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Matamoros, Tamaulipas, 20 de junio de 2024 (Neotraba)

Mi hogar, un pequeño poblado conocido como Villa Real, ubicado a las afueras de la ciudad fronteriza de Matamoros, en el norteño estado de Tamaulipas, cuenta con una oscura leyenda que se ha visto estrechamente ligada a mi familia desde hace más de cien años.

Todo comenzó el día de muertos de 1899, cuando un grupo de bandidos llegó a nuestro pueblo y comenzó a sembrar el terror entre la gente.

En su frenesí destructivo quemaron los cultivos, fusilaron a la gran parte de los hombres y robaron la honra de cada mujer que pudieron encontrar, fue en ese álgido punto que Griselda, mi tatarabuela, hizo su aparición.

Durante las horas en las que el pueblo estuvo sumido en el caos, ella se atrincheró en la iglesia y junto a sus hijas se mantuvo oculta, pero a pesar de estar en un lugar sacro, su alma no podía albergar más que deseos de venganza.

Los bandidos habían matado a su esposo y reducido a cenizas las cohechas que con tanto esfuerzo habían trabajado, solo le quedaban sus hijas y no iba a permitir que les hicieran algo.

Aún así, ella sabía bien que poco más que nada podría hacer contra tantos hombres armados, fue entonces que hizo lo único que podía hacer en ese lugar, rezar, suplicar a Dios por un milagro, cualquier cosa que los pudiera salvarlas de aquellos hombres, pero sin importar cuánto lo intentó, sus plegarias no fueron escuchadas o al menos no por el cielo.

De entre las sombras emergió un extraño hombre vestido con zapatos de charol, pantalones de lana y una levita bien planchada ambos de color negro, hubiese parecido un aristócrata cualquiera de no ser por su rostro, el cual era un cráneo descarnado de una cabra de cuyas cuencas emanaba un espectral brillo amarillento proveniente de unos ojos de serpiente que parecían observar atentamente cada uno de sus movimientos.

La primera reacción de mi tatarabuela al verlo fue abrazar a sus hijas, mas el ser la tranquilizó, le hizo saber que estaba ahí para ayudarla, que había escuchado sus suplicas y se desharía de aquellos perversos hombres que habían invadido su pueblo, claro a cambio de un preció que después discutirían, solo tenía que tomar su mano y todo terminaría en ese momento.

Griselda no sabía qué hacer, por un lado ella quería la seguridad de sus hijas, pero por el otro a leguas podía notar que la propuesta del hombre no era más que una trampa.

Lamentablemente, el tiempo no estuvo a su favor, pues los bandidos habían llegado a su escondite y a base de machetazos comenzaron a romper las puertas, a cada segundo las afiladas hojas de las armas se asomaban desde el otro lado, era cuestión de tiempo para que entrarán.

Decidida a que sus hijas no sufrieran el mismo destino que las otras mujeres, mi tatarabuela tomó su mano y en lo que dura un parpadeo Villa Real se llenó de gritos de dolor, sin embargo, ninguno provenía de sus habitantes.

Cuando terminó con la masacre, el ser reunió a todos los sobrevivientes del pueblo en la plaza y por fin se presentó ante ellos como “El hombre de negro”, un ser que como vieron no solo era capaz de proteger su hogar, sino que también prometía hacerlo tan próspero como la propia capital, solo tenían que pagar el precio que previamente había pactado con una de ellos.

Nadie sabía de qué hablaba hasta que mi tatarabuela avanzó hacia el frente y con suma determinación le preguntó por aquello que quería a cambio de su protección.

A pesar de carecer de labios fue imposible no notar la satisfacción en la voz del ser que sin tapujos exigió una mujer por año, si esta era de su agrado todo iría bien, pero de no ser así, una catástrofe sacudiría al pueblo.

Nadie supo que decir, aquella opción era inhumana, sin embargo era la única que tenían, después de ver como quedó su hogar se dieron cuenta de que tardarían décadas en reparar los daños, además estaba el alto número de muertos, ¿qué les garantizaba que no fuera a haber más ataques de bandidos en el futuro?

Sin más, aceptaron el trato y con el fin de garantizar la seguridad de sus hijas, Griselda fue la primera mujer en aceptar ser entregada al ser.

Para muchos turistas esta historia no es más que una simple leyenda, una especie de héroe sangriento inventado por la propia gente del lugar, si tan solo supieran que cada palabra que decimos es cierta y que todos en Villa Real, somos rehenes de ese ser.

Ahora mismo, mi hermana mayor está siendo preparada para ser enviada ante El hombre de negro y, aunque la amo con todo mi corazón, mi amor es superado por el miedo que tengo a lo que él nos pueda hacer, si es que ella no resulta ser lo suficientemente buena.


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