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Monterrey, Nuevo León, 17 de octubre de 2024 (Neotraba)

Todas las fotografías son de Nissi Sarahí

Yo siempre lo he dicho y se lo repetiré: Aquí el que se agüita pierde, así que nunca se me agüite.

“La Durango”. Peso Pluma

Afuera hasta que el murmullo se disuelva

Eso nada más le pasa a la gente blanca, respondiste. Y a las chichonas, te dice una plebe. 

La verdad es que te emputaste. No conseguiste boleto ni acreditación. Más que un concierto, fue el hecho de no ser nadie. Que a nadie le importe lo que escribes, lo que investigas, compartes y trabajas. Que a nadie le importe lo mucho que inviertes en conseguir una buena toma, una nota, una crónica, un texto. Que nadie conozca todo lo que existe detrás de la morra que llega hasta adelante, frente al escenario, entre la gente, bajo las inclementes temperaturas o pésimas condiciones alrededor para conseguir una foto y encontrar una buena historia que contar. Que te marchas en un autobús, en un avión, en metro o microbús detrás de un deseo. Y que atrás se queda, mirando como te alejas, un ser humano, engendrado desde tu entraña, creyendo en mamá y que un día la cosa va mejorar. 

Rodeado de lujos y no materiales, siempre buena vida me dieron mis padres, el viejo en el cielo siempre ha de guiarme para que en la vida salgan bien los planes

Meditaste recientemente sobre lo que un boleto para un concierto, sea del precio que sea, del artista que sea, significa para las personas. Esfuerzo, sacrificio, sudor, trabajo, lágrimas. 

No quisiste mendigar en dinámicas para ganar boletos, tampoco insistir para la acreditación y mucho menos gastar ridículas cantidades de dinero para adquirirlo con los revendedores. 

“Pensaba caer a escucharlos desde afuera”, te dijo el morro al que le regalaste un boleto para un concierto apenas el fin de semana pasado. Das sin esperar nada a cambio. Te encaminas al concierto de Peso en la Arena, te duchas, te cargas la cámara y la laptop para trabajar desde afuera, a la espera de encontrar entre los asistentes una buena historia. 

El ambiente entre los fanáticos es algo hostil. La vida entre conciertos te ha llevado a conocer diferentes fandoms. Actitudes, vibras y energías entre ellos. Largas horas de espera te ha hecho ganar buenas amistades y uno que otro hater. El público no siempre está de buenas. Es cosa de ir calando. Perfil bajo. Una que otra cosilla de valor en el bolso a la hora de los masivos: paracetamol, sueros, agua, barras energéticas, chocolates, aspirinas, cigarros. El diablo está en los detalles para sobrellevar la pesadez, el hartazgo y sobrecarga de negatividad y agresividad entre la banda alebrestada.

Llegaste a las afueras de la Arena Monterrey, con los primeros de la fila, en la búsqueda de una historia de superación. Algún morro motivado por los Corridos Tumbados. La esencia de quienes tienen muy en alto a México en grandes festivales musicales internacionales y listas de popularidad. Te topaste a puro alucín y morrita fresa que pa nada te convenció con sus argumentos.

Respuestas frívolas, pesadas y de mala gana. Te empezaste a diluir entre la gente. Entre los revendedores, los de la merch, los de la venta de comida, cigarros y chicles. Tu carnala entró al venue. Tenías dos opciones de oficina. Parque Fundidora o la explanada de la Arena. Caminaste a paso lento y apaciguado hasta Cintermex. Entraste al OXXO a comprar el último sándwich del aparador y un agua. Pasaste al baño. Vaciaste la vejiga. Lavaste tu rostro y retocaste tu labial. 

Peso Pluma en Monterrey. Fotografía de Nissi Sarahí
Peso Pluma en Monterrey. Fotografía de Nissi Sarahí
El tiempo es muy sabio y responde preguntas y a mí no me asusta cargar con la duda

Volviste sin prisa hasta la Arena. A la justa entrada de los coches. Por donde se supone entraría Hassan y todo su equipo minutos previos a la presentación. Seguramente en convoy. 

El Don que abre la puerta a los coches estaba renegando. ¿Qué chingados canta mejor qué cualquier otro? ¿O qué? ¿Pa qué pagan tanto por un pinche boleto pa estar parados?

Ya entrado en años, desaliñado, de bigote amarillento, casi sin dientes y gran sonrisa. Abatido, bajo el yugo, seguramente, de vivir al día. A paso lento, se aproximaba a la puerta, lo más rápido que sus estropeadas rodillas le permitían. No se me mueva de aquí Don, al tiro, tráigase el banquito y quédese quieto. Le gritaban los otros guardias y polis que lo miraban. 

