Daytripper: muerte para hablar de vida… y vida para vivirla
Caravana | Un cómic que llegó al filo de la reflexión de muerte y las decisiones personales para Blanca Sosa: Daytripper.
Caravana | Un cómic que llegó al filo de la reflexión de muerte y las decisiones personales para Blanca Sosa: Daytripper.
Por Blanca Sosa
Ciudad de México, 30 de septiembre de 2020 [00:10 GMT-5] (Neotraba)
Daytripper llegó a mí a través de un amigo hace ya más de un año. En ese momento mi vida giraba en torno a la evasión; aún ahora, no estoy segura de haber abandonado del todo ese mismo patrón. Son sutiles las maneras que encontramos para evitar confrontarnos con las cosas que nos punzan desde lo más íntimo y de las que buscamos huir con desesperación, pero que siempre encuentran la manera de llegar a nosotros y confrontarnos. La evasión, la muerte y el miedo de vivir son varios de los temas que abordan los hermanos Fabio Moon y Gabriel Bá en esta obra.
El tema central, que compone la naturaleza del libro y su protagonista, es la muerte: muerte para hablar de vida, y vida para vivirla. Así, simple y llano, sin mayores preámbulos pues la vida no necesita explicaciones. Así lo descubre Brás de Oliva Domingos, protagonista de la historia y periodista dedicado a escribir obituarios; nosotros lo acompañamos en esa travesía de un solo día; el día que presenciamos es nada más ni nada menos que el día de su muerte, y experimentamos esta muerte a su lado, una y otra vez en diferentes condiciones y edades. Es a través de estas muertes que nos acercamos a la esencia del personaje y a la premisa de la obra: después de la muerte, nada; un vacío, la última página de un libro; pero antes de ella, todo. La historia que se dirá de nosotros y que contemplaremos en primera fila, cientos de posibilidades.
Los autores brasileños logran unir estos segmentos narrativos aparentemente inconexos con ingenio. Se trata de obituarios gráficos con los que nos enteramos de los pormenores de la vida del personaje principal y a través de los cuales lo vamos conociendo.
Dichos fragmentos se van entretejiendo en un todo satisfactorio con cualidades oníricas en su naturaleza visual. Su naturaleza poética es una oda a la voluntad de terminar, si tuviéramos la opción, bajo nuestros propios términos. Un pacto de paz con la muerte.
Cada capítulo es un trozo de vida, o una posibilidad de ella. Nosotros tendremos la última palabra para decidir si todo lo plasmado en las viñetas es sueño, vida o un poco de ambos, cuando al fin cerremos el libro y alcemos la mirada para encontrar un significado.
La obra aborda también de manera incisiva otros temas como lo son esos momentos donde hemos sentido una pausa larga en nuestra vida, como si todavía no hubiera comenzado; el cuestionamiento de si el arte, más que acercarnos a otros, nos aleja y las siempre difíciles relaciones interpersonales. En este último caso, especialmente difícil con la figura paterna, el ente dual, guía y sombra del protagonista.
Los hermanos —quienes trabajan en conjunto sin precisar distinción entre guionista e ilustrador—, llevan más de veinte años en la creación de obras de un alto impacto visual y narrativo. Es en Daytripper, tomo publicado por DC Comics, a través de su sello Vertigo en 2010, que logran erigir una obra maestra, ganadora del premio Eisner, Eagle y Harvey.
Al final de la historia, hay una acotación y preocupación muy pertinente de los creadores: los hermanos se preguntan si, como artistas, pudieron superar el reto de no sólo mostrar un mundo realista, sino de transferir la sensación de la vida a través de una página en blanco. Como lectora y espectadora puedo decir que sin duda alguna ellos lo han logrado.
Daytripper quiere decir “excursionista” en su traducción al español, pero también remite, en su vocablo inglés, al “daydreamer”: el soñador despierto.
Las dos caras del sueño, una como método evasivo y la otra cómo intenso anhelo. La primera, es abotargada y lenta, nos estanca a la espera de un futuro que jamás construiremos, sueños de opio donde no moveremos ni un solo dedo; la segunda cara, mucho más vital, nos empuja a elegir entre posibilidades, nos lanza hacia futuros inciertos, tal vez efímeros, pero fértiles; futuros por los cuales vale la pena arriesgarlo todo, sin importar si ganamos o perdemos.
¿Qué soñador es el que elegimos ser cada vez al despertar? ¿Será muy tarde cuando nos demos cuenta cómo hemos malgastado horas, días, semanas en pretensiones? ¿O será justo a tiempo?
Este libro llegó a mí en 2019, pero lo leí un año después, cuando la muerte es central en nuestras vidas debido al hecho inédito que nos revela cada vez más resignados, la inminencia de una pandemia y su propagación a través del contacto humano, recluyéndonos y acotándonos más y más a nuestros caparazones, con la antipatía escondida bajo un anhelo hecho pedazos. El libro de los artistas brasileños llegó justo a tiempo para mí: nos habla de forma directa, como si hubiese sido metido en una cápsula del tiempo y con 10 años de anticipación se nos revelara tan necesario ahora en este contexto. Eso suele pasar con las grandes obras: no importa cuándo se lean, siempre parecen tan necesarias y llegan justo a tiempo.
Daytripper es un recordatorio de que muchas veces nos hace la vida misma; un llamado para dejarlo todo y comenzar a vivir. Un llamado al cual nosotros sólo hacemos caso cuando ya es demasiado tarde.
Ojalá nosotros, como Brás de Oliva, tuviéramos abierta esa puerta de vernos realizados en las posibilidades que vamos cerrando en esta línea de espacio-tiempo que acota nuestro universo, así tal vez tendríamos la convicción absoluta de rechazar el cinismo al que nos hemos acostumbrado para atrevernos a vivir en serio.