistas viven de ganar becas.
Pero otros hacen arte porque es lo único que saben hacer. Por ejemplo, el festival de día de muertos surgió de la nada y ya vamos en la cuarta edición, y éste es el primer año en el que nos apoya el FOESCAP (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Puebla).
Yo creo que no. Tomo el soporte clásico de la pintura pero me gusta mezclarlo con las expresiones del arte contemporáneo. No es que sea algo transgresor, pues estoy utilizando al bastidor, o a veces al papel.
No es trasgresor en cuanto a técnicas o materiales, pero ¿las temáticas?
En las temáticas me gusta mucho que lo que veas cuente una historia, una situación, una denuncia, una nota del periódico.
De la religión no me puedo despegar completamente. Tengo una formación católica de familia, pero no creo en la institución. Hay ciertas reminiscencias de la religión, pero no de manera consciente. Soy una persona muy espiritual pero no tanto religiosa. Sólo una vez participé en una bienal de arte sacro en donde el tema era totalmente religioso, pero era una reinterpretación.
Y aunque el mexicano es religioso, tenemos que ver de qué manera es religioso. Por ejemplo tenemos al poblano que es doble cara, que va a la iglesia todos los domingos pero va a criticar al de junto. La religiosidad es un fenómeno que nos envuelve como mexicanos y más como poblanos.
Conscientemente jamás he querido ligar mi pintura a la religión. Ni siquiera en forma de reinterpretación. Obviamente como forma de la mexicanidad en alguna pude haberlo plasmado, pero no de forma consciente. Me gusta más el aspecto social en el que va inmersa la religión.
Me gustan más los temas políticos.
¿Y lo lúdico? Tenemos dos casos en tu obra, uno en donde aparece un toro, que el ritual puede entenderse de dos formas: una fiesta o bien un hecho sangriento; y otro un dibujo en el que los chavos están jugando Monopoly, y que no dejan de lado la parte lúdica.
Lo lúdico está presente en mi obra en tanto que me gusta jugar con mi obra. No tengo una técnica pictórica, no uso el óleo como se debe usar el óleo, no uso el acrílico como me lo enseñaron en la escuela. La finalidad es la expresión, para mí. ¿Cómo lo hago? Con lo que tengo en la mano: embarrar, ensuciar, chorrear, eso me gusta mucho. No me gusta cuidar la técnica. Esa parte es lúdica de mi obra, pero sólo para hacerla.
Exacto. Me gusta mucho divertirme en el proceso de experimentar. Y en la obra, en el caso del Monopoly, se representa jugando porque el juego es parte del ser humano, como una actividad recreativa. No puedes jugar Monopoly y hacerte el tranza de Wall Street, tienes que jugar con las reglas del juego. El juego forma. Y el arte tiene mucho de juego. Con lo lúdico me refiero a jugar con los materiales.
No, yo no.
¿Y también es un medio catártico?, Lo que querría decir que tu obra y tu ser no están separados.
No, no están separados. Yo creo que son un complemento. Tú que eres escritor sabes que si te fue de la fregada lo escribes. O puede ser que cuando me siento mal me pongo a ver la tele y ni pelo a la obra. Hay que ser honestos, yo encabronada no llego y ataco la obra, sólo me encabrono y ya. Después me acuerdo de lo que sentí y del por qué me enojé y entonces ya lo puedo plasmar. Y hasta me divierto en el proceso.
Es indistinto. Tengo una libretita y cuando tengo una idea la anoto. Sea de foto, video, pintura. Anoto la idea que tuve y el soporte en el que la quiero realizar y ahí la tengo. Comienzan a salir las ganas de pintar y listo. No soy visceral, no es que “ahorita lo sentí, me vino la idea y me voy a mi casa a pintar”. Las ideas te vienen del trabajo; la inspiración es algo que te agarra en la calle. Puedes ver un letrero que te llame la atención, la anotas y cuando tienes las ganas, la ejecutas.
La mayoría de mi obra es de dibujo porque es con lo que he interactuado más desde pequeña. Aunque la foto y el video me fascinan, la mezcla de ellos. Haciendo cortometrajes y soportes digitales me llaman mucho la atención.
Pero con lo que más identifico es con la gráfica. Mi acercamiento con el arte contemporáneo es muy reciente, casi desde que salí de la escuela. Pero de cinco años hacia atrás mi fuerte era el dibujo.
Siempre tenía la inquietud de qué decir con la pintura. Por ello no tengo cuadros en los que puedas admirar la técnica. Dame pintura y yo embarro, pero no en pos de la técnica. Jamás me ha interesado.
Pintora; artista no. A la pintura la veo como una herramienta para expresarme. El dibujo igual. Me interesan como herramientas. Pero también me gusta la música, la instalación, algo que recree algo. No uso pintura, uso sonidos u hojas de árboles. Texturas y que eso te envuelva en la emoción que te quiero transmitir. Aunque a veces no te quiera transmitir nada. Sólo te doy los elementos y quiero saber tú que me das a mí, le lanzo las herramientas al espectador para saber qué me da a mí. En ese sentido el arte es lúdico. Por eso es que la técnica no me interesa como tal, no me importa dibujar excelente.