Le dió acceso a los rockstar y también a la fresada que aguardaba por cortesías y pases VIP a la experiencia. Te fumaste dos cigarros. Te ha costado mucho dejar de fumar en estos cinco meses. Estabas ya engentada. No soportas la arrogancia de los influencers e invitados del artista. Tampoco las déspotas actitudes que algunos tienen para con los demás.

Esperabas la llegada de Peso Pluma. Ya hasta la madre. Te movías de un lado a otro. No hallabas donde poner el huevo. Apenas te ibas a retirar por un momento, a la espera de que todos, o casi todos, estuvieran ya en el venue, y se te acercó una morrita. 

Asustada, dispersa, nerviosa. Estoy esperando a mis amigas con los boletos pero unos muchachos venían atrás de mí, diciéndome de cosas. Te contó.

Si quieres aquí espérala, te calmo hasta que lleguen tus amigas. Y por más espera las amigas no llegaban. Te viste en la forzosa necesidad de quedarte. Llegaron, se fue disparada hacia ellas, ni las pinches gracias te dio. 

Fuiste por otro cigarro. Escuchaste un putazo sobre el capó de un auto. Una pareja discutiendo. La morra tenía rato esperando. Recuerdas haberla visto con una amiga. Misma que no vio el momento de salir huyendo cuando se desató la discusión. 

Pinche batito alucinado, condicionando a su morra por unas entradas. En sus intentos por arrebatarle los boletos, ella se paraba de puntitas, pa alcanzarlos de donde el wey los ponía. Como si se tratara de un perro. Lo más pinche bajo y ruin que te pueden hacer en público. Te hirvió la sangre. Por la indiferencia de las personas alrededor. 

Tu hermano te advirtió, antes de salir de casa, sin boleto ni acreditación para prensa, que no fueras, y que si ibas, no cayeras bajo o te metieras en problemas por un pinche boleto. Te ofendió el hecho de caer bajo. Hace años que no andas mendigando un boleto. Mas, en problemas, no prometes meterte. 

Te detuvo la voz de tu hermano en tu cabeza por un momento. Pero otra voz y misteriosa fuerza te hizo meterte. La misma voz que hizo que te quedarás en ese lugar por más de dos horas. Llegaste y le dijiste al bato que se fuera a la verga. En eso te pidieron unas personas que acercaras a la chica con ellos. Tras un breve diálogo, la morra se alejó y regresó con el tóxico. Chale, cada quien sus pedos, ojalá un día lo pueda mandar a chingar su madre. Pensaste.

A nada de colapsar ante el murmullo de la gente alrededor, el cansancio y el hambre, esas mismas personas, que dialogaron con la chica, te preguntaron qué hacías afuera. ¿Entrarás al concierto? No, respondiste. Estoy esperando a mi carnala, yo soy periodista, no tuve acceso ante la limitada prensa que se acreditó. ¿Y quieres entrar? Te preguntó

Esas cosas le suceden a quien le pertenecen. Ni chichona, ni rabona, ni buenona. Desde que te estabas maquillando, al borde del llanto, frente al espejo, a punto de salir de casa, ese boleto ya era para ti. 

Juan Gabriel amenizó el camino de la puerta de la Arena Monterrey al escenario. 

Peso Pluma en Monterrey. Fotografía de Nissi Sarahí
Peso Pluma en Monterrey. Fotografía de Nissi Sarahí
No tengo dinero ni nada que dar. Lo único que tengo es amor para amar 

Lo que menos importaba era entrar ya iniciado el show. Tenías un boleto. Tu voz se quebró al contarle a tu carnala y a tus compañeros. Te viste chiquita. 

Al bajar a pit, en las pantallas, entrada triunfal en paralelo. 

Recordaste una película que viste una noche de insomnio. De esas que uno mira nomás pa sentir compañía en casa solitaria. Terminó por engancharte. “Escape from Germany” de como un bato sale en la búsqueda y rescate de 85 misioneros mormones estadounidenses antes de que la segunda guerra mundial pudiera estallar. El man que tuvo una premonición del día que estallaría, también dijo: No comenzará la guerra hasta que hayas encontrado y rescatado a todos. Eso sucedió. 

Y así fue como no comenzó ese show hasta que yo pudiera estar dentro. Tiene sabor a mame en exceso pero confirmé que cuando el destino quiere que estés en un lugar te patea hasta allá.

