Un lunes cualquiera
Gabriel Duarte recomienda El libro vacío de Josefina Vicens y Seda de Alessandro Baricco, además, expresa que de un tiempo a esta parte le gusta vivir sin prisa y con memoria.

Gabriel Duarte recomienda El libro vacío de Josefina Vicens y Seda de Alessandro Baricco, además, expresa que de un tiempo a esta parte le gusta vivir sin prisa y con memoria.
Por Gabriel Duarte
Ciudad de México, 23 de marzo de 2025 (Neotraba)
Insensatos lectores: el día de hoy les traigo un texto que escribí hace algún tiempo. Lo reescribo porque me parece que no está tan mal. De vez en cuando se me ocurren ciertas cosas que vale la pena analizar con calma (creo). En fin, sin más dilaciones acá lo tiene encantadora damita, sensacional caballero:
En estos momentos me encuentro echando cafecito con el subcomandante Patx. Como recordarán el peludo sujeto denominado Patx es la mascota del gran Iñakirriki. Basta que me ponga los zapatos (o en su defecto el zapato teni) para que el malandrín comience a temblar frente de mí como lo haría en su momento José José en medio de una de sus tantas y nada envidiables crudas. El perruno se emociona de tal modo que me orilla a sentirme culpable y, por lo general, don chantajes logra su cometido y termino llevándolo a la calle.
La verdad es que no me molesta en lo absoluto, es más, podría decirles que el pequeño Osama Bin Patx es un gran compañero de viaje y me ha hecho la vida más ligera. El asunto es que se me antojó ponerme a escribir. Tomé la compu y la correa de Patx el manipulador y salí corriendo hecho la madre al Café Garat que está cerca de mi casa. Dicho sea de paso: me he vuelto adicto a esa cafetería. Tienen un puto pan de pera espectacular.
Comenzaré diciéndoles que hoy es lunes, por lo general los lunes los tengo reservados para hacerme bien uei (también el resto de la semana). No sé ustedes, pero yo me tardo mucho en echar a andar las únicas dos neuronas que tengo y para cuando eso sucede resulta que ya es jueves, por lo que les ofrezco una disculpita de antemano (el antemano es una gran expresión meshica) (la disculpita es más reciente, pero es más como de jamsters o hipsters o como madres se diga) si ven que este asunto no jala.
Para empezar, me gustaría decirles que este año he estado muy ejercitoso y, de un tiempo a esta parte, también anduve bien madriadoso. Me explico: por andar entrenando como subnormal con unos disque amigos, primero me dio una lumbalgia espectacular, después sufrí un tirón en la pantorrila izquierda, rematé con unos inigualables dolores en el sartorio (es un pinchi músculo que tenemos en la pierna, cómo me dio lata), luego me dolía el empeine, los putos codos, padecí de algunas contracturas en la espalda y como postre me rifé una fascitis plantar en la patita derecha.
Todo lo anterior me orilló a pensar que algo tenía que hacer, luego entonces, cambié mi rutina (y de putos amigos), pero antes de eso visité dos fisioterapeutas, un acupunturista, a un doctor bien chingón y a un hojalatero que según él era ortopedista, pero ni madres, yo no le creo, un puto rinoceronte sería más delicado que ese cabrón.
Digamos que en el bajo mundo del hampa de los centros médicos seguro es mejor conocido como el destripador de la Colonia del Valle. Me infiltró el codo, pero el muy pendejo pensó que traía un taladro o un rotomartillo y que necesitaba hacer un agujero en la pared. Lo que me pinches dolió. Estoy seguro que ese piojoso doctor debe tener algún parentesco con el Perro Aguayo. Antes y no me arregló el codo a mordidas.
Por ahora sólo estoy haciendo dos clases a la semana de juerza pa ponerme bien juerte y los otros tres días de la semana me puse a correr. Tengo la intención de hacer una carrera de 10 km en diciembre y rifarme el medio maratón de la CDMX el próximo año. También quiero hacer un grupo de corredores, pero se me han atravesado asuntos mucho más importantes y no he podido, más bien no he querido.
