Soy el punk de mi familia y a la rumba no le saco: Ciudad Soledad de Iván García y Los Yonkis
En medio de la pandemia, la banda presenta su disco que se disfruta mejor con una taza con mezcal.
En medio de la pandemia, la banda presenta su disco que se disfruta mejor con una taza con mezcal.
Por Óscar Alarcón (@metaoscar)
Puebla, México 23 de diciembre de 2020 [00:01 GMT-5] (Neotraba)
Hoy tuve una revelación antes del último bar, es que te vengas a vivir por un tiempo a la Ciudad Soledad
Quizá la ejecución instrumental del rock haya alcanzado los momentos más sublimes hace décadas, sin embargo, la renovación del género se encuentra en las letras y en la reinterpretación de esos sonidos.
Iván García y Los Yonkis son una banda que se ha distinguido por sus piezas líricas, muy cercanas a la poesía. Ciudad Soledad (Puebla, México, 2020) es un disco que nos presenta letras que rozan la emotividad como si estuvieran hechas de terciopelo y conforme las vamos escuchando se nos van clavando en los oídos, en la piel y se meten en la sangre con una sensación caliente, como un caminante que deambula por la calles de Edimburgo o de Analco.
Las rolas de este disco evocan la pérdida de mucha gente durante esta contingencia sanitaria y también nos hablan de la nostalgia de ya no estar con los que queríamos. Al mismo tiempo Ciudad Soledad es una esperanza de que regresaremos a tomar las calles ahora que hemos tenido que abandonarlas, de retomar los bares como cada fin de semana.
Ciudad Soledad es una visión aérea de una ciudad abandonada, del corazón de un poeta vagabundo que observa al mundo con el ojo de dios mientras todos se encuentran en casa. Es la ciudad de las luces apagadas, de las casas en renta; de las luces encendidas, de las familias que tiemblan ante el acecho de la muerte.
Y sin embargo, Iván García y Los Yonkis nos invitan a no temerle a lo desconocido y bailar en la oscuridad con la muerte: “tus historias son muy tristes para una ciudad alegre, porque de donde viniste es un sitio diferente donde juegan a matar.”
Me he quedado en casa solo con mi gato, bailamos como bobos en medio del cuarto, le doy su lata y su pata en mi mano, me siento acompañado y aun así te extraño
“En casa”, es una de las rolas que Los Yonkis realizaron durante esta pandemia, y aunque el título alude a la frase más repetida por Hugo López Gatell en 2020, la letra nos lleva hacia otro tipo de confinamientos: los de la añoranza y la soledad.
A propósito de la pandemia, le preguntamos a Carlos Iván Carrillo, productor del disco y guitarrista de la banda, sobre cómo el encierro por la contingencia cambió la forma de hacer música y nos respondió:
“En los discos anteriores todos Los Yonkis habíamos trabajado juntos en una sala de ensayo por semanas para después entrar al estudio. Esta vez fue distinto: de alguna manera cada quien se llevaba la tarea a su casa y cuando llegábamos al estudio, una vez que habíamos definido Iván y yo como productor el sonido para sus letras, para sus canciones, cada quien llegaba al estudio, uno por uno, y de alguna manera íbamos dirigiendo.
“En realidad nunca hubo un contacto constante de los cuatro en una misma sala de ensayo, fue más bien que cada uno hiciera su tarea desde casa.
“Fuera del trabajo de la grabación y de la creación, la onda de la distribución del trabajo que ya hicimos cambia. Optamos porque el disco no estuviera en plataformas inicialmente, estamos generando la estrategia de venta en físico y usamos las plataformas digitales, por supuesto, como una herramienta de marketing y no como negocio, para dar a conocer un par de sencillos y que nuestro nicho de seguidores se anime y compre el disco.
“No puedes difundir el disco tocando en bares porque no hay acceso, hemos tenido la oportunidad una vez en el Cerdo Picante y con muy poquitas personas, la gente que llegó tarde se quedó afuera y no pudo entrar al evento. Es un cambio pesado pero así va la estrategia.
“Hemos usado algunas páginas como mercadoshops.com.mx que permite comprar el disco y enviarlo por paquetería y al día siguiente la gente está disfrutando del disco. Esos son los cambios que básicamente encuentro.”
Bebo mientras tú coqueteas con Carlos Varela o ríes mientras le doy un beso a Nacho Vegas
Ciudad Soledad se encuentra en formato físico de venta en Casa Yonki, en Cholula; y en La cueva del vampiro en Puebla. Por el momento no se encuentra en Spotify, una de las plataformas de música más populares, ya que la mayoría de las ganancias que se obtienen a través de la comercialización electrónica en esta plataforma, no se le retribuye al artista. A pesar de esta decisión, Los Yonkis no tienen una guerra en contra de esta plataforma, lo que hace ver que la banda se mantiene en la resistencia.
El disco se publica en medio de la contingencia sanitaria, y ante la pregunta sobre cómo considera que el público reciba este nuevo disco, Carlos Iván comentó: “Al día de hoy se ha vendido una cantidad bastante chida para las dos semanas que lleva de distribución. La gente lo ha recibido muy bien.
“Los dos sencillos que elegimos sirvió para que la gente escuchara de qué iba el disco y se le antojara comprar el álbum completo. Hemos recibido comentarios muy positivos.
“Creo que en estas condiciones la gente está ávida de material, muchos siguen en el encierro y al final, los meses pasados, creo que todos sobrevivimos escuchando un chingo de música, viendo muchas de series, leyendo mucho. Fue lo que nos ato a la realidad. Creo que la gente sigue ávida de escuchar nuevas propuestas.
“Creemos que el concepto de Ciudad Soledad hace mucha referencia a lo que se vivió en estos meses. Cuando escuchas el disco sabes que sólo se pudo haber creado en el contexto pandémico, por eso mucha gente se está identificando con el segundo sencillo: “En casa”, porque mucha gente se quedó a aprender a tejer con estambre, por ejemplo.”
Cuando veo un tren, me brota un riel de mis desgastadas venas. Cuando veo un pez danzar sin pies, bendigo la naturaleza
Ciudad Soledad es el sonido Yonki en estado puro: un match que comienza con golpes certeros directos al hígado y al corazón en los primeros tracks, piezas que nos hacen boquear por oxígeno.
Después, el disco nos muestra un poco de esperanza a través de los kilómetros recorridos por la banda. Son notorios los viajes, las lecturas, la sencillez musical y armónica que logran, como ellos mismos lo dicen en la primera rola: “con cuatro acordes en mi lista tengo disco publicados”, los cuatro acordes de los que son capaces de enorgullecerse: menos es más nos dicen en cada una de las rolas.
El sonido de la banda se aleja de los primeros discos, ¿es parte de una evolución como músicos o consideran que es una etapa experimental? Carlos Iván Carrillo vuelve a la carga y nos dice: “Iván García y yo hemos trabajado juntos desde hace 10 años, somos grandes amigos y grandes camaradas musicales porque hemos tenido muchas coincidencias en nuestras influencias. Una importantísima es que los dos somos súper fans de Dylan desde mocos.
“Creo que sí es parte de una evolución pero llevábamos rato intentando encontrar la manera de llegar a este sonido, que ahora lo logramos con Ciudad Soledad: el folk de Dylan pero electrificado.
“Desde Sal Paraíso y Tormenta intentamos explorar un poco eso pero no lo logramos al 100 y esta vez creo que se logró muy bien. Una vez que escuches el disco te darás cuenta de que hay guiños muy directos a trabajos de gente como Quique González o Neil Young o el mismo Dylan.
“En cuestión de producción fuimos muy exigentes. No importó el tiempo que nos tardáramos encontrando el sonido ideal, lo invertimos. La pandemia nos permitió pasar meses encerrados en el estudio buscándolo. Usamos las herramientas adecuadas, guitarras que sonaran así, amplificadores viejitos, el bajo… es un sonido muy bien producido y que se intentó meses ajustando cosas para que sonara así.
“Creo que las etapas experimentales no son malas pero en este caso no es así. Es algo que ya andábamos buscando desde hace añitos y finalmente lo logramos.”
Aunque Ciudad Soledad nace en el encierro, nos trae luz para los días aciagos. Es un disco contradictorio, y no lo digo como defecto sino como una característica que nos hace sentir que el álbum está vivo: la contradicción humana: quiero salir y perderme en las calles, en los espacios abiertos, sin que nadie me moleste, pero también quiero quedarme en casa, en donde todos me recuerden y me busquen, y al mismo tiempo observar el milagro de la creación sin mover los pies.
La destrucción y la creación, la felicidad y la tristeza, el “pero” que no es una oposición sino que funciona como un agregado a las historias.
No debe quedarnos duda, Iván García y Los Yonkis, nos demuestran que su sonido se encuentra ya en el camino de convertirse en un eco que dure por varias generaciones: “por favor, mundo, apaga las luces que aquí dios perdió la jurisdicción.”