¿Te gustó? ¡Comparte!

Por David. V. Estrada

Ciudad de México, 10 de mayo de 2021 [00:02 GMT-6] (Neotraba)

La Historia del México reciente no para de escribirse. Conforme los distintos sucesos de las diversas luchas armadas y sociales –que nos conforman como nación– van sacando a cuentagotas nuevos nombres, datos y fechas que la Historia Oficial no tenía contemplados, historiadores y novelistas ocupan este festín de información para lograr novelas de gran intensidad como las que nos presenta la narradora y Doctora en Historia, Celia del Palacio.

Poseedora de una prosa que se nutre tanto de la narrativa, el periodismo, así como la de su sapiencia historiográfica, la maestra Del Palacio da cátedra a partir de una mezcla de géneros sin salirse de la novela como género. Desde obras como Leona (Planeta, 2010) en la que retoma a una de esas personajes tan poco celebrados en la Historia Nacional –Leona Vicario–, para hablarnos en primera persona de su importancia, tanto como promotora ejecutiva de la lucha por la Independencia, importante vínculo en los servicios de comunicación, inteligencia y espionaje de la causa insurgente, así como de la mujer que cayó embelesada ante los encantos de un joven yucateco llamado Andrés Quintana Roo para luchar por una causa tan cambiante, aun en contra de sus principios y creencias; hasta llegar a El camino del fuego (Martínez Roca, 2020) la ficción histórica de la sacerdotisa totonaca Xtaaku, que partió de las costas veracruzanas para servir de aliada forzada al ejército comandado por Hernán Cortés para vencer al gran imperio de Tenochtitlan.

Si algo pudieran unir a esas dos mujeres separadas por poco menos de trescientos años en la Historia de lo que hoy conocemos como México, seguramente sería su ímpetu por ser partícipes de las labores que hasta ese entonces habían sido delimitadas para los hombres. Pero no solo eso, también por aportar el corazón y la sapiencia que solo una mujer –y no más que una mujer– podría brindar en el cambio del cauce de la Historia. Para hablarnos de esas mujeres y esas historias tejidas con un gran cariño, rigor histórico y antropológico, invitamos a Celia del Palacio para realizarle esta entrevista en exclusiva para Neotraba.


David V. Estrada. Han pasado más de 10 años entre la salida de Leona y la de El camino del fuego, dos novelas sobre un par de mujeres no solamente valientes, sino inteligentes y capaces de cambiar el rumbo de la historia. ¿Qué tanto ha aprendido Celia del Palacio a través de este tiempo y de estos personajes a los que les prestó su pluma para que cobraran o retomaran vida?

Celia del Palacio. Sin duda ha sido un aprendizaje muy grande. Leona fue mi primera novela cuyo personaje principal es una mujer. No me alcanzará la vida –que es la primera que publiqué en 2008– cuenta la vida de un poeta liberal que luchó durante la guerra de Reforma en Guadalajara. Aunque también ahí encontramos un personaje femenino muy fuerte, que prefigura de algún modo a Leona, al ocuparme de esta última y volverla personaje central de una novela, di un salto que nunca imaginé.

De Leona aprendí el valor para enfrentar a los poderosos y no guardar silencio ante las injusticias; de las mujeres insurgentes que protagonizaron Adictas a la Insurgencia, aprendí las variadas estrategias para defender lo que una cree; de las mujeres afrodescendientes de Las Mujeres de la Tormenta aprendí su sabiduría, su capacidad para defenderse unas a otras, y sobre todo, su resiliencia; y de Lupe Vélez, personaje central de Hollywood era el cielo, aprendí de su capacidad de trabajo, de su tenacidad a toda prueba, aprendí a no rendirme nunca. Xtaaku, la sacerdotisa de El Camino del Fuego, me enseñó a seguir adelante a pesar de las pérdidas y a reconocer qué se debe conservar de una etapa que termina y qué se debe dejar ir.

Portada de Las mujeres de la tormenta de Celia del Palacio
Portada de Las mujeres de la tormenta de Celia del Palacio

DVE. Mientras que Leona Vicario es un personaje que, si bien no ha sido tan mencionado a lo largo de la Historia como Josefa Ortiz de Domínguez, sabemos que existió y cada día son más los documentos que nos narran la importancia de su vida. Por otro lado, Xtaaku parece ser un personaje más bien ficticio, pero revestido de un contexto histórico impresionante. Todos sus conocimientos sobre los ritos totonacas, su vida desde pequeña, hasta la conformación de un fuerte contrapunto con el mundo machista en el que se desenvolvía, es impresionante. Tomando en cuenta esto, me gustaría conocer qué tan difícil es escribir sobre alguien de quien se tiene mucha información y sobre alguien de quien solo se tiene una inspiración del entorno y su momento histórico.

