Treinta gramos

Las alas se estampan con desesperación victimaria, silenciadas enseguida por un par afilado de colmillos, por la calidad determinante de una mandíbula al cerrarse sobre un cuello angosto, recubierto de plumas que saben a ácaro, a tierra, a humedad y, sobre todo, a cielo.

Fotografía de Vignesh Kumar a través de Unsplash