Por Iván Farías
El cine político en nuestro país se hace, a pesar de que sea poco y tenga muchos detractores. Nace de la necesidad de mostrar en imágenes lo que la realidad nos escupe a la cara. En el cine silente nacional ya existía “La banda del automóvil gris” (1919), aquella que mezclaba pietaje real con ficción. La cinta trataba de un grupo de soldados protegidos por los altos mandos militares que asaltaban a mansalva a abordo del auto del título.
La revolución mexicana fue el gran tema del cine nacional una vez que el PNR, posteriormente PRI, sentó sus reales. La consigna fue idealizarla, darle un corpus lógico, ya que “la bola” simplemente fue la revoltura del río para que los líderes gandallas justificaran sus puestos. En “Vamos con Pancho Villa” (1936) de Fernando de Fuentes, la revolución se muestra cruenta y caótica, los revolucionarios impolutos sacan su salvajismo. La cinta, primero enlatada y posteriormente con el final censurado, ha sido de las más boicoteadas por el régimen priista.
“La sombra del caudillo” (1960), otra obra enlatada y perseguida por los militares, ya que los muestra convenencieros, tranza e hipócritas. La cinta ha podido ser vista en círculos muy reducidos, como cineclubs o universidades. Basada en la novela de Martín Luis Guzmán es dirigida con bastante oficio por el chambista Julio Bracho, la cinta causó el enojo de la plana mayor militar lo que la llevó directo a las bodegas.
La supuesta apertura política de Luis Echeverría vino a ofrecernos un tríptico de cintas dirigidas por Felipe Cazals. “Canoa” (1975), “El apando” (1975) y “Las Poquianchis” (1976) donde se mostraba a toda luces que el sistema estaba podrido hasta el tuétano.
Es entrado en los noventas que el cine político comienza menudear luego de que la guerra sucia o de baja intensidad comenzara a aflojar un poco la tenaza. El ejemplo más evidente es “Rojo Amanecer” (1989) que sufrió la censura del salinato. Filmada de forma precaria y a salto de mata pudo salir a la luz luego de la presión en los medios. Aunque no se salvaron del cambio de final.
Es en la década pasada que las cintas como “Cementerio de papel” (2007) de Mario Hernández, “La ley de Herodes” (1999) o “El infierno” (2010), ambas de Luis Estrada, se vuelven redituables en taquilla y marcan sucesos cinematográficos.
Sin embargo, documentales como “¿Quién es el señor López?” (2006) o “Fraude: México 2006” (2007), ambas de Luis Mandoki sufrían de la censura abierta, ya no del gobierno en turno, sino de los industriales que presionaron para que ambas películas no tuviera distribución comercial y no favorecieran al candidato de la izquierda.
Es ahora que Carlos Bolado el mismo director de “Bajo california, el límite del tiempo” (1998) y de la mini serie “Los Minondo” decide aventurarse a recrear el asesinato del ex candidato del PRI Luis Donaldo Colosio. Luego de tres sexenios, muchos de los protagonistas de aquel magnicidio siguen en plena actividad, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y los inculpados. La cinta comienza con un presupuesto de 60 millones de pesos y será producida por Mónica Lozano que ha hecho lo propio en taquillazos como “Amores perros”, “Arráncame la vida” y “El Infierno”.
Enoc Leaño, eterno personaje secundario, será Colosio y Harold Torres el ejecutor. Los actores serán los de siempre: Kate del Castillo, Daniel Giménez Cacho, José María Yazpik, Odiseo Bichir, más los que se vayan sumando. Esta mezcla de personajes y productora dan a pensar que será una película dentro de los cánones de las última realizadas en nuestro país. Mucho drama televisivo, mucho nombre en los créditos, buena taquilla pero poco arriesgue. Sin embargo, habrá que ver.