CDP. Las dificultades para dar vida a las dos personajes fueron grandes, pero muy distintas entre sí. Hay una responsabilidad ética con un personaje histórico, al menos yo la siento: no me atrevo a inventar cosas que podrían dañar la dignidad de una persona que no puede defenderse. Aunque por supuesto creo que se debe bajar de los pedestales a los héroes y humanizarlos, volverlos de carne y hueso. En el caso de Leona, tomé en cuenta la documentación que hasta ese momento tuve a mi alcance y “completé los huecos” en las partes de la historia que no se conocen. Aún así, con la información a mi alcance, conté la historia que me pareció más plausible.

En el caso de Xtaaku, esta sacerdotisa que no existió, por lo menos no con ese nombre, hubo mucha mayor libertad para narrar su vida, aunque siempre dentro de lo históricamente posible. También me documenté muchísimo e intenté no hacer un relato que resultara anacrónico e increíble. Tuve que contenerme mucho para no darle vuelo a un romance que hubiera sido históricamente imposible, ya que para esos pueblos –los pueblos mesoamericanos, tanto como los mismos europeos–, no existía aún la idea del amor romántico como la conocemos hoy.

Tomando en cuenta todo esto, confieso que me fue mucho más difícil escribir la historia de Xtaaku, no porque no tuviera a la mano la documentación sobre su vida, en caso de haber existido, sino porque hablamos de un personaje inserto en una cultura de la que la mayor parte de los mexicanos actuales desconocemos mucho y que nos es ajena.

Celia del Palacio. Imagen por cortesía de la autora
Celia del Palacio. Imagen por cortesía de la autora

DVE. En varias ocasiones he escuchado decir que las novelas históricas son un mero recurso narrativo para que los autores se amparen en un marco de época que les permita desarrollar otras historias que nada tienen que ver con la Historia, ¿qué piensa usted al respecto?

CDP. No estoy de acuerdo con esta concepción de las novelas históricas. Hay muchas novelas así, en efecto: que usan el pasado como mero escenario para contar historias de amor, etcétera. Muchos autores y autoras de éxito han recurrido a este género y tienen una enorme cantidad de lectores. No hay nada de malo en ello.

Sin embargo, las novelas que he escrito –y las que pienso escribir– no van por ese camino. Para mí es importante rescatar a personajes olvidados por la historia y recuperar sus voces. No es necesario inventar personajes e historias ficticias cuando las vidas de esas personas que efectivamente existieron son dignas de ser contadas y conocidas.

Portada de Leona de Celia del Palacio
Portada de Leona de Celia del Palacio

DVE. Supe que también en el pasado ha publicado poesía, y es de resaltar la forma en que la poética se hace presente en sus novelas. Desde la manera en que describe los momentos amorosos entre sus personajes, hasta cuando explota en tremendos despuntes elegiacos y de grandilocuencia que son muy dignos de resaltar en sus historias, ya sea cuando se gana una batalla o cuando se tiene perdida la esperanza ante el porvenir. ¿Cómo se mira usted como poeta dentro de sus novelas?

CDP. Sí, publiqué tres libritos de poesía y he publicado algunos poemas en los últimos años. No ha sido consciente la utilización de la poesía en mis novelas. Asumo que simplemente ahí está y resulta inevitable. He tenido que contener el lirismo; más bien, hacer un trabajo más arduo para frenar y encauzar el río de palabras. Sigo leyendo poesía y siempre vuelvo a ella, por eso se nota en mi escritura.

Portada de El camino del fuego de Celia del Palacio
Portada de El camino del fuego de Celia del Palacio

DVE. Por lo que le he leído, sus novelas no solo se sienten con una gran emotividad femenina, sino que también se paladean de una forma muy particular. A usted parecen interesarle mucho los detalles de la cocina en la historia. Se antoja probar todos esos manjares a veces rústicos y a veces palaciegos que acompañan a los personajes de sus novelas. ¿Qué tanto le dedica a esa investigación y por qué lo considera importante?

CDP. La comida es un asunto muy complejo en mi vida. Hasta hace muy pocos años he logrado disfrutar enteramente el consumo de alimentos y de ir aprendiendo sobre la cultura que lo acompaña. Mucho tuvo que ver Veracruz en este disfrute sensual de la comida, por ello no es un misterio que en las novelas que he escrito ahí, la comida haya estado muy presente. Hasta mis años de madurez empecé a cocinar y tuve la fortuna de tomar algunas clases con una extraordinaria cocinera tradicional: Raquel Torres, que me mostró la importancia de relacionarse con las materias primas, con las maneras de hacer, con los momentos de la vida para disfrutar de cada plato; no exagero al decir que me cambió la vida.

