Por Andrea González.
El desarrollo y empleo de categorías siempre resulta incierto en las ciencias sociales. Nos enfrentamos a diferentes disyuntivas, de las cuales una de las que considero más importantes es el analizar la génesis de las categorías a partir de los principios epistemológicos. En este sentido sería importante considerar cuál es la problemática de utilizar el género como categoría de lo social.
La Real Academia de la Lengua Española define al género de diez diferentes formas, lo cual refleja la falta de delimitación de la categoría ¿Cómo aplicar el uso del género como categoría cuando representa caracteres comunes, clasificación, mercancías, y hasta géneros musicales? Pero no sólo resulta problemático por la enorme cantidad de acepciones que posee la categoría, también es por el hecho de que estas mismas devienen excluyentes. Por ejemplo cuando se define al género como “conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes”, estamos asumiendo que el género puede ser incluyente de diferentes sectores. Por otra parte, la definición de género como “clase o tipo a que pertenecen personas o cosas”, representa una clasificación, es decir una diferenciación. Entonces por un lado nos encontramos ante un concepto homogéneo y por otro ante un concepto heterogéneo, lo que implica una diferenciación del sentido. Se debe poner un notable énfasis en este último, en tanto nos permitiría discernir el uso adecuado de la categoría.
El género como categoría social se ha considerado una de las contribuciones más importantes en el ámbito de las ciencias sociales, la cual fue llevada a cabo por el desarrollo del feminismo contemporáneo. Así podemos deducir que ésta categoría se ha utilizado por un prolongado periodo de tiempo. Esto conlleva a afirmar que la categoría del género surgió en un contexto histórico donde las diferencias entre hombres y mujeres eran predominantes, y lo esencial era la resolución de esta relación dialéctica. Sin embargo, la sociedad siempre está en continuo cambio. Entonces, podemos decir que la sociedad está conformada por discontinuidades y rupturas lo que provoca la necesidad de generar un tipo de conocimiento diferente al que se originó en estudios anteriores. Por tanto, una categoría conlleva una carga histórica indefinible, que reflejó el dándose de una sociedad que no es la que estamos viviendo. Por ello, resulta necesario que el concepto se modifique, en síntesis el cambio social, conlleva a la necesidad de generar un cambio de categorías.
Con base en el cambio social, podríamos aseverar que una categoría surge para nombrar un determinado fenómeno. Así, ante el desarrollo de la globalización, los cambios económicos, políticos, culturales y en materia legislativa, estableciendo énfasis en estos dos últimos, han provocado el surgimiento (o reconocimiento) de diferentes grupos como transexuales, homosexuales, lesbianas, etcétera. Esto ha provocado que en las ciencias sociales la categoría género sea utilizada para referirse a estos grupos, provocando la problemática entre retomar o generar nuevas categorías. Sin embargo, una categoría precisamente por el hecho de categorizar no debe servir para nombrar dos fenómenos diferentes. Así se vuelve indispensable la necesidad de crear nuevas categorías que sirvan para nombrar los fenómenos sociales de un determinado momento histórico, es decir que expliquen el dándose.
Por otra parte, se sabe que el género es una categoría trans-disciplinaria, que ha sido defendida por el hecho de desarrollar un enfoque globalizador. Sin embargo si tomamos en consideración que el género también ha sido utilizado en otras disciplinas tales como la biología, nos encontramos ante una falta de delimitación científica. Ya nos advertía Bordieu sobre la necesidad de una ruptura con el lenguaje, ya que al no tomar en cuenta esta consideración podríamos caer en sociología espontanea. El problema del lenguaje es muy complejo en términos de categorías científicas. Se ha expresado la necesidad de el establecimiento nuevas categorías que respondan a nuevos fenómenos como de mencionó anteriormente, sin embargo, ¿Cómo podemos crear nuevas categorías si no hemos adquirido la capacidad de nombrar a los fenómenos de diferente manera? Esto responde precisamente a la adquisición de las prenociones y la vulgarización del lenguaje.
Así la categoría del género no sólo se vuelve problemática en el sentido del lenguaje, sino también en el sentido de la definición del objeto. Como podemos observar la categoría del género al aplicarse a infinidad de fenómenos ha provocado que la construcción del objeto se torne imprecisa. Como menciona Saussure “el punto de vista crea al objeto”, esto conlleva a asumir que el hecho se construye socialmente, en este sentido deberíamos tener la capacidad de construir nuevas categorías, en tanto las categorías también son construidas socialmente.
Aquel fundamento que establece Durkheim en las “Reglas del método sociológico”, referente a tratar al mundo social como un mundo desconocido ha sido rotundamente ignorado por los científicos sociales. Sin bien, es cierto que para conocer es necesario conocer lo que queremos conocer, en el sentido de conocer al objeto que se pretende estudiar, es necesario tomar en cuenta que ese objeto no puede ser definido por una categoría conocida. Sin embargo, el género ha sido aplicado al estudio de fenómenos que no necesariamente expresan la dicotomía hombre-mujer. Por tanto caemos en la explicación del objeto a partir de una categoría que hace referencia a un fenómeno que nos es precisamente el que se pretende conocer. Así explicamos lo desconocido por lo conocido, y por tanto no entendemos el verdadero significado del fenómeno que se pretende estudiar.
Finalmente otro de los aspectos que sería importante considerar en la categoría de género, es su surgimiento a partir de un grupo vulnerable (las mujeres), el cual pretendía romper con el discurso hegemónico masculino que se había sostenido por años. Por tanto esta categoría se centra dentro de la praxis, entendida como la producción de un equilibrio de conjunto entre los grupos constitutivos de la sociedad total. Es decir ésta categoría ha adquirido un carácter emancipatorio. Aquí el problema radica en que la categoría se encuentra cargada por una serie de juicios de valor, y por tanto pierde objetividad, característica fundamental para el desarrollo científico. En consecuencia, sería importante preguntarse ¿hasta qué punto la categoría del género responde a la realidad socialmente construida?
En suma, podemos decir que la categoría del género ha provocado ciertas desviaciones en términos de su definición, delimitación, referencia al contexto histórico, sentido, referencia a un objeto determinado y a su carácter emancipatorio. Esto provoca que en lugar de conocimiento se genere un alto grado de sociología espontanea, prenociones y profetismo. Por ello, si somos capaces de repensar nuevos sentidos, debemos ser capaces de pensar nuevas categorías.