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Texto y fotos por Óscar Alarcón (@metaoscar)

Cholula, México, 27 de junio de 2020. [00:01 GMT-5] (Neotraba)

Durante este confinamiento varias veces he despertado pensando que todo fue un sueño, que puedo salir a la calle y que faltan pocos minutos para que comience mi clase de 7.

Perdí la cuenta del número de días que llevamos encerrados. Dejé de llevarla después de decepcionarme al ver que la famosa curva de contagios no descendía.

Al igual que muchas personas, tomo todas las precauciones cuando salgo de casa a comprar sólo lo esencial. El alcohol en gel ya es un producto de mi canasta básica y llevo una botella en el auto: recibo el cambio de la gasolinera, gel, compro las tortillas, gel, entro a la tienda, gel, voy al mercado, gel.

La paranoia nos invade, pero ante el ascenso de las cifras de muertos en Puebla no debemos descuidarnos: gel antes de tocarme la cara, gel antes de tocarme la nariz, ¿ya me puse gel? No importa: va de nuevo, por si las dudas.

En uno de esos días de ir al mercado, decidí darme una vuelta por las calles por las que solía caminar. Me sorprendió verlas tan desiertas. Pero hubo algo que también me llamó la atención: me encontré con una cantidad considerable de letreros avisando que algunos locales o casas están en renta.

Los anuncios de #QuédateEnCasa no nos dicen que hay gente allá afuera que está regresando a su casa para no salir no por gusto sino porque le cerraron su fuente de trabajo. Parece ser que la pandemia que viene será la del desempleo.

Estamos en un estado de contradicción, por un lado, nos dicen que debemos quedarnos en casa pero por otro hay gente que todos los días se la tiene que rifar en la calle.

¿Nos hemos preguntado qué ha ocurrido con la señora a la que le comprábamos elotes en las noches? ¿Cómo la estará pasando el cantante ciego que llegaba a la pozolería? ¿Qué es del mesero que llevaba nuestros tacos a la mesa? ¿Y la señora de la cafetería de la prepa?

La contradicción: me quedo en casa, pero desde aquí no puedo ayudarles… y si salgo me puedo contagiar. Total, que a veces uno se cruza de brazos sin poder escribir.

Más que nunca, hoy el llamado tiene que ser: en la medida de lo posible apoya a lo local. No por chovinismo sino por solidaridad.

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