Por otra parte, impartiré un curso femenil de cómo arrojar escupitajos lo más lejos posible, pero esa historia la reservo para después (interesadas favor de llamar al 5548882275 en horas de oficina). El tema acá es que por fin estoy saliendo de todas las dolencias que me aquejaban. Llegó un punto en que tomaba pastillas de doloneurobión como si fueran Submarinos Marinela y la verdad eso ya no estaba nada bien.
Por ahora me siento mucho mejor, cabe señalar que necesito ir una vez al mes con un fisioterapeuta, que me cae re bien, para evitar lesiones. Les diré que el consultorio es como para liliputienses, o más bien para gente normal. Es como una casita de muñecas. Tiene unas camas quirúrgicas que parecen cuneros, cada vez que voy siento que me va a decir: Gabriel, son 5600 pesos, 600 de la sesión y 2500 de cada una de las camas que ya despedorraste. La neta es que no entro, se me salen los pies. También debo decirles que es muy bueno, pero da unos masajes que duelen de su puta madre.
En cuanto a mis actividades cotidianas he seguido leyendo, de plano no puedo estar en paz si no tengo un libro a la mano, y cualquiera dirá: qué mamada, pero es la velda. Justo la semana anterior me rifé El libro vacío de la tremendísima Josefina Vicens. No saben qué bueno es. Va de un sujeto que quiere escribir, lo hace porque tiene la necesidad de hacerlo, es como si fuera una adicción (y lo entiendo), así que, compra dos libretas: una para escribir un borrador y la otra para pasar en limpio lo que piensa escribir.
Total, que la novela termina y el zoquete de José García (así se llama el personaje principal de la novela) jamás escribe en la libreta número uno, pero en la libreta donde iba a hacer su borrador escribe unas cosas de no mamar. Habla de sus hijos, de su mujer, de su trabajo, de su pobreza, de su amante, de su honradez. Resulta ser un tipo tan débil que al mostrarse vulnerable se convierte en un ser vital porque se reconoce. Reconoce su fragilidad y creo que el dolor de un hombre a veces es el dolor de todos los hombres y es imposible que el lector no empatice con este individuo.
Una de las tantas virtudes del texto es que lo escribe una mujer y de verdad logra construir un personaje endiabladamente verosímil, que vive y ve el mundo como lo haría un hombre y lograr eso no es nada sencillo. La cosa es que, si no tuvieran nada mejor que hacer, y quisieran leer algo, bien valdría la pena que le echaran un vistazo a El libro vacío, que en realidad está lleno hasta el tope y rebosante de vida.
Antes del libro de la Vincens me receté Seda del gran Alessandro Baricco. Es un texto muy breve que podría leerse en un fin de semana. Va de un tipo que recorre medio mundo sólo para conseguir huevecillos del gusano con el que se fabrica la seda. El individuo vive en Europa y tiene que ir a Japón a conseguirlos. Los huevecillos valen una fortuna y son muy delicados.
Total, que nuestro sujeto se enamora de la amante de su proveedor de huevecillos (¡bravo!) quien es un hombre poderosimisimísimo. Y si al personaje de El libro vacío le urgía escribir, a este sujeto le urge irse de viaje cada año para ver si el japonecito se apendeja y le da vajilla con la morra. Por supuesto que se mete en un mega problema. Pero ya saben, desde la Ilíada de Homero uno no entiende (justo se armó el desmadre porque se robaron a una “leidi” llamada Helena de Troya). En fin, que no les cuento más porque les juro por Dios que me mira y se los digo llorando de rabia que Seda es una joya.
