Asomarse a la estampida.
Héctor Palacios escribe un comentario sobre Cien Caballos en el Mar de Alfonso López Corral.
Héctor Palacios escribe un comentario sobre Cien Caballos en el Mar de Alfonso López Corral.
Por Héctor Palacios
Jalisco, México, 3 de octubre de 2019 (Neotraba)
Alfonso López Corral (1979) es un escritor sonorense, de Navojoa, lugar donde aún radica, y posiblemente sea el punto de partida —metafórico— donde surge la atmósfera de Cien caballos en el mar (2017), un libro compuesto por seis relatos escritos de manera impecable.
Empezar a leerlo implica subirte a la troca, darle por la carretera del Sur de Sonora y topar con el retén. Ahí se detiene el tiempo, en medio de militares y mafiosos, como cuando te persigue el karma, te cobra igual que siempre y te deja donde mismo, tal como le pasa al esposo de Elsa, en el tercer cuento del libro.
El tema del narco está latente en varios de los cuentos, pero no me atrevería a encasillarlo en eso. Alfonso López es sutil, sus historias son un desahogo necesario para alguien que padece las incertidumbres traídas por la narco-guerra desatada por Felipe Calderón, y que continúa hasta la fecha.
Las historias que cuenta López Corral te vuelan la cabeza, como el relato de la niña con poliomielitis que sueña premoniciones que, al parecer, no sirven para salvar el futuro. Pasa lo mismo con el cuento estelar del libro: “Cien caballos en el mar”, donde el realismo mágico se asoma al apabullante desierto de Sonora que choca contra el océano, o viceversa. Justo ahí, uno descubre que ese territorio vasto está habitado por presencias rulfianas.
Cien caballos en el mar es un libro que no puede pasar desapercibido. Adentrarse a sus historias es escuchar cómo se acerca la estampida mientras las olas rompen con violencia al final del desierto, una emoción que sólo otorga una buena lectura.
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Cien caballos en el mar de Alfonso López Corral. Guadalajara, México. Editorial Paraíso Perdido, 2017; 110 pp.