¿Entonces la pintura es un mero recurso para crear atmósferas?
Sí. Para hacer historias, para hacer denuncia social. Lo que yo quiera decir dámelo y lo embarro. Para mí así debe ser la pintura. Respeto a la gente que hace pintura. Pero a mí, si me das óleo pongo óleo, si me das lápices de colores, los uso.
La pintura es mucho más trascendente en cuanto a su durabilidad, ¿qué es lo que sucede, en tu caso, con lo efímero en expresiones como el performance, happening, instalaciones?
El performance, el happening, la atmósfera son expresiones muy ricas del arte porque no están completas hasta que no hay quien las ve. La expresión se forma entre el artista y el espectador, y hasta que ese momento pragmático no está presente, la obra no está completa. Y la persona que lo registra en video la conserva, pero la obra es ese momento.
Yo creo que no. Lo que al artista le importa es que se haya llevado a cabo. Hay muchas obras de performanceros que no se registran. Y queda el recuerdo. Como expresión se redondea cuando alguien la ve.
Si una persona hace un performance encerrado en su casa no hizo nada. Hizo un pancho, se hizo wey. Pero alguien que comparte esa expresión con la gente sí hace una obra.
Hace poco tiempo hubo una exposición en el museo Amparo, muy chistosa que eran los videos de muchos performances. Creo que eso es un poco incoherente, es como el letrerito que está afuera de la galería de arte contemporáneo que dice: “Museo de Arte Contemporáneo” ¿cómo puedes tener un “museo” para este tipo de arte? El performance es el momento, y que tú lo vivas.
Hay performances que están pensados para el soporte digital y que los llevas por muchas galerías en el mundo y la gente se mete. Eso es rescatable. El arte que maneja la interacción con la gente, que es pragmático, me gusta mucho.
Sí, sí la tengo. Pero imagínate en los 60’s, no todo mundo tenía cámaras para grabar el performance, pero ya se hacía. Después viene el videoarte y entonces el performance se convierte en videoarte. Pero creo que desde el artista performancero que no le importaba tener el registro y lo hacía, se cumplía la intención.
Creo que el videoarte es algo por lo que todos los artistas deberíamos discurrir, no puedes vivir en la época del internet y no usarlo.
Pienso que actualmente no debes tener una formación académica especializada para ser un artista. Si eres una persona sensible y de verdad te interesa expresarte, puedes tomar video o foto, pintar, aunque no tengas esa formación académica artística. Esa formación es más inútil que el Bicentenario.
Yo tengo una formación artística porque no me imaginaba haciendo otra cosa. Entré a la facultad de medicina y a la semana me dije que eso no era lo mío y me salí.
Creo que no necesitas una licenciatura en arte para expresarte.
Eso, a final de cuentas, va a determinar si tu obra trasciende o no. Si tienes ese background se va a reflejar en tu obra, puede ser la diferencia entre algo muy bueno y algo que es mediano. Eso sí.
Si tú quieres trasgredir con la pintura pero no sabes nada de pintura, primero tienes que aprender a construir y después lo haces pedazos.
Hasta en un rayón se puede ver cuando hay algo detrás, existe gente que cree que no, pero sí se puede una tener una idea de lo que quieres trasgredir. No puedes trasgredir algo que no conoces.
A mí no me interesa la pintura, pero sé pintar porque estuve en una universidad de artes plásticas.
El ser artista no te lo da ni te lo quita la academia. También hay gente que estuvo los mismos cinco años que yo y ahora no hace nada.
Sí. Si hablamos de las Bellas Artes ya no existen. No existen porque no tienen vigencia, sabemos de ellas porque siempre vamos a tener museos que nos recuerden las épocas gloriosas de cómo era el mundo.
Lo que está de más es usar el museo para hacer arte contemporáneo. El museo es un lugar donde se guarda el arte consagrado. Hay unos muy bonitos que fungen como museo y galería.
El arte contemporáneo no está ligado a la institución. El arte es un proceso dialéctico de lo que está, de quien viene y le rompe la madre y nuevamente se convierte en institución. El museo jamás dejará de ser una institución a la que puedas ir y observar arte consagrado. Puedes ir al museo de arte moderno y ver un Tamayo y disfrutarlo.
Pero si quieres ver un performance tienes que ir a la calle, porque tiene su espacio.
Las instituciones existen para el arte contemporáneo pero no lo configuran.
Pero a Gabriel Orozco lo encuentras en los museos
Sí pero también a Duchamp lo encuentras en los museos y los detestaba. Pero precisamente eso es el proceso dialéctico del que te hablo. Aparece el Ready-Made como una protesta hacia la institucionalidad en el arte. Pero después se vuelve famoso y se pone en la galería y en el museo y todos se ponen a hacer Ready-Made, como una copia. Lo que lo vulgariza es la reiteración.
