Escritores hablando sobre el compromiso de escribir
Nota | El 10 de julio del año en curso, Libros al Aire organizó un foro digital de escritores para que conversaran sobre el compromiso que guardan con la literatura.
Nota | El 10 de julio del año en curso, Libros al Aire organizó un foro digital de escritores para que conversaran sobre el compromiso que guardan con la literatura.
Por Luis J. L. Chigo (@NoSoyChigo)
Puebla, México, 11 de julio de 2020 [01:18 GMT-5] (Neotraba)
Desde los primeros días de esta pandemia, la cultura tomó caminos digitales para seguir su difusión. Todos los días se llevan a cabo foros donde los protagonistas de distintas expresiones artísticas comparten reflexiones acerca de las vivencias del confinamiento y cómo sus disciplinas no se han detenido.
Una de estas actividades virtuales se llevó a cabo este 10 de julio de 2020, coordinada por Libros al Aire, de Yucatán. La mesa estuvo conformada por la poeta Kary Cerda, el escritor y editor Carlos Martín Briceño, y los escritores José Luis Domínguez y Adán Medellín. Rosely Quijano fue la encargada de moderar a los participantes, quienes respondieron varias preguntas.
En una charla donde se habla del compromiso literario, el contexto histórico sobre el trabajo que desempeña el escritor es necesario. En el siglo XIX, donde ser escritor era sinónimo de ser diplomático, se tenían tareas específicas para quien se dedicaba en las letras. Sin embargo, el panorama actual es distinto. ¿Qué papel juega ahora?
Carlos Martín Briceño –Premio Nacional de Cuento Beatriz Espejo 2003 y Premio Internacional de Cuento Max Aub 2012– abrió su comentario: Grandes escritores fueron políticos, actualmente lo que busca el escritor es sobrevivir. […] A los partidos políticos ya no les interesa tener intelectuales entre sus líneas. Por ejemplo, los últimos secretarios de educación pública estuvieron más interesados en defender un puesto político que la literatura.
Kary Cerda –socióloga y abogada por la UNAM, miembro de la Sociedad de Escritores de Francia– recalcó cómo las élites ya perdieron el estatus cultural que hasta el siglo pasado detentaban. El escritor es ahora el personaje que rompe el statu quo. Bajo el concepto de arte como ingrediente para elevar el espíritu, para acceder a la belleza, la poeta condenó los filtros actuales para publicar: el escritor es mucho más cotidiano ahora, cualquiera ha publicado ya un libro y como sea. […] La vanguardia destruyó la belleza y estamos sufriendo las consecuencias. […] Nos está arrinconando la fealdad.
Se presentan algunos problemas técnicos, pero se acuerda no detener el foro y se lanza la siguiente pregunta esperando se reestablezcan las condiciones.
Vuelve a liderar las respuestas Carlos Martín Briceño, para quien la idea del compromiso con la sociedad resulta hipócrita si no somos capaces de establecer compromisos personales con nuestros entornos cercanos. La realidad se secciona para hacer literatura, sin dar lecciones de moralismos. El lector se menciona por primera vez en la charla, cuando Briceño lo trae a cuenta para completar la cadena de lectura: escribir para que alguien asimile la realidad.
Medellín –dos veces premio Bellas Artes, en las categorías de ensayo y cuento, y ganador del Premio Nacional de Novela Élmer Mendoza 2019– hace una breve recapitulación de la primera pregunta y de paso da la respuesta pertinente. Coincide con los demás en que escribir es detentar la figura de quien transgrede lo ya establecido. Hace un recuento de las tareas que el escritor tenía asignadas en el pasado: educador, guía moral, portavoz de un gobierno. Cuando logra escapar, se forma la identidad actual. A veces es entretenedor de las masas […] pero no se debe perder de vista que tiene un compromiso con la palabra, su forma, la selección de los hechos y su posterior transformación para ser leídos.
Para José Luis Domínguez –Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada 2007 y Mención Honorífica en el Premio Nacional de Cuento Beatriz Espejo 2008– es muy difícil hablar de un compromiso actualmente: El artista ocupa casi la última escala en el país. Tiene que dedicarse a muchas otras cosas que no son la escritura para subsistir. Lo que sí es que cuando encuentra ese compromiso no lo agota en él mismo, sino que lo prolonga a la comunidad.
Kary Cerda cerró esta ronda de reflexiones e hizo hincapié en el hecho de que la creación por encargo no es noble y carece de elementos para apegarse a los sucesos, para tener un compromiso con la realidad habría que esperar al suceso convertido en sangre. Después, vendría la necesidad de exteriorizarlo. Aunque la expresión es la raíz de todo, no nacimos con la capacidad de expresarnos. Si no se siente, es imposible acercarnos a una traducción de la realidad.
Ante la innumerable cantidad de convocatorias en el país, entre concursos y promesas de publicaciones temáticas, afines a la COVID-19, la pregunta es si se puede configurar un discurso literario actualmente y bajo las condiciones en las que nos encontramos.
José Luis Domínguez comienza con una reflexión sobre lo romántico de seguir publicando en papel. Las publicaciones digitales no encajan desde el momento en que el libro es un objeto con una historia de siglos. Y lamentablemente las convocatorias no reconocen la labor escritural con la mera publicación: ahí está el escritor, pero la difusión y demás, son tareas de las cuales no se hacen cargo. El escritor no es un flojo, trabaja tanto como un albañil o un obrero. La idea de regalar literatura debería ser desechada.
El tiempo está por terminarse. Adán Medellín sentencia desde el punto de vista del tiempo, dándole más solidez filosófica a la respuesta: ¿De todo lo que se escriba ahora qué valdrá la pena en 5, 10 o 15 años? Estamos tan inmediatos a la pandemia que la trascendencia de un texto sobre ella sólo podremos conocerla en el futuro. Para el ex editor de la revista Playboy, las convocatorias son una manera de no perder callo en la pluma: son retos para explorar estilos y sirven como un efecto de desbloqueo. Un género nos obliga a un tratamiento ontológico distinto, eso lo fortalece como escritor.
Para cerrar la mesa, la moderadora lanza una pregunta apelando al ego de los escritores: ¿con cuál escrito se darían a conocer a quienes los observábamos?, con lo que también cerramos esta nota:
Kary Cerda: con el poema “Los nombres de la tierra”, del libro homónimo publicado en El Salvador. Y anuncia la publicación de su libro más reciente: Magma y arena, de descarga gratuita e ilustrado con óleos también suyos.
José Luis Domínguez: el poema “Muchacha japonesa medita en el otoño”, cuya autoría desarrolló en Quebec durante un encuentro internacional de poesía, a las orillas del Río San Lorenzo.
Adán Medellín: el cuento “Tiburones”, con el cual ganó recientemente el Premio Nacional Beatriz Espejo 2019, y que se puede encontrar en línea en el portal de Tierra Adentro.
Carlos Martín Briceño: el cuento “Moctzuma’s Revenge”, relato multipremiado y que recientemente vuelve a aparecer en la antología Toda la felicidad nos cuesta muertos.