Es común que la gente esgrima contra los estudiantes de humanidades, opina Juan Rivas, el argumento de la nula utilidad y éxito financiero. Pero la precariedad económica tiene cada vez mayor alcance necrótico en el tejido social, afecta por igual a médicos, maestros o conductores de Uber y otras trasnacionales que no ofrecen prestaciones ni seguridad laboral.