Ahora bien, en cuanto al trabajo sigo siendo optimista y tengo fe en dar la remontada muy pronto. Todo ha subido de precio de una manera desconcertante. De tal suerte que me he llegado a preguntar si uno de estos días cualquiera va a poder comprar una casa con lo que vale un guacal de limones. Para cómo van las cosas no suena tan descabellado.
En el centro hay una invasión de chinitos, Trump sigue amagando con sus putos aranceles y Rusia echando putazos con Ucrania. A pesar de todo no me rajo y la verdad es que estoy seguro que este año me va a ir biendepocamadres.
En cuanto a mi residencia sigo viviendo con el gran Iñakikín. Ese sujeto es una caja de sorpresas. ¿Recuerdan a los gremlins? Eran unos animalillos que si les caía un poco de agua se empezaban a duplicar como si fueran palomitas de maíz. De uno salían dos y de dos salían cuatro. Pues me parece que la novia de Iñaki se nos remojó un poquito y ahora resulta que son dos. Escuchó usted bien, damita, caballero, el gran Iñakirriki tiene dos novias.
Resulta que las dos se conocen, las dos son amigas y yo estoy hecho un pendejo porque no entiendo ni mierdas, pero no juzgo, no grito, no empujo, no corro, sí arrimo. La verdad es que no soy mucho de criticar lo que no comprendo, aunque esto sí lo comprenda. Es sólo que a veces no he podido con una novia, cuando he tenido, dudo mucho que pudiera con dos. Además de todo, pienso que para Mactríos mejor ir a MacDonals (por tan sólo 15 pechereques uno puede tener papas fritas y refresco grandes, qué pinche necesidad de jugarle al Brad Pitt).
Iñakirriki es un campeón. Lo único es que lo citado anteriormente me ha hecho cuestionarme algo: ¿y la criatura? Ahora resulta que Patx tiene dos mamás y dos papás. ¿Con qué tipo de valores va a crecer? Seguro se volverá un perro incomprendido y con severos traumas emocionales. Otra víctima más del psicoanálisis. En fin, ya lo resolverá en terapia.
Ya casi para finalizar me dio por acordarme de aquel fatídico 2020. Hará unos cuantos años que volvimos a la normalidad y ya todo está abierto. Y ahora que la ciudad y el tráfico están desquiciados he venido pensando que le damos muy poca importancia a la libertad. No quisiera dejar de creer que vivimos en el paraíso.
No sé ustedes, pero yo la pasé re bien en la pandemia: me levantaba tarde, comía un chingo, gastaba poco, vi cualquier cantidad de series, montones de películas y leí chingos de libros que tenía pendientes, sin embargo, extrañaba tener la vida que hoy tengo.
De un tiempo a esta parte me gusta vivir sin prisa y con memoria. Tal vez sean cosas de la edad, pero no se me olvida que no podía ver a las personas que quiero, no podía ir a una cantina y rifarme una cerveza con unos poderosos tacos de cochinita pibil, tampoco me era posible conocer gente nueva, hacer ejercicio, ir al cine, hacer una reunión, ver a mis amigos, trabajar, vivir.
Ahora que puedo caminar libremente me vale madres si hay mucho tráfico o mucha gente en el banco o si en el Oxxo no abren la segunda caja. Volver a la calle y abrazar a la gente que quiero me hace sentirme en paz y me devuelve la certeza de estar vivo.
En fin, que como de costumbre ya me estoy poniendo cursi y medio mamón. Creo que mejor me despido porque dejé los frijoles en la lumbre y no encuentro en qué telera embarrarlos. Además, ya me volvió a dar sed, de esa sed malévola que da picazón en la garganta y que destruye familias. Se me portan bien, no quiero quejas.
Cualquier duda o sugerencia con esta poliamorosa columna, favor de enviarnos sus comentarios, enjundiosa damita, empoderado caballero.
Gabriel Duarte. Ciudad de México 1972. Es Licenciado en Mercadotecnia por la Universidad Tecnológica de México. Estudió literatura en SOGEM. Está por publicar su primera novela.