Por Gilberto González.
En estas últimas semanas la política y el futbol fueron protagonistas en todos los cafés y lugares de reunión , en donde por supuesto se puede arreglar todo, desde los problemas del país hasta la alineación y estilo de juego de cada uno de los equipos de todas las ligas del mundo. Unos con que ya ganaron la elección, otros con que ya alcanzamos al puntero y Josefina con sus seguidores… pues que son muy caros sus aretes. Otros, los más sensatos, con las nuevas contrataciones de sus equipos, que si Neri Castillo al Pachuca junto con el mismísimo Hugo Sánchez, en fin, mucha banalidad para todo lo que está en juego.
Existen dos propuestas políticas en la competencia por el poder, por un lado tres candidatos representan los principios más importante de la escuela de chicago y por el otro una socialdemocracia, ambas tiene posturas muy claras y sobre todo fundamentadas– claro está que no se muestran porque la plaza pública no es el lugar para el debate académico. Votar por el menos peor es una postura tradicional para la clase media, expresiones tales como: ¡aunque robe pero que trabaje!, ¡todos son iguales!, ¡ellos robaron pero sabían negociar con el narco!; empobrecen nuestra cultura política.
Se trata más bien de elegir dos posturas opuestas, por un lado la neoliberal, en donde hay una disminución de la figura de Estado, y la otra, con una mirada mucho más social, los rivales dirían paternalista. En realidad, la menos radical es esta última ya que no se propone, ni la eliminación de la propiedad privada ni mucho menos el control económico absoluto del Estado. Algunos medios tergiversan estas posturas y nos dicen que la propuesta encabezada por Andrés Manuel es la radical, vaya ironía, cuando sabemos y padecemos los estragos de un estado de “shock” cuyo origen está en el neoliberalismo, tal como lo plantea Naomi Klein.
Así pues, no olvidemos qué es lo que está en juego estas elecciones en México y en el panorama mundial.
Eso, Gil, venga.