La mala costumbre de vivir
Jorge Tadeo comenta: una novela que nos habla del barrio, de sus violencias y sus prejuicios, pero que también es capaz de arroparnos con su ternura y solidaridad, muchas veces se presenta al compartir un plato de comida.
Jorge Tadeo comenta: una novela que nos habla del barrio, de sus violencias y sus prejuicios, pero que también es capaz de arroparnos con su ternura y solidaridad, muchas veces se presenta al compartir un plato de comida.
Por Jorge Tadeo Vargas
Desde el exilio de Ankh-Morpork, 1 de agosto de 2023 [00:05 GMT-6] (Neotraba)
No sale para afuera sino quema por dentro canta Menteenguerra en su rap “A mi manera”, con lo que deja claro que al momento de escribir, lo hace desde el corazón, no solo desde aquello que duele, sino también lo que se disfruta, lo que se ama y es así como Alana S. Portero enfrenta a sus demonios y abraza a sus ángeles para escribir La mala costumbre (Seix Barral, 2023) una novela biográfica, escrita desde la conciencia de clase, desde las entrañas tanto colectivas como individuales, en la que Alana nos invita a un viaje personal a la par de coral, un viaje de la clase obrera, en los últimos años de resistencia ante un sistema económico que busca silenciarla.
Una novela que nos habla del barrio, de sus violencias y sus prejuicios, pero que también es –o era– capaz de arroparnos con su ternura y solidaridad, que muchas veces se presenta con el simple gesto de compartir un plato de comida.
Escribo para recuperar la voz, para que me sientan al leerme, para calmar mis demonios, nos dice Menteenguerra en “De amor y de lucha” y de nuevo me acerca a cada una de las palabras de Alana en esta mala costumbre de querer ser quienes somos. Llena de personajes, que incluso los más pasajeros como Juan el verdulero dándole su apoyo a la maravillosa Margarita, son personajes inolvidables y entrañables; personajes que para aquellos que ven el barrio como algo peligroso, violento, les pueden parecer seres mitológicos, construidos desde una idea romántica por parte de Alana, pero que no, estos son tan reales como la narrativa de toda la novela, son de carne y hueso y existen, lo sé, me los topo a diario en la calle desde que tengo uso de razón.
La mala costumbre nos narra la vida en un barrio madrileño de la década de los ochenta hasta hoy, nos cuenta el sentir de una niña que se sabe diferente y el conflicto entre aceptarse o resignarse, entre el miedo y el coraje de ser quien es, de quien su corazón le pide que sea.
Alana escribe con la conciencia de clase muy bien puesta, aquí no hay nada de disfraces, ni mucho menos, lo hace desde la denuncia a las trampas del sistema y lo hace sin caer en panfletos o discursos vacíos, sino desde una realidad que –al menos para mí– es con la que conviven muchas todos los días. No intenta convencernos de la miseria en que se vive en los barrios obreros, sería una mentira partir desde ahí, pues en estos conviven muchas formas de riqueza que no tienen nada que ver con el dinero o el poder adquisitivo y si este falta se asume desde una resistencia digna. Pero también nos habla de cómo el sistema ha ido preparando estrategias para ir rompiendo toda la solidaridad y ternura que se encuentra en esos lugares. Primero la droga y ahora la segregación individual desde el aspiracionismo, desde el “no soy como tú, por lo tanto, no somos iguales”.
En mi cabeza hay una guerra permanente, una pelea constante por ser diferente canta Menteenguerra en “Por la noche” y la escucho en cada párrafo de La mala costumbre en la que me acompañan las imágenes que Alana va describiendo, el amor incondicional de una madre capaz de todo, aunque esta sea adoptiva, el amor del padre que rompe con las –malas– costumbres para demostrarlo con simples gestos que son más que palabras, gestos que se imponen a pesar de los miedos y el no saber actuar ante lo diferente.
Es imposible no sentir el miedo, la angustia, el dolor, la felicidad que esta novela nos cuenta tan magistralmente en cada una de sus palabras, de sus párrafos y es imposible no alegrarnos y llenarnos de júbilo ante el nacimiento, la redención, el perdón personal que la protagonista se permite frente al espejo, mismo que se da con la muerte de quien sin saberlo le enseño mucho.
Mientras se abrazan los ángeles que nos acompañan, Alana nos platica de esa mala costumbre que tenemos de vivir a pesar y por encima de todo y solo por eso es por lo que esta novela es uno de los más maravillosos textos que he leído.
Jorge Tadeo Vargas, escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena.
Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia.