Fallece Arturo Rivera, propuesta estética del horror
A los 75 años de edad a causa de un derrame cerebral, falleció Arturo Rivera uno de los protagonistas contemporáneos de la pintura mexicana.
A los 75 años de edad a causa de un derrame cerebral, falleció Arturo Rivera uno de los protagonistas contemporáneos de la pintura mexicana.
Por Luis J. L. Chigo (@NoSoyChigo)
Puebla, México, 29 de octubre de 2020 [17:14 GMT-5] (Neotraba)
Familia e instituciones culturales del país informaron hoy 29 de octubre del fallecimiento del pintor Arturo Rivera, a la edad de 75 años. El deceso ocurrió la madrugada de este jueves en la casa del artista ubicada en La Condesa en Ciudad de México, a causa de una hemorragia cerebral según relata su hija Emilia Rivera Mejía desde su cuenta de Facebook.
Escritores, músicos, pintores y demás personajes del medio lamentaron el suceso en redes sociales, donde resaltaron el reconocimiento a la trayectoria y obra del nacido en la capital del país en 1945.
El legado de Arturo Rivera implica un viaje alrededor de escuelas de arte importantes a nivel internacional. Realizó residencias en ciudades como Nueva York, Londres, Múnich y Valencia. No obstante, el origen de la técnica se dio en la Academia de San Carlos, donde estudió de 1963 a 1968.
El Instituto Nacional de Bellas Artes hizo énfasis en el primer lugar que obtuvo el pintor en la II Bienal de Beijing, China, a través de un comunicado en Twitter. En el año 2000, el Museo de Bellas Artes expondría una selección de sus autorretratos junto a los de Frida Kahlo, Diego Rivera y demás protagonistas del realismo del siglo pasado en una exposición titulada El Rostro de los Vivos.
Si bien la obra de Arturo Rivera puede contextualizarse en dicha corriente, encontramos en ella un sello particular donde se involucra fuertemente a la figura humana y sus gestualidades propensas al horror, el miedo, el desagrado o el alumbramiento. Bastaría observar la posición exigente de las manos en pinturas como The guardian angel, The Jellyfish o Millennium; el dejo de demencia en los ojos de los modelos, como en Study for Saturn o The Killer of Marat.
Además, encontramos una relación directa entre lo animal y lo humano, una reinterpretación de iconografías mitológicas variadas como el centauro, el fauno y la crucifixión. Muestra de ello son los lienzos The Goat, The Circle y Centaur.
El pincel de Rivera era también el bisturí con el cual diseccionaba el sentido de la existencia y de la corporalidad. Nuevamente en esta línea de la animalidad, es de resaltar encontrarla mutilada en The sacred foods, The sacrifice y The pigeon. Una profundo encuentro del ser humano entre el deseo y la muerte, puesto a la vista en The forgotten one A.P donde el cuerpo de un ave muerta complementa la cabeza de una infante. Cabe resaltar que la escultura y el grabado fueron otras de las artes donde incursionó.
Las obras antes mencionadas tuvieron estancias en museos a lo largo del país en galerías como las de Casa del Lago, Museo de Arte Moderno, Instituto Sonorense de Cultura, Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, pero también fueron expuestas en varias ciudades de Estados Unidos y en Paris, Francia.
Su legado en la ciudad de Puebla se deja ver en la huella de artistas como Alejandro Teutli y Fernando Figueraz, y en el periodismo de Óscar Alarcón, quien rescata una anécdota junto al fallecido pintor y el fotógrafo Pascual Borzelli Iglesias para su columna en el periódico El Popular: “Tiene que haber sido una mañana de domingo, de aquellas en las que la colonia Condesa está muy tranquila y el tiempo parece no seguir su marcha. El pintor Arturo Rivera está sentado en el Café Illy, frente al Parque México, leyendo el periódico. […] un dato que no muchos conocen es que Rivera estudió en Puebla, eso me lo platica una vez que terminamos el café y comenzamos a caminar por el parque México. Estuve por allá en un colegio, que no sé si aún exista, se llama Benavente. Le doy una respuesta afirmativa y continuamos el paseo.”
El día de hoy partió uno de los artistas más prolíficos del siglo XX. Su ausencia ya deja sentir una marca importante en la historia del arte mexicano contemporáneo.