Crónicas de un encuentro con Nuno Júdice.
El poeta Nuno Júdice cumple 71 años y para celebrarlo presentamos dos crónicas sobre el encuentro con nuestras corresponsales en Europa.
El poeta Nuno Júdice cumple 71 años y para celebrarlo presentamos dos crónicas sobre el encuentro con nuestras corresponsales en Europa.
Por Margarita Borzelli González y Patricia González Duarte
Ciudad de México, 29 de abril de 2020 00:10 (Neotraba)
Por Margarita Borzelli González
Nuno el poeta taciturno
Mi encuentro con el poeta portugués fue especial en una noche fría de Lisboa, en Portugal.
Nos citó a mi mamá y a mí en un restaurante de comida típica portuguesa y, en el que más tarde entendería, se encuentra en su barrio. Nuno, hombre callado, taciturno, sensible y de gran elegancia nos recibió de corbata al lado de su esposa en una mesa llena de entradas típicas de la cocina portuguesa junto con un vino de Porto.
Nuestra velada se desarrolló entre platillos típicos como la lamprea y temas desde el psicoanálisis, la literatura y de las experiencias vividas, sea en México o en su propio país, al arte contemporáneo de Portugal.
El poeta y yo permanecimos callados durante casi toda la cena, dejamos que el flujo de la conversación siguiera el ritmo de las dos señoras que nos acompañaban en la mesa (su esposa y mi madre). Sin embargo, él y yo compartíamos el mismo gusto por el vino verde, un vino tinto especial de Portugal, con el que acompañamos nuestros platillos y para finalizar, de postre, una deliciosa manzana al horno con canela.
Cuando pensaba que ese era el final del momento, de ese encuentro, volví, sin pensarlo o tenerlo planeado, a uno de mis temas preferidos: el arte contemporáneo; ni la cena, ni la charla saciaban mi apetito feroz por entender más sobre el arte, la pintura y la literatura portuguesa.
En ese momento el poeta se dirigió a mí y dijo, ¿quieres ver obras contemporáneas portuguesas? Mi respuesta fue una, inmediata: sí. Las dos damas que nunca pararon de hablar, callaron.
Nunca me imaginé que el lugar que Nuno nos sugería era su casa, visitar su propio castillo, su lugar de encierro, el espacio propio de su creación. Entrar al universo del poeta, el privilegio que tendría fue provocado por mi insaciable apetito por la cultura, su casa.
Salimos del restaurante y a unos pocos pasos de distancia llegamos a su edificio, yo todavía no podía creer que nos abriera sus puertas, sobre todo del lugar donde imagina, sueña, escribe sus versos que se convierten en poemas. Toda una experiencia única.
La casa de Nuno es una verdadera galería, un museo de arte, desde que ingresas respiras el arte y la historia de Portugal, de la historia de la literatura contemporánea nacional y mundial.
Disfruté la visita, conocer su casa, apreciar las obras de arte que posee con gran orgullo y recato, tener la oportunidad de ingresar a su estudio, recordé otro de los que también tengo ese privilegio, los del narrador y poeta Óscar de la Borbolla; el de Nuno es un espacio donde se encuentran un sinfín de libros de autores de todo el mundo y de todas las épocas, todos ellos lo acompañan en su producción literaria y poética junto con todos los reconocimientos fruto de ellos.
Para Nuno la poesía es una interrogación constante, que no pasa con la ficción; cuando se lee la poesía, se puede hacer una, dos o más veces, en distintos tiempos, y siempre dirá algo de una manera diferente, esa comunicación es lo que hace a la poesía única e insustituible.
Nuno Júdice*
Tú
la que anda de compras en las plazas de Lisboa
la que vi por entre las bancas de un mercado de París
la que anuncia naranjas frescas en una calle de Hong Kong
la que hace bordados en un rincón de la calle Madero en Ciudad de México
la que ve una guía turística en la Gran Vía con un cigarro en la boca
la que distribuye folletos comerciales a la salida de un súper
la que está sentada sin hacer nada en una banca de Copenhague
la que se enconcha de frío en el invierno de Estocolmo
la que se vuelve cuando la llaman en un café de Sevilla
la que anda bajo la lluvia sin que le importe en una avenida de Roma
la que escudriña dentro de sí junto al lago de Ginebra
la que finge dormir en el asiento de un tren sin destino
la que pide aventón sin indicar hacia dónde en una caseta desierta
todas las diferentes mujeres en cada sitio del mundo
son la misma cuando las recuerdo
vestidas de la soledad que las envuelve de un peso de otro tiempo
entregando los cabellos a una ondulación de imágenes dispersas
apartando las sombras que las persiguen
entregando sus cuerpos a la distracción de los viajeros perdidos
diciendo las palabras que podrían cambiar el mundo si alguien las oyese
guardando en las bolsas de la imaginación
en las carteras del deseo
en los bolsos del alma
la sorda constelación que brilló en sus ojos
y se apaga en un eclipse de sentimientos
y son las mismas cuando las recuerdo en el cuarto frío
de la memoria de donde saco todas esas vidas
que me hicieron soñar.
