Juan Nicolás Becerra escribe una reseña sobre el libro Mil Soles Lejanos de Antonio Ramos Revillas, porque cuando somos niños tenemos muchos anhelos que a veces se cumplen... ¿se acuerdan de cuáles eran los suyos?
Por Juan Nicolás Becerra
Cuando somos niños tenemos muchos anhelos que a veces realizamos –mojarnos, jugar en la calle– y otras veces son inalcanzables. Los de Ulises, protagonista del libro de Antonio Ramos Revillas, son verdaderamente desafiantes: uno es convivir de manera natural con los rayos del sol, y el otro es poder llegar a la luna.
Esta entrañable historia –antecesora de La Guarida de las Lechuzas, del mismo autor– nos introduce a la vida de Ulises antes de conocer a su famosa pandilla en una época que está dedicada a jugar con naves espaciales.
El niño viajero espacial que vive de noche a causa de un padecimiento único se encuentra en una aventura construyendo junto con su padre la Nave que lo llevara a la galaxia que solo los rusos con Laika han alcanzado. Sin embargo, esta en un dilema pues no tiene las coordenadas y el cañaveral para despegar.
Es justo cuando conoce a Eduardo, un astrónomo contador de historias que se muda al lado de su casa después de un tormentoso fracaso marital, e inician una complicidad sobre temas de cometas, constelaciones, naves espaciales y galaxias por explorar y sus pláticas nocturnas se vuelven infinitas…
Una de esas noches Ulises externa una petición contundente y exacta al astrónomo: necesito un mapa para llegar a la Luna; el dilema en la respuesta de Eduardo al niño fue dudosa, ¿cómo dibujar un mapa que lo lleve a la luna?
Una historia estupenda de dos personajes desobedientes y nobles que el destino junta en la tierra para poner a prueba su capacidad de descifrar las penumbras que los miedos de la propia vida denotan; aunque eso implique cruzar 1000 Soles Lejanos.
Mil Soles Lejanos de Antonio Ramos Revillas. Ilustración Isidro R. Esquivel. Editorial El Naranjo, 2017.
