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Pasaje del Ayuntamiento, Puebla; Foto Óscar Alarcón para Neotraba
Pasaje del Ayuntamiento, Puebla; Foto Óscar Alarcón para Neotraba


Pasaje del ayuntamiento, frente a la puerta lateral de las Galerías del Palacio.

Centro de la ciudad de Puebla, México.

Por Óscar Alarcón Travolta

Se dice que el centro de la ciudad de Puebla fue trazado por ángeles. Nada más falso. La ciudad de Puebla fue trazada por taqueros, memeleras, chaluperas y demás vendedores ambulantes. En aquellos tiempos se dio la orden de que en cada esquina se colocara al menos un puesto de comida, no importando el tipo. Por eso si usted, amigo viajero, camina por el centro de esta Ultracostumlópolis, se dará cuenta de que además de iglesias y conventos, abundan los puestos de comida.

Y como lo vi es como se lo cuento, ninguna esquina se salva: si no se le aparece un vendedor de jugos empujando un carrito de súper mercado, llegara un niño ofreciéndole pepitas. En cualquier calle del centro de la ciudad se topará con una taquería, fonda, expendio de pan, chalupera o vendedora de cemitas o tortas, que ha hecho de su zaguán la trinchera adecuada para ofrecer sus manjares.

Si usted, docto y culto viajero, tiene la fortuna de caminar por el Pasaje del Ayuntamiento podrá darse cuenta que no miento. De preferencia hágalo de la calle Palafox y Mendoza en dirección hacia la 2 oriente, donde encontrará primero que nada, algunas tiendas en las que se venden muñecos de peluche de nuestras series favoritas de televisión, desde el reciente Bob Esponja hasta el clásico Escrapy Doo. Más allá se encontrará un local en el que puede rellenar su encendedor para que disfrute un cigarro después de su comida, cumpliendo el adagio que reza: “después de un buen taco, un buen tabaco”.

Escudo de la ciudad de Puebla, en uno de los vitrales del pasaje del Ayuntamiento; Foto Óscar Alarcón para Neotraba
Escudo de la ciudad de Puebla, en uno de los vitrales del pasaje del Ayuntamiento; Foto Óscar Alarcón para Neotraba

Como dato anecdótico, a unos pasos de esos locales se encontraba una de las bolerías más famosas de la ciudad pero por motivos aún desconocidos, ha desaparecido.

Siguiendo la travesía del pasaje sin que usted, impertérrito viajero, se lo espere se encontrará una canasta enorme, casi del tamaño de un niño de 8 años.

Al localizarla usted sabrá que esa es nuestra parada. Ponga mucha atención pues cuando vea tan maravillosa pieza de nuestra artesanía nacional, sabrá que hemos llegado a los tacos del Pasaje.

Esta caminata se la recomiendo que la haga por la mañana pues sólo es cuando se venden los tacos. Estoy consciente, sabiondo amigo viajero, que usted estará acostumbrado a los tacos placeros, pero créame que aquí no se trata de cualquier mugroso taco. Estos son señores tacos: el siempre querido de milanesa, el innovador de bistec, hasta llegar a los realmente deliciosos tacos de mollejas de pollo, de carnitas, de variados guisados, y el taco estrella de este puesto: de chile relleno.

Servidos con doble tortilla, si lleva mucha hambre probablemente alcance a comerse un taco y medio. Si usted es capaz de llegar al segundo taco puede tener consecuencias mayúsculas, una de ellas es que ya no coma, ni cene nada el resto del día. O, en caso extremo, que se vuelva adicto y cada mañana regrese por uno, con el pretexto de la caminata matutina.

Alimento nutritivo, “si quieres estar fuerte y sano, come tacos desde temprano”, los del Pasaje del Ayuntamiento no se sirven con salsa sino con rajas, pues de hacerlo de esa manera se corre el riesgo de que la salsa se escurra sobre el papel de estraza y le manche la ropa.

Si acude puede encontrarse alumnos de escuelas cercanas al centro de la ciudad, amas de casa, señores que pasan por su periódico o funcionarios de gobierno que dizque no comen de esos tacos porque les hacen daño, pero se conocen casos de glotones de clóset que mandan a sus chalanes para que les lleven uno o dos de milanesa con arroz, y entre los diputados del congreso se cuentan como sus mayores clientes.

El refresco se vende aparte, no es negocio de la señora del canasto. Pero lo puede pedir en la bolería, que aún funciona por las tardes, y ahí se lo despachan.

Después de comerse un taco —mi favorito es el de mollejas— puede continuar su camino y salir del pasaje, donde puede agarrar rumbo, hacia la iglesia del señor de las maravillas, que se encuentra sobre la calle 5 de mayo, para rezarle que el taco sea lo suficientemente agraciado y su panza resistente.

La recomendación es que siga esa calle caminando porque después del tremendo tacazo, tendrá que hacer mucho ejercicio para bajar las llantas.

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