(Traducción: José Javier Villarreal)
Tu
a que andas às compras nas praças de lisboa
a que eu vi por entre as bancas de um mercado de paris
a que anuncia laranjas frescas numa rua de hong kong
a que faz bordados num canto da rua madero na cidade do mexico
a que lê um guia turístico na gran via com um cigarro na boca
a que distribui folhetos comerciais à saída de um supermercado
a que está sentada sem nada para fazer num banco de copenhaga
a que se aconchega do frio no inverno de estocolmo
a que olha para o lado quando a chamam num café de sevilha
a que anda à chuva sem se importar numa avenida de roma
a que espreita para dentro de si própria junto ao lago de genebra
a que finge dormir no banco de um comboio sem destino
a que pede boleia sem indicar para onde numa portagem deserta
todas as mulheres diferentes em cada sítio do mundo
são as mesmas quando as lembro
vestidas da solidão que as envolve de um peso de passado
entregando os cabelos a uma ondulação de imagens dispersas
afastando as sombras que as perseguem
entregando os seus corpos à distracção dos viajantes perdidos
dizendo as palavras que poderiam mudar o mundo se alguém as ouvisse
guardando nos sacos da imaginação
nas carteiras do desejo
nos bolsos da alma
a surda constelação que brilhou nos seus olhos
e se apaga num eclipse de sentimentos
e são as mesmas quando as lembro no frigorífico
da memória de onde tiro todas essas vidas
que me fizeram sonhar.
* Nuno Manuel Gonçalves Júdice Glória (Mexilhoeira Grande, Portugal, 29 de abril de 1949)
Ensayista, poeta, novelista crítico y profesor universitario.
Ha publicado antologías, crítica literaria, historia, estudios de teoría de la literatura, de literatura portuguesa y mantiene una colaboración regular en la prensa, con más de 30 libros de poesía y 40 entre novela, ensayos, teatro y traducciones. Es divulgador de la literatura portuguesa.
Por Patricia González Duarte
Le pregunté cómo escribe, sea poesía, narrativa o ensayo; si era por inspiración, o si era por tener en mente un tema que trabajar. Contundentemente respondió que todos los días escribe por disciplina, que su poesía no es ajena a la problemática social; que él no se concibe sin escribir, escribir es su pasión, su manera de ser, ya sea poesía, novelas, ensayo, teatro y en ocasiones traducciones.
Me comuniqué con él por escrito, usando un teléfono, tratando de usar mi mejor español, para explicarle quién soy y para qué queremos reunirnos con él, -me intimidaba un poco- dado que es todo un experto en la escritura.
Contestó de inmediato, como todo caballero, manifestó su gusto por tener el encuentro conmigo y mi hija; me preguntó cuál era el barrio en el que nos encontrábamos, porque yo asistía a un encuentro internacional de psicoanálisis en su bella, milenaria y natal Lisboa. Propuso la hora, el día y el lugar, tomando en cuenta nuestra disponibilidad de tiempo y la facilidad de acceso al transporte.
A la hora convenida, 3 días después de nuestro primer contacto escrito, entramos a un restaurante muy familiar: había niños, parejas mayores y de jóvenes; mientras llegábamos a la mesa, los aromas nos envolvieron y quedamos fascinadas con los olores de la cocina tradicional portuguesa, que se guardarán para siempre en la memoria.
Solo lo había visto en las fotos publicadas en México, al entrar al lugar de inmediato le reconocí: nuestras miradas se cruzaron a lo lejos, ahí estaba: serio, formal; vestía una camisa impecable con corbata y un suéter, usa anteojos; apenas esbozó una sonrisa, definitivamente era él, acompañado de una dama. Desde entonces mantengo en mi mente esa imagen, la primera vez que le reconocí en persona.
Al llegar a la mesa, se puso de pie, nos presentó a su esposa Manuela Júdice; nos saludamos con los dos besos acostumbrados por aquellas tierras, todavía no iniciaban las medidas de la sana distancia.