Peso Pluma en Monterrey. Fotografía de Nissi Sarahí
Peso Pluma en Monterrey. Fotografía de Nissi Sarahí
N.I.B. Black Sabbath

Te arrojó el destino equidistante a la entrada de los grandes. Suena Black Sabbath y Peso Pluma aparece a cuadro con todo su crew. El show cuenta con una producción bestial. Resulta terrorífico  pensar en el sobrehumano esfuerzo para el montaje. Trailers atiborrados a las afueras de la Arena Monterrey. Conductores arremangados trasladando todo vía terrestre por más de 18 horas de trayecto. Mucha fuerza mexa reunida para levantar uno de los shows más importantes de la corta pero descomunal carrera de Hassan Emilio Kabande Laija

Éxodo Tour, fan o no, es un show necesario. No quieres caer en la nota genérica pero hay que destacar el nivel de show que Peso Pluma está ofreciendo como parte de su más reciente material discográfico. 

Pocos shows sobresalen de artistas mexicanos o de habla hispana. Entre tu top está Rosalía y C. Tangana. Hoy eres consciente de que Peso Pluma les arrebató a ambos el primer lugar. 

Te acomodaste muy cerca de una de las esquinas de la pasarela. Cuando a uno le cuestan mucho las cosas las valora más. Quizá a ti no me costó varo. Pero sí te costó mucho autosabotaje, exigencia y rudeza para contigo misma. Te sentiste humillada. Sobajada. Menospreciada. Has ido ahondando en el género de los Corridos Tumbados. Te resulta un fenómeno bastante peculiar. Te identifica. Lo investigas y quieres conocerlo de raíz. 

Peso Pluma en Monterrey. Fotografía de Nissi Sarahí
Peso Pluma en Monterrey. Fotografía de Nissi Sarahí
¿Una brújula moral y rota puede decidir cuál es la dirección correcta? Un antihéroe está entre nosotros

Desde los pasillos hasta la llegada de Peso Pluma al escenario con una clásica entrada al cuadrilátero. Todo se torna en ficción. Cinematográfico. La voz que va narrando cada acto del show es una voz de película  de superhéroes. La misma atmósfera consigue llevarte cuadro por cuadro como si de una novela gráfica se tratara. 

Entre músicos y bailarines encapuchados. Luces que emiten sus ojos por encima de los pasamontañas. Resplandecen nuestras pulseras con luz alrededor del recinto. Un escenario 360 por el que se desplaza Peso Pluma y aprovecha el acercamiento para interactuar con algunos de sus seguidores. Puedes verlo todo en blanco y negro. La visión que domina tu mirada en monocromo. 

Después de la voz misteriosa, suenan los primeros acordes de “La Durango” y simplemente resbalan lágrimas por tus mejillas. Te quiebras. Sumergida en la nostalgia y meditación de que las cosas, que por destino te pertenecen, llegarán de un momento a otro. Hace falta valor, trabajo y jamás desistir. Nada se le ha dejado a la suerte. Hassan no está ante más de 16 mil personas esta noche por simple golpe de suerte. 

Se ha encontrado en los Corridos Tumbados, más allá de sus controversiales letras, un mensaje de superación personal. De espíritu aguerrido. La necesidad de restregarle al mundo el éxito que tanto trabajo cuesta. Regodearse en los lujos y excentricidades de ser posible. El dinero no crece en los árboles. No cae del cielo. Y anteriormente he citado y me veo en la necesidad de volver a citar, grandes palabras de José Manuel Valenzuela Arce, en Corridos Tumbados. Bélicos ya somos Bélicos Morimos.

Realidades Juveniles

“Los Corridos Tumbados son una forma de contar historias reales, basadas en preocupaciones y anhelos compartidos por muchos de los seguidores de este género musical en el actual contexto de precarización”. 

No es fácil ser mexicano. Ni en el mundo ni en nuestro propio país. No es fácil no ser de familia adinerada, no ser blanco, cumplir con las expectativas estéticas que la sociedad exige

Morros que deciden irse a chingarle a los Estados Unidos pa alivianar a sus familias. Unos consiguen estudiar, hacer una carrera profesional. “Hacer lo que los pinches gringos no nos creen capaz de lograr en su país por el hecho de ser mexicanos”. Te dijo un día un bato que estaba terminando un máster en los Unites. 

Los morros quieren superarse estudiando, haciendo música, cantando corridos. Ante las humillaciones, el racismo, las burlas. Y aunque le buscaste bien, entre el público, no encontraste una genuina historia de superación que pudiera conmoverte. 

La única historia que te hizo derramar lágrimas y te estrujó el corazón fue la propia. Por el llanto y la misma sonrisa que Joaquin Phoenix se aventó interpretando al Joker en su cauce a la locura. Insano e irreal. De lo mucho que le exigiste a la vida que te de lo que mereces y te ponga en el lugar en el que debes estar. Mirando siempre las fulgurantes luces del escenario. Entre las siluetas de miles de personas alrededor. Con ese sonido ensordecedor que aparece de repente y te hace escuchar tan solo un eco del clamor, los aplausos y la música. 

Las ganas de superarme por las noches me perturban…


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