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Por Antonio León

Mexicali, Baja California, 2 de agosto de 2022 [00:02 GMT-7]

La familia de Felipe IV

al centro del hueco hay una forma antigua de coleccionar muertos
junto a otros tesoros, a media pared –vistos desde el canto– queda
la ausencia de manos que perturban con buena realidad mientras
salimos a la calle para retomar el día
todo es asunto de paredes blancas y habitaciones de hierro al hablar
de ciertas manos
por ejemplo
las tuyas de final de foto en movimiento, que abofetean de lo mismo
y no al tacto de los marcos de madera en el Museo Nacional del Prado
porque las salas blancas llegan a la velocidad del miedo, en algunas
siguen latiendo mis ojos de antes y los lentes de mi abuela, sobre
la máquina de coser luego de terminar un pantalón nuevo de pana
me has recordado la forma correcta de ser marica a las dos de la tarde
y a las cuatro de la tarde, con hora para comer
vacaciones sin paga, pero borbotones de sangre abren el hocico
y los antiguos reclaman todas las veces en que no pudieron poner cadencia
a su decadencia ya sabemos que el perreo dos mil veinte y dos mil veintidós
los niños de mi madre toman en cuenta los siglos que pasaron desde
la última vez que reímos en las piscinas de cloro y de pintura de aceite
repetir la historia, repetir el asco que me dan los nietos no nacidos
sus fotografías en marcos modernos que solipsan de muecas ñoñas
repetir el discurso de la validación siendo menina en fuga, siendo
la muchacha del fondo del cuadro ya me aburrió Foucault con ello
varias páginas del mismo calostro
eso de no mamar amigo, sal del cuadro,
que llegue aullando la sala de exposición
–sin jinete, como las estatuas que forman parte del mito–
o un pasillo de hoja de oro lamiéndose las comisuras
Cielo, árbol, valla, persona. Fotografía de Alexis Salinas
Cielo, árbol, valla, persona. Fotografía de Alexis Salinas

cipreses

me he quedado para siempre en los días del home office
café del sur y se han vuelto breves los recesos para llorar
todo en ropa interior, incluso calcetines de arte moderno
al otro lado del muro suena un timbre, pero ya se fueron
salgo a ver los perros de lomo largo
los picaportes sostenidos del cielo
aprendo a usar los dedos en un nuevo mapa de la alianza
casas viejas que voy olvidando y es el turno de que llegue
ninguno que guste de vivir para un amanecer con horario
a veces pienso en el valle y en el túnel de cipreses de la infancia
–en este momento debe funcionar a la perfección, porque no soy
quien pasa rumbo al rancho de los libros prestados, bicicleta roja–
pensaría en otro registro
si no se me hubiera roto la segunda persona
al volver de una fiesta de disfraces
veinte años antes del primer poema en el que incluí arbolitos
en esta casa poco ocupada del mediodía,
subo el volumen de las voces imaginarias:
ninguna de ellas ofrece renovar mi contrato

Antonio León por Germán Muñoz

Antonio León (Ensenada, Baja California) escribe poesía y crónica. Es editor de poesía en la revista El Septentrión y autor de los libros Busque caballos negros en otra parte (pinosalados) :ríos, dentro de la colección Ojo de Agua, editada por CETYS Universidad y Consomé de Piraña, editado por Carruaje de pájaros y el Instituto Sinaloense de Cultura en el 2020. En 2016 fue el ganador del Premio estatal de literatura (poesía) en Baja California, con el libro El Impala rojo. En 2018 fue becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico en la categoría Creadores con trayectoria. Actualmente se desarrolla en promoción de la lectura y la promoción cultural universitaria y es parte del equipo organizador del encuentro Tiempo de Literatura, en Mexicali.

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