Toda la contracultura es absorbida por la cultura. Es como la música punk, en donde se plantea “vamos a darle en la madre a la música”, pero se comienza a hacer una industria del punk, discos, grupos, y se vuelve cultura. Y ahora tenemos new punk o punk pop.
Este proceso es inherente a todas las manifestaciones artísticas. A Gabriel Orozco no lo metería en un museo pero va acabar ahí. Ya estuvo en Bellas Artes.
Es como la imagen del Che, que está en todas partes, en la ropa, tasas, calzones. Y ahí por ejemplo el graffiti, Basquiat lo hacía en bastidores y lo metió al museo.
El proceso es.
No lo había pensado pero puede ser. A las expresiones artísticas yo las considero como todo lo referente al arte y sus quehaceres. Pero el mismo concepto de arte se ha modificado.
Actualmente el arte es mucho de reinterpretaciones, y no sólo el pasado remoto sino el pasado inmediato. O bien, el mismo presente. Toma de todo y lo vuelve a sacar.
Puede ser que el museo conserve las tradiciones artísticas u obra de personas consagradas, no necesariamente muertas, con cierto renombre. Aunque esa persona tenga 38 años, como Takashi Murakami.
Y el arte urbano, el arte emergente, busca espacios. Una persona que está empezando no estará en un museo, para ello está la galería, las escuelas, las calles, los pasillos del metro Balderas.
¿Qué tanto está la reinterpretación de la poblanidad en tu obra? ¿O ni siquiera está?
El poblano se me hace una persona curiosa. Yo nací aquí y no los entiendo. Mi relación con personas de otras ciudades es más entrañable.
No me siento apoblanada. No me interesa el snob.
En Puebla hay cuatro galeristas que mueven obra de gente pesada —tuve la oportunidad de trabajar con dos de ellas— y lo que veía mucho es el bluff: “no sé que dice pero me gusta mucho” o “he escuchado que Toledo es buenísimo, me voy a comprar uno porque está caro”. O compran obra de Lazcarro sólo porque es él. Y su escuela tienes a veinte señoras que pintan por las tardes. Y como tienen lana, exponen.
No sé qué
tan sano es, pero hay señoras que pintan y que exponen. En muchas hay trasfondo pero en otras, no.
El poblano se maneja mucho por el bluff, por el “está de moda”, y a mí eso nunca me ha identificado. No me interesa.
En Espiritualidad New Look le puede quedar al poblano. Lo que está de moda, lo que cuesta. Pero es un fenómeno que sucede en el mundo, aunque al poblano le quede la camisa.
Me gustaría llegar a la madurez en la que se pueda reflejar una realidad actual, sin ponerle el acento a México. Es una ambición posible por el proceso global del mundo. No hay nada que suceda en Estados Unidos y no recorra el mundo, llámese una moda, una noticia. A pesar de sus enormes diferencias, el mundo tiene ciertos puntos en común, que lo configuran dentro de un todo.
El internet es un fenómeno muy interesante para usarlo como un soporte. Y ya hay webart. No arte en la web, porque claro muchos artistas utilizan el internet para darse a conocer. Sino arte creado para la red.
En una etapa mucho más madura me gustaría desligarme del dibujo y comenzar a utilizar sólo soportes globales, como el internet, el video. Aunque el dibujo sea parte de mí pero no reiterado.
Muchos de los dibujos que estoy haciendo ahora tienen que ver con las redes sociales, el facebook, twitter. Es algo actual, y que no sólo está aquí, sino en Indonesia o China. Y que te obliga a tener ciertos parámetros para decir “me gusta” “ya no me gusta”. Y eso lo haces tú y lo hace un chino.
La situación en México me abruma y lo tengo que expresar. Me gustaría llegar a ese punto en el que alguien vea un dibujo o un video y una foto y le remitiera a algo conocido en su ciudad, en su país. Me gusta el arte sin muros.
Estoy metida en las redes sociales, con la nueva comunicación virtual. La nueva comunicación entre los seres humanos, está evolucionando hacia un sentido casi abstracto. Es un proyecto personal.
Y estoy muy enfocada con la reinterpretación del día de muertos, del festival del 2 de noviembre, estamos en los detalles finales.
En el plano personal, estoy con las ganas de hacer mi maestría en arte contemporáneo. Como artista estoy trabajando con los nuevos soportes. Estoy buscando hacer documentales, testimoniales, instalaciones.
Que sí las he hecho, pero en mis pininos era arbitrario. No tenían una línea. Y ahora sí quiero que todo lo que vaya a hacer se enfoque a la virtualidad, como parte de esta etapa de mi vida.
Quiero saltar y explorar a la instalación y el internet. Me interesa mucho la colectividad. No se trata de que si me rompieron el corazón, lo que siento o lo que pienso. Me interesa el sentir en una colectividad. En el dibujo del cerdo es mi sentir pero refleja una colectividad, como decir “qué pasa con el narco, con los asesinatos, con los sicarios”. No sólo a mí me afecta, sino a mucha gente. Poder trabajar por el sentir de una colectividad.
Diseño, edición y texto: Óscar Alarcón para abartraba