La cocina es parte fundamental de la cultura; a través de nuestros hábitos de consumo se muestra nuestra vida: ahí están contenidos los afectos, la historia de una persona. Me parece fundamental mostrar eso en las historias que escribo, porque, además, quiero presentar a los personajes de carne y hueso: gente que come, que suda, que llora, que hace el amor y no solo héroes que lanzan frases célebres a la mínima provocación.

Portada de Hollywood era el cielo de Celia del Palacio
Portada de Hollywood era el cielo de Celia del Palacio

DVE. Yo solo he leído un par de sus libros, pero viendo su bibliografía cualquiera pudiera establecer que lleva el feminismo en las venas, y que le es importante hablar de las mujeres del pasado que lucharon para que otras mujeres puedan tener voz y voto en el México de ahora, ¿qué me puede decir al respecto?

CDP. En la historia que se nos ha contado desde la primaria han estado excluidas las mujeres. Nosotras hemos crecido convencidas de que nuestras madres, nuestras abuelas, jamás hicieron nada relevante, nada suficientemente importante como para ser incluidas en los libros de Historia. Solo hasta hace unas pocas décadas las historiadoras se han dado a la tarea de rescatar los hechos de las mujeres del pasado y sobre todo, escribir la historia desde el punto de vista de las mujeres. Yo me inscribo en esa corriente. Procuro mostrar, a través de mis novelas, que no estamos solas, que no surgimos por generación espontánea: ahí, sosteniendo nuestras luchas, están las madres, las abuelas, las bisabuelas que dieron la batalla.

Tal vez no firmaron tratados de paz o declaraciones de guerra, pero sus hechos fueron igual de importantes que los de los hombres y es justo reconocerlas y reconocernos en ellas.

DVE. Con respecto a su proceso para escribir, quisiera saber si le gustaría compartirnos alguno de sus secretos para hacer tan buenos trabajos literarios. Ya sabe, un tip o un consejo mágico que posiblemente solo usted posea Y que les sea de ayuda a quienes andan en sus pininos literarios.

CDP. No creo que haya secreto. El secreto es trabajar duro, investigar, escribir, borrar y reescribir. Pedir a personas de confianza que te lean y escuchar su consejo, su opinión, aunque a veces te digan lo que no quieres oír.

Me ayudó mucho acudir a círculos literarios donde se critica –fuertemente– la obra de los otros. Creo que lo peor es pensar que la primera versión de lo que una escribe es la mejor y única posible. La autocrítica es fundamental. Y claro, leer, leer, leer de manera crítica. Actualmente en internet se pueden encontrar cursos con consejos muy útiles de cómo empezar, cómo terminar una novela, cómo construir a los personajes. No habría que menospreciar su utilidad.

A mí me ha funcionado ir a los lugares de los que hablo, documentarme lo mejor que puedo sobre la época y sobre el personaje; leer todo lo que se haya escrito al respecto; ir a museos… Y claro, no hay nada más inspirador –para mí– que una fecha límite.

Portada de Adictas a la insurgencia de Celia del Palacio
Portada de Adictas a la insurgencia de Celia del Palacio

DVE. Antes de despedirnos, me gustaría pedirle que nos deje un pequeño legado. ¿Nos recomendaría su disco favorito, su libro favorito y su verso favorito de la vida?

CDP. Es difícil señalar solo uno de cada cosa. No sé si tengo uno. En todo caso podría hablarse de mis favoritos de los últimos años. De los discos, probablemente mi favorito sea The Ultrazone de Steve Vai. Puedo oírlo mil veces y la canción I´ll be around, siempre me hace llorar.

Los libros también están relacionados con la etapa de la vida. He tenido “favoritos” en diversos momentos. Cortázar me ha acompañado desde la adolescencia y Todos los fuegos el fuego es un libro al que siempre vuelvo. Y el libro extraordinario de Marcel Schwob, Vidas imaginarias, es una obra que siempre tengo en mente al escribir.

Sobre el verso favorito de la vida, tampoco puedo señalar solo uno. La ciudad de Cavafis, puede ser el que más me haya impactado. No pierde jamás su fuerza: “Golpea siempre con el mismo ímpetu, como la primera vez”.


¿Te gustó? ¡Comparte!