Una ventana inmensa: Luis Eduardo García
El taller de poesía en prosa de Manuel Parra Aguilar presenta esta semana al autor de libros como Bádminton y Una extraña seta en el jardín, cuyos poemas dialogan con una fotografía de Alexis Salinas.
El taller de poesía en prosa de Manuel Parra Aguilar presenta esta semana al autor de libros como Bádminton y Una extraña seta en el jardín, cuyos poemas dialogan con una fotografía de Alexis Salinas.
Por Luis Eduardo García
Guadalajara, Jalisco, 8 de septiembre de 2022 [00:03 GMT-5] (Neotraba)
El Señor Asombroso está encadenado dentro de una pecera de tres metros de alto llena de agua hasta el tope. La cadena tiene tres candados de acero ultra resistente. ¿De qué forma abrirá los candados teniendo como única herramienta un clip recubierto de plástico? ¿Cómo podrá liberarse antes de que el oxígeno almacenado en su organismo se agote?
No lo hará; la magia del acto radica en que no logra salir de la pecera. El público sufre viendo al Señor Asombroso patalear desesperado. Luego el telón se cierra. Siempre hay una persona que llora y otra que jura demandar a los responsables del show.
Al día siguiente está listo para ejecutar su acto de nuevo.
El Señor Asombroso es un hombre-anfibio que finge todas las noches su ahogamiento.
(De Armenia)
Los mejores poemas sobre pesca de bagres a mano limpia los escribió John P. Knox durante la década de los sesenta, en Manitoba. Se trataba de breves textos de corte lírico acompañados de fotografías de los enormes ejemplares cazados. Knox arrasó con todos los premios nacionales de poesía de pesca a mano limpia y fue invitado a cualquier cantidad de festivales. Las ediciones de sus Poemas de pesca se agotaban tan pronto llegaban a las librerías. Lamentablemente, en la cúspide de su fama, Knox fue sorprendido comprando sus “presas” en una pequeña pescadería de chinos en Pikwitonei. Todo había sido mentira.
Como es natural, Knox cayó en desgracia; fue obligado a devolver el dinero de los premios y sus libros fueron retirados de las estanterías.
Al poco tiempo, un hombre llamado Benjamin Hutch publicó su libro Verdaderos poemas de pesca, un puñado de composiciones de talante confesional, que incluía varias fotografías de las mordeduras que los bagres habían dejado en sus brazos a lo largo de los años.
“Los poemas de Hutch podrán ser pedazos de estiércol al lado de los diamantes de Knox, pero al menos son auténticos”, escribió el más importante crítico canadiense de la época.
(De Mutante)
A qué deberíamos temerle con más fuerza, ¿a la aparición abrupta de las cosas o a su desaparición?
Un hombre despierta un día sin su mano derecha. En su lugar hay un picahielo. Poco después recibe la llamada de una mujer misteriosa que lo cita en una lavandería para hablarle de manos perdidas. Tienen varias citas más y terminan enamorándose. Un día amanece y su mano derecha está de nuevo en su sitio. No vuelve a saber nada más de la chica. ¿Cómo se llama la película?
(De 121:08)
Drenamos el estanque y había frutas de plástico, un jaguar muerto y joyería barata para satisfacer la demanda navideña de Moldavia durante dos décadas.
Varias cajitas musicales estaban atrapadas entre algas, pero aún funcionaban.
Una sirena pelirroja nos habló de Jesucristo mientras trabajábamos, pero todo resultó ser una performance racista.
Llenamos ochenta bolsas negras con esqueletos de peces, envases de plástico y condones usados.
Tres ancianos reportados como perdidos vivían al fondo, en una cápsula.
Al acercarnos, uno de ellos puso una hoja de papel contra el vidrio. Podía leerse: “Los investigadores de la Universidad de Arkansas estuvieron aquí antes”.
Obtuvimos cien dólares de la venta de los envases y las cajitas musicales. Los apostamos a una estrella fugaz llamada tiroloco.
Cuatro camisas azules(1). Una camisa gris. Un vestido estampado con flores grises y verdes. Un vestido salmón con rayas blancas. Un juego de cortinas rayadas. Un suéter amarillo. Tres dibujos. Una revista. Dos libros infantiles. Seis discos de acetato. Un sofá beige. Siete fotografías(2). Dos bocinas. Una repisa roja. Un librero amarillo. Un mueble de baño. Un espejo. Un florero. Un tocador. Un reloj de mesa. Una cajonera. Una mesa de centro. Una televisión. Un escritorio con cubierta de vidrio. Una pecera. Dieciocho peces de distintas especies(3). Cuatrocientos setenta y ocho mil chelines con ocho céntimos. Eva, Anna y Georg.
(1) Una lisa, dos de rayas, una de cuadros.
(2) Número aproximado.
(3) Número aproximado.
Luis Eduardo García (Guadalajara, 1984) Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Libros: Bádminton (2018), Una extraña seta en el jardín (2018) y Ader (2021).