La mesa preparada con diferentes bocadillos de colores, aromas y sabores propios de la cultura portuguesa milenaria, en su mayoría con productos de la mar y olivos nos recibía. Inmediatamente llenó nuestras copas, casi estoy segura de que habló del vino verde, llamado así no por el color de la uva, sino porque provienen de una región protegida por la denominación de origen, no me apené por mi desconocimiento.
Intercambiamos información, corta y fluida, relacionada con nuestras actividades, profesiones y vidas: quiénes somos, quién nos acercó, lo que hacemos, a lo que nos dedicamos, todos dispuestos a romper una barrera que nunca existió, el hielo se derritió de inmediato al acercarnos. Todo nos resultó muy fácil, nos comunicábamos en español porque Manuela Júdice, su esposa, lo domina muy bien, es traductora y Secretaria General de la Casa América Latina, responsable también de la casa Fernando Pessoa y comisionada para la participación de Portugal como país invitado de honor en la Feria del libro de Guadalajara, en México en 2018.
Llegó el momento de decidir la elección de un primer plato, aceptamos sus propuestas, nos pusimos en sus manos y sugirieron Arroz de Lampreia, un plato de color negro, arroz caldoso, con trozos de pescado, el cual comí con cierta curiosidad, pero sin desagrado, más bien me pareció un plato exótico, por suerte en México también tenemos combinaciones de alimentos en color negro. Retirados de la mesa, los primeros platos vacíos, nos explicó que se trataba de un cocido preparado con un pez de la familia de las anguilas, que se marina la carne con vino tinto, se prepara el arroz para su cocción agregando parte del líquido de la marinada y la sangre del pez que es la que le da el tono obscuro.
Manuela y Nuno con orgullo ampliaron la información de ese platillo tradicional muy apreciado debido a que es solo de temporada, de febrero al mes de abril, en todo ese tiempo las hembras permanecen cargadas de huevas en el rio antes de salir a la mar.
El segundo plato otro tradicional: filete de pescado; para entonces hablábamos de lo que habíamos visto en su ciudad: el monasterio de los Jerónimos, la torre y los pasteles de nata de Belem, la plaza del Rossio, la plaza de Comercio y su maravillosa vista al río Tajo, la catedral, el monumento a los Restauradores, el Cristo Rey que solo vimos a lo lejos; inclusive llegamos a comentar con entusiasmo nuestra experiencia por el museo Gulbenkian, con jardines y senderos, estanques de peces y tortugas, y bancos para descansar. En el interior encontramos la maravillosa colección privada de arte antiguo y moderno incluyendo piezas de arte egipcio y romano así como obras de Rubens, Rembrandt, Degas y joyas de Lalique; fue pretexto para que nos contara que es el editor de la revista Coloquio/Letras, de la Fundación de las más importantes de Portugal.
Terminamos la cena con alimentos raros y exquisitos, vinos y charla. Nuno parco, pero con entusiasmo nos invitó a conocer su casa. Caminamos por un par de calles con el frío nocturno de la brisa de la mar.
Nos mostraron la casa, obras de arte, colección de artesanía mexicana –ya que uno de sus hijos está casado con una mexicana– además, con orgullo, sus medallas, reconocimientos, premios y una foto maravillosa: toda su familia con la reina Sofía cuando le entregaron el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana; asimismo, con timidez nos contó que los premios no le han cambiado, por el contrario resultan ser una fuerza mayor para seguir escribiendo; además del premio iberoamericano ha recibido el de Poesía Pablo Neruda de Chile; el Víctor Sandoval del Encuentro Poetas del Mundo Latino, de México y otros. Nos mostró su estudio, nos sentimos halagadas de estar en su lugar de trabajo, el más íntimo de su vida ya que ahí surgen lo mejor de sus pensamientos, lo mejor de su creatividad, incluso nos permitió una foto de él en su estudio.
Su esposa, Manuela, nos dijo que algunas de sus obras han sido traducidas en España, Venezuela, Italia, Reino Unido, Francia y México.
Poco antes de despedirnos nos hizo un regalo entrañable, su libro reciente autografiado: Meditación sobre ruinas, obra que recibió la distinción de la Asociación Portuguesa de Escritores.
De regreso a nuestro hotel, mi hija y yo, cambiamos impresiones: coincidimos en que Nuno Júdice es un hombre libre para escribir, autónomo, generoso, sencillo, sensible, con gusto por lo que hace, con esperanza en la humanidad, que se expresa en su poesía, pero sobre todo con una gran alegría de vivir.
Fuimos afortunadas porque el “día llegó”, por cenar platillos exóticos y uno tradicional, por hablar de todo lo que se nos ocurrió preguntar, por conocer a su gran esposa, su hogar, su rutina y sus distinciones.