El guardián entre la azúcar.
El guardián entre el centeno de J. D. Salinger es la novela que Brandon Vázquez revisa furiosamente. Este club del azúcar se puso oscuro y heavy.
El guardián entre el centeno de J. D. Salinger es la novela que Brandon Vázquez revisa furiosamente. Este club del azúcar se puso oscuro y heavy.
Por Brandon Vázquez
Recuerdo que al principio Holden Caulfield me pareció un niñato malcriado al que le partiría la cara si conociera en persona. La verdad es que la mayor parte de la novela me sentí así: de cierta manera, incómodo por su manera de actuar, sus pensamientos, su actitud. No obstante, al pasar el tiempo y con una lectura más minuciosa, tuve una revelación: estaba en lo correcto, el tipo es un imbécil.
Recuerdo también que a pesar de mis diferencias con el personaje, de alguna manera, hacía que estuviera de acuerdo con él. Aún me causan mucha risa sus pequeñas desventuras. Por ejemplo, el lío que tiene con una prostituta y su padrote, todo por unos puñeteros (una palabra que usa mucho y que me encanta) cinco dólares. Jaja, incluso cuando le dice a esa chica que le cae peor que una patada en el culo, no sé, en ciertas ocasiones, las respuestas que tiene para las situaciones que experimenta, además de ser cómicas, se adhieren a nosotros: uno nunca vuelve a ser el mismo después de leer El guardián entre el centeno.
El alma de Caulfield se impregna en ti, su arrogancia, su estilo lúdico, y si mal te va, su desprecio por el mundo. No me sorprende que Chapman asesinara a Lennon después de leer el libro (o al menos eso dicen).
Algo que también llamó bastante mi atención fue que —no bien Holden es un bruto— tenía muy buen gusto musical. La novela está repleta de las referencias que Salinger consideró como las más apropiadas —y vaya que lo fueron—. Se está en lo inmensamente incorrecto si se pretende leer el libro sin escuchar las piezas que nos van mencionando: los discos de Jazz, las baladas. Y son necesarias porque, aunque usted no lo crea, recrean los escenarios. Te hacen sentir en ese cabaret, bailando con aquella gorda ebria que después se reirá de ti, junto con sus amigas, por ser un menor que pareciera no importarle a nadie.
Vean, hasta ya se puso sombría la reseña, mejor ahí muere. Lean el libro, Azúcar sabe que les va a encantar: El guardián entre el centeno, J.D Salinger.