David V. Estrada escribe sobre los 10 años de esta obra: dos fantasmas se sientan en una banca para contar su historia de amor en un pueblo del norte de México, con proporciones narrativas y actorales expansivas y con gran trabajo corporal.
Cuatro monólogos se entrelazan para contar una sola historia donde la denuncia de la violación, la irresponsabilidad sexual masculina, así como el enamoramiento tóxico se ven expuestos en una pieza teatral de gran calidad.