I
Aunque el daño estaba hecho
Tomé mis manos y las enjugué
Intenté
lavar,
perfumar,
desaparecer
la catástrofe
Ese ungüento nada hizo
ni los cabellos escaparon al dolor
Después conocí hombre
las manchas no desaparecieron
Sólo después de esa muerte me atreví,
el desnudo consumado era
¡Menudo epígrafe! Nada de eso infestó mi mente. Difícil era ya concentrarse como para que el escritor intentara animarme a la lectura con eso.
“…pensar también el honor y la vergüenza de pertenecer a un país y una ley que ha ejercido sin límite la bestialidad animal, que también es humana.”
Que se deje de tonterías, nada de esto nos llevará a algo… A él sólo lo hundió en la oscuridad.
Me parece que… Y si…
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Teléfono
Esta es la historia de una chica que habla por teléfono con su novio. Ella vive en otra ciudad, al otro lado del mundo y se comunica esporádicamente con él. Esa mañana, abrumada, decide andar en bicicleta, lo necesita. Lo único que lleva encima es el teléfono celular (ni identificación ni permiso de residencia) porque siempre espera la llamada. Pocas veces llega. Nunca cuando hace ejercicio. Esa mañana, a las 6:30, cuando en México son las 23:30, suena el teléfono, intenta contestar, un autobús la embiste. Muere. Extranjera, no lleva nada, nadie sabe. ¿Quién se inmuta? Investigaciones en la Prefectura, en los hospitales, en la comisaría, un solo vínculo, el teléfono: ni una llamada, ni un contacto, ni un nombre. No existe. Ni ella ni aquél.